LaLiga
El Atlético sufre de más contra el Alavés
Después de una gran primera parte en la que llegaron los dos goles, no pudo evitar los nervios en los instantes finales después del gol de los vitorianos
Al Atlético le da igual que haya eclipse lunar, parcial o total, que llueva o que el cielo amenace con desplomarse sobre las cabezas de sus jugadores como temía Abraracúrcix, el jefe de la aldea gala de Astérix. El Atlético sigue a lo suyo, empeñado en pelear y en no regalarla antes de Navidades como sucedió el curso pasado. Aunque le toque sufrir innecesariamente en los últimos minutos, como le sucedió contra el Alavés.
La victoria contra el Real Madrid le dio el empujón que necesitaba para no dejarse caer y desde entonces todo funciona. Incluso los inventos de Simeone como el de situar a Riquelme como carrilero izquierdo. Desde la pretemporada el Cholo intenta hacer del canterano un nuevo Carrasco, que aprenda a mirar hacia atrás sin que se le olvide hacer lo que acostumbra a hacer por delante. Y Riquelme abrió el camino de la victoria rojiblanca con una jugada en la que lució su calidad y su inteligencia. Después de un quiebro en el área a Gorosabel sólo le quedaba meter la puntera izquierda para rematar y el balón entró por el poste más cercano mientras Sivera esperaba el disparo cruzado.
Ya había amenazado en los primeros minutos Riquelme con una llegada al área que acabó en un remate desviado. Puede divertirse el exjugador del Girona en partidos como éste en el que el rival no le exige demasiado a su espalda. Todavía pudo marcar otro en los minutos finales, pero su disparo con la izquierda lo despejó Sivera.
Pero el gol en el Atlético lleva el nombre de Morata, aunque Grieznann haya marcado más en la Liga. Demostró el Atlético en el segundo que no necesita demasiado para llegar a la portería contraria. Basta que levante la cabeza Koke para ver dónde está Morata y mandarle un balón largo. Parecía que se equivocaba el delantero al no rematar la jugada de primera, pero encontró la solución después de un recorte en el área para mandar la pelota con la izquierda al ángulo contrario.
El Atlético juega ahora con la convicción del que se sabe capaz de todo, de pelear la Liga con el Real Madrid y el Barcelona como hizo no tanto, pero que parecía habérsele olvidado en las últimas dos temporadas.
Los focos apuntan a Griezmann, uno de los mejores jugadores del mundo ahora que no reclama que se lo reconozcan, pero antes de que llegue la pelota al francés al equipo lo mueve Koke desde esa posición de medio centro que tantas veces le negó Simeone. Cuando era más joven y el físico le daba para ir y venir a todos lados lo desplazaba a una banda. Sólo en los comienzos de cada temporada lo hacía jugar en el medio para que el equipo encontrara el juego que le faltaba, pero al mínimo despiste lo devolvía al costado porque el cuerpo le pedía más solidez. Ahora es el único mediocentro al que reconoce el Cholo. Siempre está donde el equipo le necesita y Morata encuentra balones como el que le regaló para el segundo gol.
Marcó otro el Atlético. Era el que faltaba, el de Griezmann, pero la jugada ya estaba anulada por un manotazo en la cara de Llorente a Duarte. Le dio el mediocentro rojiblanco mientras intentaba librarse del placaje del capitán del Alavés, que se lanzó a por él como si fuera un delantero de Sudáfrica en busca de un «All Black» en la final del Mundial de rugby.
Fue el momento en que el estadio se encendió. Estaba muy tranquilo el partido, la victoria para el Atlético era cómoda y el Metropolitano esperaba algo de ruido que se multiplicó cuando el árbitro enseñó la amarilla a Llorente. Duarte la vio cuando se levantó del suelo, pero eso ya no importaba.
El Atlético y su afición se relajaron prematuramente. El Alavés encontró el gol en una llegada de Hagi hasta la línea de fondo. El pase atrás lo remató Guevara desde el borde del área sin que Oblak reaccionase a tiempo. El partido estaba ya acabado, pero quedaban unos momentos de nerviosismo. Sería el eclipse.
✕
Accede a tu cuenta para comentar