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Fútbol

Las claves de Camavinga: la potencia de un inmigrante congoleño en Francia

Con sólo 18 años, llega al equipo blanco para dar relevo y descanso a los jugadores del centro del campo. Es un jugador moderno, con buen toque y físico. Tendrá ficha en el Castilla

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Se lo dijo su padre cuando aquel día le cogió de los hombros: “Tú eres el que va a cuidar de la familia’”. Era invierno de 2013 y la familia de Camavinga, católicos que habían huido del Congo a Angola para instalarse después Francia cuando él tenía un año, sintieron que otra vez había que empezar, que la mala suerte les perseguía. Un incendio destruyó la casa que la familia acababa de comprar en Lécousse, cerca de Fougères. Entonces, mientras el club el AGL-Drapeau Fougères, donde ya destacaba Camavinga, con sólo 10 años, se movilizaba para buscarles cobijo, casa, juguetes, el padre le dijo esa frase tan decisiva: “En ese momento, me hizo reír. Con el tiempo y escuchando a mi madre hablar de nuevo de ello, comprendí que era algo realmente serio, muy serio”.

Su llegada al Real Madrid confirma que ha cumplido con lo que su padre le pedía.

Sólo tiene 18 años, pero ya se habían interesado por él los grandes equipos europeos. Entre ellos, el PSG, que le quería para reforzar el centro del campo y que se ha encontrado con que el Real Madrid, en un movimiento muy rápido, se ha hecho con el centrocampista. Por seis años y a cambio de unos 30 millones de euros más variables ficha a un jugador que tiene que empezar a dar el relevo a Modric o Kroos en el centro del campo, incluso también a Casemiro. Potente, es un futbolista moderno, al que el campo se le hace pequeño. La descripción de la web del Madrid enseña lo que quiere el club: “Es un mediocentro con un gran despliegue físico que puede jugar en cualquier lugar del centro del campo. Es un futbolista con gran facilidad para romper líneas gracias a su cambio de ritmo. Camavinga también es un jugador versátil que aparece en cualquier zona del campo, con un gran cambio de ritmo y despliegue físico. Es zurdo y contundente al corte”.

Camavinga llega a la élite después de criarse en el Rennes francés. Sabe perfectamente lo que cuesta el éxito. Llegó con su familia, y con sólo dos años a Francia. Una primera posibilidad de alojamiento en Amiens no funcionó y la familia de refugiados fue enviada a Fougères, una ciudad de 20.000 habitantes a 50 km al noreste de Rennes. Quería hacer judo, como su hermano, pero, como contaba un reportaje en Francia, su madre le metió en un equipo de fútbol porque con los pelotazos que daba en casa, estaba rompiendo todo. Ahí empezó todo. Jugó al lado de casa, pero el Rennes, uno de los equipos franceses que más cuida la cantera, se fijó en su capacidad para conducir el balón y llegar de un área a otra, metiéndose con la pelota en la portería.

No ha cambiado mucho de aquella época. Sigue siendo el mismo futbolista optimista, que se toma el fútbol como una diversión, que sonríe mucho y que está dispuesto a trabajar.

Con él Ancelotti tiene un futbolista que le ofrece algo que siempre pide: que equilibre al equipo. El Madrid ha mostrado fragilidad defensiva, porque tiende a romperse. Es decisivo cuando llega al área rival, pero no es contundente cuando le llegan. Valverde era el hombre indicado para hacer eso, pero el uruguayo no ha estado al ciento por ciento en este comienzo de temporada.

Camavinga es joven y tiene mucho por aprender, pero no le asusta el reto. Odegaard se marchó al Arsenal para tener minutos que pensaba que no iba a conseguir en un Madrid con un centro de campo histórico y campeón. A Camavinga no le asusta lo que viene. Tampoco le da muchas vueltas. Cuando le preguntaban en qué gran equipo europeo iba a acabar, desde el Liverpool al Madrid, respondía: “Lo que sé de mi futuro es que iré gratis a Fougères para terminar mi carrera . Solo pediré un pequeño bono en el bar después de los partidos (risas). Un zumo de manzana, ¡es mejor especificar!”