Entrevista

Maica García: «Las expectativas con España siempre son las máximas»

Ganadora de diez medallas con la selección, en 2024 afronta el Europeo, el Mundial y los Juegos de París. "A veces pienso, ‘‘Maica estás loca, pero si no puedes’’, pero el compromiso puede con todo", asegura

Maica García, boya de la selección española de waterpolo
Maica García, boya de la selección española de waterpoloQuique GarcíaAgencia EFE

De Miami a Tenerife con la selección, una visita a la familia y amigos y de vuelta a la concentración con España, otra minitregua en Nochevieja y el 5 de enero comienza en Eindhoven el Campeonato de Europa. Un mes después será el turno del Mundial de Qatar y en verano, el sueño, los Juegos Olímpicos de París. Maica García (17-10-1990, Sabadell), la legendaria boya del equipo nacional, persigue en 2024 seguir haciendo historia con la selección.

¿En qué momento descubre que lo suyo es el waterpolo?

De pequeña, con cuatro años, mis padres me apuntan a natación. En Sabadell hay mucha cultura de club y me dieron una beca en el Colegio Santa Clara, que es el colegio especial de deportistas del Club Natación Sabadell. Nadaba, pero el deporte individual me aburría muchísimo... Lo de estar muchos metros sola, sin hablar con nadie, sin divertirme con mis compañeras... Mi hermano jugaba al waterpolo y me gustaba ir a verle. Con doce añitos, el entrenador me dijo: «Oye Maica que tu tienes muchas cualidades físicas –1,88– para poder hacer algo grande». Empecé a trabajar, a tomármelo más en serio en vez de tantos chapuzones y hacer buceo en el agua, que era lo que me encantaba porque yo pasaba de la pelota lo que me encantaba era bucear... pero, poco a poco, hasta aquí hemos llegado.

Para lo de ser boya casi estaba predestinada...

Por mi constitución, el ser tan grande, tan alta, no había chicas con mis características físicas. Y hace años, menos todavía. La gente me dice no pareces española y yo le digo que sí, sí, que claro que lo soy. Es una posición muy difícil, cuesta encontrar jugadoras y jugadores que encajen. A mi me empezaron a formar y pasé por muchos entrenadores, pero yo he aprendido sobre todo con la experiencia y a jugar con mi cuerpo, a manejarlo. Hay muchas cosas que he aprendido sola. Me he formado mucho en mi juego y técnicamente tengo movimientos que enseño a otras que ocupan mi posición.

¿La ayudaron a decidirse por el waterpolo los oros masculinos de Atlanta, Perth o Fukuoka?

Era muy pequeña, con seis años nadaba, pero en plan entretenimiento. Me guíe más por el femenino porque en la época en que yo empezaba a destacar en el CAR de Sant Cugat ya había pasado la época dorada y ya había equipo femenino absoluto, aunque todavía no se ganaran medallas. Mi objetivo y mi sueño era llegar a los Juegos.

Entre que empieza a jugar y llega a la selección apenas pasan seis años, ¿esperaban usted o su entorno una progresión así?

Hubo una progresión a nivel de club y de selección que fueron coincidentes. Mucha gente que hacía natación se pasó al waterpolo y al principio los equipos eran mixtos hasta que se pudieron hacer sólo femeninos. Fuimos creciendo de forma conjunta. En Sabadell se fue haciendo un núcleo que luego era también el de la selección y nos tirábamos todo el año jugando juntas. Cuando ganamos la primera Champions en 2011 nos empezamos a creer que podíamos estar en el podio y ganar medallas. Luego llegó la plata de Londres y ya casi no nos hemos bajado de ahí. El saber cómo funcionaba cada una, esa complicidad hizo más fácil la llegada de Miki a la selección. Todo fluyó y sobre todo es que nos creímos que se podía.

Aquel equipo se ganó el respeto de todos muy pronto...

Sí. Éramos un equipo muy joven, salvo alguna veterana como Jennifer Pareja, y que sabía a lo que jugaba. Algunas de aquellas jugadoras todavía seguimos en la selección ayudando a las nuevas generaciones.

Con la plata olímpica y los oros del Mundial de Barcelona y del Europeo de Budapest, ¿llegaron a sentirse invencibles?

