Opinión

¿Qué has pensado para el miércoles, Carlo?

Lo veo entre negro y gris. La gran esperanza para la vuelta de octavos reside en ese mito de Rocky Balboa que simboliza al Madrid desde el inesperado 6-1 al Anderlecht de 1984

Kylian Mbappé, Leo Messi y Neymar
Kylian Mbappé, Leo Messi y NeymarAgencias

Que nadie se equivoque: lo del Madrid frente a la Real Sociedad es un espejismo. Si bien es cierto que los de Carlo Ancelotti recordaron a ese equipo merengue de las grandes remontadas, el de Juanito, Santillana, Butragueño y cía, no lo es menos que el donostiarra es un antagonista en horas bajas que incluso en las altas estaría a años luz del PSG. Los de Imanol fueron unos pichones ante unos cazadores blancos que, además, tenían perfectamente estudiado a un guardameta rival flojo en los balones largos. Y eso que mi paisano Alejandro Remiro es, en estos momentos, el segundo portero más seguro de Europa, con 14 partidos finalizados imbatido.

Sea como fuere, el Madrid transmite la sensación de no haber llegado en plena forma a este mes de marzo en el que tienes que salirte del mapa para tener opciones de levantar La Orejona en mayo. Las temporadas de los grandes se diseñan con un objetivo claro: salir como motos en agosto, bajar el pistón en esa etapa valle que va de mitad de diciembre a finales de enero y nuevamente pisar el acelerador en el ecuador de febrero a marzo y no parar hasta el ocaso de mayo.

Los de Ancelotti llevan semanas dando síntomas de agotamiento. Falta gol -lo del sábado fue la excepción que confirma la regla- y la defensa ya no es la muralla infranqueable de antaño. Si no fuera por un Thibaut Courtois que roza la perfección, seguramente no sería el líder de la Liga y habría sufrido más de la cuenta para pasar a octavos de la Copa de Europa. Se suele sentenciar, con no poca razón, que todos los grandes conjuntos de la historia han contado en sus filas con grandes porteros. Y este Madrid cumple el aserto al 1.000 por ciento con el concurso del que ahora es el número 1 del mundo en su puesto. El caso es que San Teobaldo puede tener el mejor día de su vida, cosa difícil teniendo en cuenta que el listón está ya por las nubes, pero sin gol no habrá paraíso.

Ciertamente, los blancos no llevan precisamente lo que se dice una racha goleadora en el último mes con la salvedad del choque contra los txuri urdin. El encuentro contra el Granada se ganó por la mínima, el del Villarreal se cerró con un empate a cero, el del Alavés con un contundente 3-0, pero con el matiz de que los vitorianos están en posición de descenso y el del Rayo con un engañoso 0-1 porque los de Iraola perdonaron unas cuantas. Entre medias, pasaron por el Parque de los Príncipes, de donde se trajeron un excelentísimo resultado. “¿Se ha vuelto loco este tío?”, se preguntará usted, querido lector. Pues no. Me explico: teniendo en cuenta que el PSG disparó ocho veces a puerta, y todas ellas con evidente peligro, y el Madrid, cero, hay que colegir que el 1-0 constituye todo un éxito. Lo normal es que el resultado hubiera sido un 3-0 o un 4-0 y que estuviéramos ya con pie y medio fuera del máximo torneo continental. La ventaja añadida es que el gol fuera de casa ya no vale doble haciendo inútil esa frase que hasta junio del año pasado era un lugar común entre los grandes entrenadores europeos: “Hay que marcar en el campo contrario como sea”.

En cualquier caso, el tridente madridista deberá andar más fino que en la Ciudad de la Luz. En esa cita maldita Asensio, Benzema y Vinicius no dieron una a derechas, al punto que vagaban por el impecable césped de la catedral parisina como almas en pena. También habrá que mejorar las transiciones defensivas, que salieron entre mal y peor desde el minuto 1 hasta el 94 y saber suplir la para mí fatal ausencia de Casemiro que, por mucho que no se encuentre en su mejor momento, se me antoja el futbolista blanco más importante táctica y estratégicamente. Y Benzema habrá de superar ese muro trumpiano pelotero que conforman Kimpembe y el superlativo Marquinhos, parecido reto al que Vinicius afrontará ante el supersónico Achraf.

Lo veo entre negro y gris. La gran esperanza reside en ese mito de Rocky Balboa que simboliza al Madrid desde el inesperado 6-1 al Anderlecht de 1984. Con una gran diferencia: los blancos se volvieron entonces de Bruselas con un 3-0 en contra y de París regresaron hace tres semanas con un mucho más salvable 1-0. Esperemos que el aura y el estadio paralicen a tres nombres que dan miedo, mucho miedo: Neymar, Messi y Mbappé.