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Muguruza rompe con su entrenador Sam Sumyk

Garbiñe Muguruza
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La derrota en la primera ronda de Wimbledon ante la brasileña Beatriz Haddad Maia, 121 del mundo, ha tenido rápida repercusión en el futuro de la tenista española Garbiñe Muguruza, que ha anunciado en sus redes sociales este martes que rompía su relación con el técnico francés Sam Sumyk.

“Unas palabras para anunciar el fin de una extraordinaria aventura. Dos Grand Slams y número uno Mundial. Más que agradecida por estos 4 años. Gracias Sam”, ha dicho Garbiñe, que tras perder en Wimbledon reaparecerá en el circuito en el torneo de San José del 29 de julio al 4 de agosto, previo al US Open.

Sus continuas desavenencias en pista con Sumyk, captadas por las cámaras de televisión, delataron desde el principio el contraste de caracteres entre ambos. “Que te jodan”, fue el abrupto que le llegó a espetar el francés a Garbiñe el año pasado en las semifinales del WTA Elite Trophy, de Zhuhai, Master B del circuito, cuando cerró esa temporada con un frustrante 6-2 y 6-0 ante la china Oiang Wang en semifinales.

Sumyk abandonó entonces la pista tras aquella frase, levantando el brazo derecho. Antes, contra la letona Anastasija Sevastova, Garbiñe había dejado claro como se encontraba tenísticamente. “No siento una mierda” le dijo al técnico, cuando intentaba animarla cuando perdía por 4-1 en el primer set.

En una de las bajadas a la pista permitidas por la WTA, Sumyk intentó calmarla. “Siempre estás enfadada. No tiene sentido hablar con alguien que está enfadada”, le dijo el técnico. “No estoy enfadada”, contestó Muguruza. “Hay una regla aquí, yo no hablo con personas que están enfadadas. Estoy intentando ayudarte”, continuó Sumyk. “Vale, pues ayúdame, ¿qué tengo que hacer?”, le preguntó Garbiñe. “Qué te jodan”, le soltó entonces Sumyk.

Antes, en febrero de 2016, en cuartos de final de Qatar cuando se le escapaba el set definitivo contra la alemana Andrea Petkovic, la conversación con Sumyk revelaba sus disidencias. “Lo estoy intentando, dime algo que no sepa”, dijo Garbiñe a los consejos de Sumyk sobre mejorar un servicio que no funcionaba.

“Parece que lo sepas todo”, respondió él, que encontró un “por supuesto” como respuesta. “Yo no me voy a morir por la bola, yo no”, decía Garbiñe poco antes de que Sumyk advirtiera que el partido estaba siendo retransmitido en España. “Eso lo dices para que se vea en España”, añadió.

“Tengo una fe ciega en mi equipo”, dijo Garbiñe en Australia este año, cuando perdió contra la checa Karolina Pliskova en octavos, cuando la idea de separarse de Sumyk no pasaba por su mente.

Garbiñe empezó desde los seis años en la escuela de Luis Bruguera en Barcelona, entrenando en su etapa cadete y júnior con el vigués Alberto López. En el 2010, cuando estaba 330 en el ránking, comenzó a entrenar con Alejo Mancisidor, una relación que culminó con la final de Wimbledon en 2015 con Serena Williams.

En una carta el técnico vasco se despidió de Garbiñe, sin una crítica directa, recordándole que sus padres le habían inculcado los valores de la humildad, el respeto y el trabajo, y que las diferencias y esos valores no le permitían creer y seguir en el proyecto.

En esa misiva, Mancisidor señalaba tres palabras clave: “el trabajo, no solo necesario para que el talento pueda alcanzar la cima”, sino también para mantenerse en ella; la humildad, imprescindible para la superación, y el respeto, como norma básica de educación y convivencia.