Londres
Garbiñe promete volver
Cayó ante Serena en la final de Wimbledon, pero dejó detalles de un futuro prometedor
La voracidad ganadora de Serena fue demasiado para Garbiñe en la final de Wimbledon, pero toda la pista central, incluida la pequeña de las Williams, se dio cuenta de que la española ha llegado a la élite para quedarse y que tiene tenis de sobra para jugar más partidos por el título en los «Grand Slams». «No estés triste, pronto conseguirás uno igual», decía la estadounidense, agarrada a su sexta bandeja londinense. Muguruza perdió, pero no estaba triste a pesar de las lágrimas, porque hay muchas formas de ganar y ella descubrió una ayer en el All England Tennis Club.
La hispano-venezolana tiene 12 años y 21 títulos de «Grand Slam» menos que su rival y de ahí el resultado (6-4 y 6-4) en poco menos de una hora y media, pero Garbiñe enamoró al entendido público inglés con su puesta en escena en el primer set y con la rebeldía que mostró en el segundo, con 5-1 por detrás y Serena en plan devoradora. Tanto al principio como al final del partido disfrutó Muguruza tal y como había prometido en la previa. Y sin verbalizarlo en el discurso, su tenis y su actitud hablaron por ella sobre la pista, confirmando que su raqueta guarda varias finales y puede que algunos títulos, como el que no pudo conquistar ayer.
El público premió su actitud y las lágrimas aparecieron después de muchos días cumpliendo el sueño que empezó a imaginar cuando se acercó por primera vez a una pista de tenis. Muchos años y horas de trabajo después, la digna heredera de Lilí Álvarez, Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez entraba en la central de Wimbledon para disputar el choque definitivo. El principio del partido fue suyo, porque aprovechó el titubeo inicial de Serena. Es una roca la estadounidense, aunque se notó que no tenía del todo claro cuánto daño podía hacerle Garbiñe. Se medía a una recién llegada con un potencial por descubrir y la número uno pareció agarrotada, como si sintiera que no tenía todo bajo control. Perdió el servicio en el primer juego, en el que Muguruza aprovechó los nervios y las dobles faltas de su enemiga. Confirmó la española el «break» en el segundo juego, mientras Williams se peleaba consigo misma y celebraba con rabia cada vez que su saque funcionaba. Hasta el 4-2 duró la tregua y el sueño de la que será número nueve mundial a partir de mañana. En el séptimo juego apareció el «huracán Serena» que, incluso sin mostrar su mejor versión, es arrasadora cuando domina. Cinco juegos seguidos firmó la norteamericana para arrebatar el primer set a la ilusión de su rival. También empezó ganando el segundo, que se le puso de cara muy pronto. Garbiñe se apuntó su primer servicio del segundo parcial, pero no estaba cómoda. Había dejado de disfrutar, iba a contrapié con su derecha y Serena apuntaba y encontraba las líneas con el cañón que tiene.
Perdió la sonrisa Muguruza y casi el partido (5-1), aunque no la esperanza. Los aplausos de la central le pedían un esfuerzo, como si sintieran que merecía estar más tiempo sobre la pista y despedirse con mejor sabor de boca. Ella les hizo caso y sacó su mejor tenis y mucho carácter. Williams ayudó aumentando su saldo de dobles faltas (que acabó en ocho) y desperdició hasta dos juegos en los que sirvió para ganar. Del 5-1 se pasó al 5-4, y al resto se coronó por sexta vez la todavía dominadora del circuito femenino. «Enhorabuena, sigues siendo la número uno», le dijo Garbiñe, recién convertida en una de las candidatas a destronarla. Había perdido claramente, pero también había aprendido mucho y demostrado que su nivel le da para estar en los próximos años en lo más alto. Ya se ha ganado estar en el «top 10» y también el respeto de Serena, que se levantó para aplaudir y reconocer el partido de su rival. «Es una gran jugadora. Jugó decidida a llevarse la victoria, no sólo a estar en la final, y eso dice mucho de ella. Nunca se dio por vencida», elogiaba Serena, feliz con su cuarto «grande» seguido y decidida a apuntarse el que le falta en 2015. Garbiñe perdió el partido, pero ganó el futuro. Con 21 años incomodó a Serena en muchos momentos y, tanto su juego como su carisma calaron en uno de los templos de la raqueta.
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