Sí, veníamos de estar arriba porque en los Juegos de Londres ganamos una plata, no perdimos un oro. Estados Unidos estaba muy por encima. En el Mundial supimos aprovechar nuestra oportunidad. Estados Unidos estaba en un relevo generacional y logramos echarlas en cuartos así que... pensamos que aquello ya no se nos podía escapar. Con las Picornell apoyando a muerte, que parecía que las gradas se podían venir abajo del apoyo que teníamos. Ese oro no tiene palabras para definirlo.

¿Después de dos veranos sin medallas (2015 y 2016) llegó a hartarse del waterpolo?

No estaba harta. Bajamos un poco el nivel y para Río nos costó mucho la clasificación. Había desgaste, teníamos un gran equipo, pero allí tuvimos un mal día de cuartos. A muchas nos dio un poco de bajón y por eso en 2017 decidí parar. Fue un desgaste a nivel mental, no tanto físico. De cabeza no estaba para preparar otra gran competición ese verano. Necesitaba parar, reencontrarme y poder volver para buscar nuevos éxitos.

¿Cómo se vive un verano sin selección?

Hablé con Miki y me fui de Barcelona. Estuve en Tailandia un mes de mochilera y el mes siguiente me fui con amigas a Cuba. Fueron dos meses de viaje a conocer otra parte del mundo. Luego pasé por Málaga, que tengo familia en el Sur, y todo eso me sirvió para desconectar y poder reengancharme.

Tanto que desde 2019 ha ido a medalla por año y en 2024 hay tres opciones más...

Y en todas el objetivo es ir a ganar. No hay otro. Las expectativas siempre son altas, son las máximas. Todo pasa por preparar bien todas las competiciones y para ganar el oro olímpico, que es el gran sueño, hay que competir bien en el Europeo y en el Mundial. Todo ayuda a preparar lo de París y no somos un equipo de dejar nada atrás.

¿Qué hay que retocar para que las dos platas olímpicas sean un oro en París?

La confianza. Tenemos que creer y tener confianza ante cualquiera y eso incluye a Estados Unidos y a un buen puñado de selecciones europeas (Holanda, Hungría, Italia, Grecia...) que en un mal día te mandan a la calle.

Maica García
Maica GarcíaTwitterTwitter

¿Cuál es su mayor virtud y la mayor virtud del equipo?

La del equipo es la ambición con la que jugamos. El querer ganar y eso también lo tienen las jóvenes. Y otro cualidad importantísima es ¡el equipo! Así, con mayúsculas, somos muy equipo. Somos muy familia y tanto dentro como fuera del agua nos llevamos muy bien. Mi cualidad diría que es el liderazgo, intento ayudar siempre a mis compañeras y ellas saben que me tienen ahí para lo que necesiten. El waterpolo es durísimo. Hay un sacrificio, un trabajo, un esfuerzo, un compromiso... Nos hemos levantado millones de días con fiebre, vomitando, pero es que hoy toca hacer esto y no puedo dejar a mis compañeras solas, si sufrimos, sufrimos todas... No voy a dejarlas solas por muy mal que esté. Tengo que acompañarlas y ayudarlas en lo que pueda. A veces pienso «Maica, estás loca, pero si no puedes». Me fui a jugar un Mundial sin poder mover la mano, pero daba igual el compromiso puede con todo. Con la espalda fastidiada, empastillada hasta arriba y compites por el equipo y por lo que te dan las compañeras.

Comparte puesto con Paula Leitón, imagino que muchos entrenamientos serán más exigentes que los partidos...

Es un portento, no hay nadie como ella en el mundo. El otro día se lo comentaba: «Tía, si es que no te para nadie». Es increíble.

Además de boya es licenciada en publicidad y relaciones públicas y empresaria...

Sí, aunque todavía priorizo mucho el waterpolo como para buscar un trabajo. Tengo mi negocio con un par de salones de belleza, peluquería, barbería y estética en Sant Cugat –La Salonería– y miro mucho también por ello. He hecho toda la marca y he trabajado para mi, no para nadie. Muchas compañeras y compañeros pasan por el salón. Que si uñas, que si pelo, que si tintes... estamos cerca del Centro de Alto Rendimiento y eso supone que vengan muchos deportistas.

¿Se plantea ser madre?

Sí, me gustaría, pero no ves el momento de parar. Soy consciente de la edad que tengo, pero estoy disfrutando y si mi cabeza, el físico y los equipos me quieren... ya iremos viendo.