Real Madrid
Los ultras del PSG «incendian» el Parque de los Príncipes con las bengalas
Pese a estar prohibidas por la UEFA, los aficionados parisinos han encendido bengalas con total impunidad durante todo el partido
El PSG decidió que sus seguidores ultras más radicales podían ayudar a la remontada y, en unos tiempos en los que los clubes tratan de desterrar a estos hinchas de sus gradas, los convirtieron en protagonistas de la campaña oficial previa al partido. Ya se vio a alguno de ellos departiendo con los futbolistas en la ciudad deportiva parisina después de la ida y en la víspera del choque de vuelta también tuvieron su papel. Recibieron al rival con una pancarta que decía «Puta Madrid» y la noche anterior rodearon el hotel del conjunto blanco para que nadie pudiera dormir.
Cosas de otra época, o eso se pensaba, pero el ultramoderno proyecto del jeque les devolvió a la vida. El infierno que se esperaba en el Parque de los Príncipes sólo lo fue en las gradas, porque en el césped no lo hubo por la falta de fútbol de los de Unai Emery.
Al comienzo, una intensa nube de humo por culpa de las bengalas, y lo mismo en la segunda mitad y después del gol francés. Los propios jugadores locales, el capitán Thiago Silva sobre todo, pedía a sus hinchas que las apagaran, porque el tiempo pasaba y la remontada no llegaba. Ya dijo Zidane en la previa que el ambiente no le preocupaba, sus jugadores están acostumbrados a este tipo de ecosistemas y no le temblaron las piernas al vigente campeón, mejor que su rival de principio a fin y muy clarividente incluso cuando las bengalas lo ocupaban todo.
Al PSG le sobraron ultras en las horas previas y le faltó mucho fútbol tanto en el once titular de Emery como en los cambios del técnico español. La tercera sustitución es la metáfora perfecta del fracaso galo. Se marchó Mbappé para que entrara Lass Diarra y el Madrid no hiciera más daño en el marcador. La eliminatoria estaba resuelta desde hacía tiempo y, de momento, el fútbol del futuro no es mejor que el clásico.
Sin Neymar, cualquier equipo es algo menos y el PSG no fue una excepción. El desborde del brasileño se comprende mucho más cuando no está sobre el césped. Di María llegaba al partido lanzado, tanto en goles como en asistencias, pero no enseñó más que algunos fuegos artificiales en la primera mitad. En la segunda se desvaneció y entró Draxler para tampoco mejorar al argentino.
La caldera del Parque de los Príncipes nunca fue tan caliente como se esperaba y acabó convertida en un spa para el Real Madrid, que si nunca temió por el resultado se pudo recrear en los minutos finales. El pulso estaba terminado y el PSG, eliminado. Si hoy o mañana los ultras van al entrenamiento a pedir cuentas a sus futbolistas mucha parte de culpa la tendrá el propio club parisino.
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