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¿Me das tu camiseta? (2-0)

Los jugadores del Real Madrid celebran el gol marcado por Illarramendi
Los jugadores del Real Madrid celebran el gol marcado por Illarramendilarazon

Se reía el martes Carlo Ancelotti cuando le preguntaron si temía un «alcorconazo». Muy lejos está el Real Madrid de aquellos tiempos, tiene demasiada ambición como para dejarse sorprender y posee una plantilla en la que el equipo B, el de los menos habituales, podría plantar cara y ganar a cualquiera. Y eso que ayer, en la segunda parte se relajó en exceso, con el partido resuelto. El Xátiva compitió diez minutos, mientras los futbolistas tuvieron oxígeno para correr de área a área y presionar la salida del balón de los locales. El conjunto valenciano sacó el primer córner, pero no daba para más. La realidad es más poderosa que cualquier ilusión.

Llegó al Bernabéu con el empate a cero de la ida y eso es lo que quedará para los futbolistas el resto de su vida: que durante los primeros quince minutos del partido de vuelta en la capital tuvieron la eliminatoria igualada. Después del gol de Illarramendi se conformaron con recibir los menos tantos posibles y según se acercaban los minutos finales, ir tomando posiciones para estar cerca de su futbolista del Madrid favorito para pedirle la camiseta. Alguno se recorrió todo el campo para pillar la de Casillas mientras el portero madridista se dirigía a los vestuarios. Iker estuvo en el campo, pero se marchó a casa con la sensación de que si no hubiese estado allí, tampoco habría pasado nada. Quizá hasta hubiera sido mejor, porque recordará el golpe que se llevó de Casemiro cuando lo mejor era que terminase el encuentro.

Si la eliminatoria tenía alguna historia la cerró Illarramendi, quizá la primera vez que pisa el área del equipo rival esta temporada. Sorprendió a la defensa, aprovechó el pase de Jesé y se llevó su primera gran alegría de la temporada. Su primer tanto como futbolista del Madrid. Ayer era un día para eso, para que el público que hacía la ola y casi llenaba el Bernabéu se lo pasase bien con los regates de Isco y para que los jugadores que menos están jugando, aprovechasen los minutos. Quizá les faltó pasión.

Estuvo Di María, que marcó por los pelos el penalti. No estaba la noche para enfadarse con nadie y el argentino tampoco dio motivos. Marcó un gol y estuvo al nivel del equipo: tranquilo, sin sobresaltos. Pero dio la sensación, cuando se equivocó en algún pase, que le van a perdonar muy poco en partidos importantes.

Lo único que alteró a la grada fue la salida a calentar de Xabi Alonso. El centrocampista se llevó la mayor ovación de los 90 minutos, por si quedaba alguna duda de que el madridismo quiere que renueve. Después, en el campo, ya en la segunda parte y con el marcador a favor, comenzó a dar lecciones a los jóvenes. A Jesé, que no tiene límites y mucha hambre, le echó una bronca por no cubrir la subida de Arbeloa; y a Casemiro, que otra vez, dio una lección sobre cómo cortar un balón, le puso firme cuando menos precavido que el resto del partido, se fue al ataque. Mientras volvía sin prisa, Alonso no paraba de gesticular y gritar. Le pedía que estuviese atento a su posición, que no se moviese de su lado si él no se lo decía. La lección del jefe. El partido no dio para más. Sólo que pasasen los minutos y descubrir qué futbolista del Xátiva sería el más rápido al final para conseguir los guantes de Casillas.