Fenómeno

Alcaraz, más listo, más variado, más fuerte: las claves de su meteórica evolución

Antonio Martínez Cascales, que lo conoce desde niño y lo acompaña a algunos torneos, dice que lo que está logrando Carlos Alcaraz es una “sorpresa relativa”. “Desde hace mucho le he visto hacer cosas brillantes», afirma

Carlos Alcaraz firma autógrafos tras proclamarse campeón del Masters 1.000 de Miami
Carlos Alcaraz firma autógrafos tras proclamarse campeón del Masters 1.000 de MiamiWilfredo LeeAgencia AP

Juan Carlos Ferrero estaba en casa, guardando luto por el muy reciente fallecimiento de su padre, viendo los cuartos de final del Masters 1.000 de Miami en los que su pupilo, Carlos Alcaraz, se peleaba con el serbio Kecmanovic en el que ha sido el mejor partido del torneo. Ganó el murciano y «Juanki» lo tuvo claro: «Si pasa las semis voy para allá». Eso le dijo a quien tenía al lado, Antonio Martínez Cascales, su entrenador de toda la vida cuando era tenista y la persona que fundó y dirige la academia que lleva su nombre, la Equelite JC Ferrero, donde Alcaraz pasó de ser un chico con mucha proyección en el mundo del tenis a un tenista como la copa de un pino. Claro que superó esas semifinales, como se sabe, y Ferrero viajó a Miami y dio una sorpresa a Carlos, que pegó un saltó del sofá cuando lo vio sin esperarlo, y juntos vivieron el primer título de Masters 1.000 del joven de 18 años. Del futuro (ya presente) del tenis, como todos señalan, un factor más a tener en cuenta por su equipo: el halago debilita, calma, pero a la vez ambición.

Cascales, que a veces está en los torneos con Alcaraz, también iba a volar a Florida, pero finalmente se quedó en España por logística, para ayudar a Eva, la mujer de Juan Carlos, con sus tres hijos, un perro nuevo que tienen... Una sensación de familia que es la misma que tiene el propio Ferrero con Carlos y que trasciende la relación entrenador-tenista. Lo entrena desde que tenía 15 años y es una de las claves de su irrupción espectacular en la élite. Incluso ha rechazado dirigir a jugadores como Thiem o Tsitsipas porque sabe lo que tiene entre manos.

El tenista recurre a su abuelo para explicar su forma de competir. «Me decía que me enfocara en las tres ‘’C’': Cabeza, corazón y cojones». Antonio Martínez Cascales lo traduce de forma menos poética: consistencia, trabajo y actitud, unidas al talento natural que tiene el chico, que en el último año ha dado el estirón así, pum: en Miami 2021 jugó su primer Masters 1.000 y en Miami 2022, con sólo siete citas de este nivel a sus espaldas, campeón.

¿En qué ha mejorado? «En todos los sentidos. A nivel de golpes, el servicio ha mejorado mucho aunque aun tiene margen. A nivel de físico es más fuerte y es capaz ya de resistir partidos largos con los mejores», responde Cascales a este periódico. Fue pronto cuando Alcaraz se dio cuenta de que tenía que mejorar el cuerpo: con 16 años disputó su primer torneo ATP en Río, en 2020, y ganó a Albert Ramos, pero perdió en segunda ronda y acabó agotado. Si la vida es aprender, ahí tuvo una lección y se puso manos a la obra para tener la figura poderosa que luce ahora. Después, claro, eso hay que unirlo a ser cada vez mejor con la raqueta. La derecha, su golpe natural, es un cohete, pero en Miami ha mostrado un nivel espectacular con el golpe de revés. «Se ha trabajado para que pese a que intente escorarse de derecha [porque así puede dominar] no lo exagere y utilice su revés que es técnicamente muy fácil y natural, tanto el cruzado como el paralelo», cuenta Cascales. El siguiente aspecto es la táctica: que Alcaraz le pega duro salta a la vista, pero a veces eso no es suficiente y, más allá de las dejadas, que ejecuta de maravilla, sus pelotas más altas, los cambios de altura, han sido un factor determinante: «Esa bola alta se la ha hecho entrenar mucho Juan Carlos. El tiempo le ha dado la razón porque incomoda al rival, le hace cometer errores o le sirve para pasar al ataque después», prosigue con su análisis Cascales. Nada de esto es suficiente sin una buena cabeza. «El gran cambio ha sido mental», admite Alcaraz con el título en sus manos. «Ahora elige mejor los golpes y tiene menos altibajos», explica Antonio Martínez Cascales, que concluye: «No me sorprende lo que está haciendo porque le he visto desde hace tiempo hacer cosas muy brillantes. Y si a eso le unes consistencia, trabajo y actitud, que es lo que hace, pues la sorpresa es relativa».

A 29 puntos del “top 10″

Con el potencial mostrado y el margen de mejora lógico por su edad, Juan Carlos Ferrero afirma que ahora tendrá que hacer una burbuja alrededor de Alcaraz para que todo lo que supone haber ganado un título así, las alabanzas, las portadas, la llamada del Rey («Estaba más nervioso que en el partido», reconoció el campeón) no le despisten más de la cuenta. Ya han vuelto a España para descansar un poco y para despejar la cabeza jugando al golf, juntos. Para que Alcaraz vuelva a ser Carlitos a tiempo completo. Es como le llaman los suyos y es el nombre que pone en su raquetero, una pista más de su humildad, aunque en la cancha empiezan a mirarlo como Don Carlos. Con la clasificación actualizada, ya está once del mundo, pero a sólo 29 puntos del emblemático «top 10» y con poco que defender en tierra. Próxima parada: Montecarlo.