Copa del Rey

Griezmann cierra el circo de los porteros

El francés decidió el derbi en la prórroga el día que el Atlético le reconocía como el máximo goleador de su historia. Al Madrid le castigaron los errores de Lunin

Antoine Griezmann of Atletico de Madrid celebrates a goal during the Spanish Cup, Copa del Rey, football match played between Atletico de Madrid and Real Madrid at Civitas Metropolitano stadium on January 18, 2024 in Madrid, Spain. AFP7 18/01/2024 ONLY FOR USE IN SPAIN
Griezmann se quitó la camiseta para festejar el tercer golAFP7 vía Europa PressEuropa Press

Antes de comenzar el partido los hijos de Antoine Griezmann pisaron el césped para entregar a su padre una camiseta enmarcada con el número 174. Era un homenaje del club por haber superado a Luis Aragonés como el máximo goleador histórico del Atlético, pero también una amenaza.

Era el derbi del regreso de Vinicius al Metropolitano y el partido se podía adivinar como un duelo entre los dos sietes. Un duelo que ganó el francés en el uno contra uno. Porque fue un cara a cara lo que decidió la eliminatoria. Una pelota perdida por el brasileño lo dejó en un mano a mano con Griezmann, que se libró de él como quiso antes de marcar un golazo pegado a la línea de fondo que Lunin no pudo detener.

No fue el mejor día de Vinicius, más pendiente de la grada que del juego, más predispuesto a festejar los goles de su equipo ante los aficionados rojiblancos que a abrazar a sus compañeros en la celebración.

Tampoco era el día de los porteros. Dos errores a uno «ganó» Lunin. Dos goles a uno perdía el Madrid hasta que el ucraniano lo arregló. Una parada suya fue el origen del gol del empate a dos que forzó la prórroga.

Hay veces que los porteros se convierten en héroes y otras veces en carne de meme, burlas virales que inundan el espacio virtual. Ya lo avisó Kepa en la semifinal de la Supercopa, con un autogol de difícil explicación y lo confirmaron Lunin y Oblak en la Copa.

Uno de los motivos para la titularidad del ucraniano era su seguridad en las salidas por alto. Pero dudó si tenía que intentar atrapar una pelota que intentó despejar Rudiger y no tapó la portería cuando Samu Lino remató el primer gol. No se fue abajo para tapar, no extendió los brazos. Se quedó de pie, como un gigante indefenso y Lino se fue a festejar al córner.

Más raro fue el empate del Madrid. Una falta que colgó Modric y Oblak la metió con el puño en su portería cuando fue a despejar. Otro portero que sufre en las salidas. Otra oportunidad que perdió Vinicius de estarse quieto en lugar de irse a celebrar al fondo de los ultras del Atlético como si el gol hubiera sido suyo.

Estaban los focos puestos en el brasileño, pero no era el delantero más peligroso del Real Madrid, que lanzó dos balones al larguero. Uno de Bellingham en la primera parte y otro de Rodrygo en la segunda que podían haber decidido el partido mucho antes de llegar a la media hora extraordinaria.

No ayudaron al Real Madrid los errores de Lunin, que salió mal otra vez antes de que Morata rematara con la portería vacía.

El Atlético se ilusiona con facilidad, pero no se fía. Vive agarrado a la fatalidad, enganchado a la posibilidad de que el drama le llegue en forma de gol del Real Madrid. El estadio, de repente, se queda en silencio esperando lo peor. Y llega el gol de Joselu que fuerza la prórroga. Aunque el tanto lo marcaron a medias Lunin y Bellingham. El inglés logra que el tiempo se detenga a su alrededor y puso la pelota en la cabeza de Joselu, que sólo tuvo que empujarla. Lunin, que para entonces ya había llegado al partido, había hecho una parada extraordinaria que provocó el contraataque del empate.

Bellingham se hizo grande en la segunda mitad. No marcó, pero siempre ofrece soluciones. Aunque los rivales le busquen y se le cuelguen del brazo. Aunque tenga que cargar con ellos y con su equipo. Bellingham siempre está.

Quedó la duda que tuvo que revisar el VAR de si Joselu estaba adelantando, pero había un defensa marcándole la línea que le daba permiso para empatar.

No tuvo tanta suerte el Real Madrid en la prórroga cuando se volcó para empatar. Esta vez si había fuera de juego del inglés antes de que Ceballos rematara el gol que hubiera valido el empate.

Se empaparon las ilusiones del Real Madrid de empatar, aunque no faltaron los cambios de Simeone tentando a la suerte.

Es costumbre del entrenador argentino mandar defensas al campo cuando tiene que aguantar el resultado. Le puede la inercia y esta vez fue Azpilicueta al que mandó al campo con la idea de sujetar a Vinicius. Poco duró el defensa navarro en el césped. Puso tanto ímpetu en limitar las acciones del brasileño a base de patadas que en una de esas fue él quien se hizo daño. Entró Savic en su lugar, pero esta vez no hubo dramas.

Porque estos partidos con tanta tensión confunden a veces a los jugadores, que llegan a cometer errores inexplicables. Les sucedió a los porteros, pero también a Tchouameni, que quiso jugar con el juez de línea en un momento del partido. Se la mandó a la banda, pero no se la devolvió y dejó que saliera fuera. Para que digan que los árbitros van con el Madrid.

No llegó el empate madridista que temía el Metropolitano, pero sí el cuarto del Atlético que permitió respirar al estadio. Un contraataque que llevó Memphis hasta el área. Allí le entregó la pelota a Riquelme para que decidiera la eliminatoria. Entonces sí, el estadio se liberó con los gritos de «Atleti, Atleti».

Era su venganza después de la derrota en la Supercopa. Cumplieron con la tradición de los goles y las prórrogas los dos equipos. Y acabó resolviendo Griezmann en el día de su homenaje para dejar anticuada la camiseta que sus hijos le entregaron antes de saber que iba a ser el héroe.