Opinión

Vinicius tiene un sueño, pero Tebas se encarga de torpedearlo

La gravedad de lo ocurrido con Vini aumentó exponencialmente cuando el que tenía que haberse puesto hace años al frente de la manifestación, el franquista y ex militante de Fuerza Nueva Javier Tebas optó por arremeter contra la víctima

Vinicius, en el partido en Mestalla
Vinicius, en el partido en MestallaEuropa Press

El 28 de agosto de 1963 se celebró en el National Mall de Washington DC, entre el Obelisco y el Monumento a Lincoln, una de las mayores manifestaciones de la historia de EEUU. Y allí Martin Luther King, el gran líder del movimiento por los derechos civiles y de la comunidad afroamericana, pronunció uno de los mejores discursos de la historia, comparable a los más recordados de Churchill y Kennedy:

-Tengo un sueño hoy, que un día esta nación se pondrá en pie y realizará el verdadero significado de su credo: que hay una verdad evidente por sí misma, que todos los hombres han sido creados iguales-.

Vinicius, como tantos futbolistas de color, alberga un sueño desde que empezó a jugar en las categorías inferiores del Flamengo en 2010: que llegaría un día en el que dejarían de injuriarle por el color de su piel. Se las prometía muy felices cuando aterrizó en Europa en 2018 pensando, ingenuo él, que por estos pagos las dosis de tolerancia eran mayores. Tan cierto es que España no es un país racista como sostienen él o la mema de Irene Montero, que habla de supremacismo “estructural”, como que los que sí ostentan tan inhumana condición lo son en cantidades industriales y se hacen oír.

Aún recuerdo cuando lo bajaron al Castilla para que se curtiese nada más incorporarse a la disciplina madridista. Una decisión más que discutible, entre otras razones, porque aquel chavalín de 18 años salió vivo de las canchas de Segunda B de milagro. Las entradas que le hacían eran escalofriantes, iban a romperle las piernas, los troncos que le marcaban, casi de la edad de sus padres, no podían permitir que aquel genial mocoso les rompiera la cintura una y otra vez.

Esta persecución se ha prolongado en el tiempo. Es alucinante que un extremo izquierdo como él figure en la cuarta categoría de jugadores más sancionados de España con 10 tarjetas amarillas, a sólo tres del españolista Óscar Gil, un lateral leñerito nivel dios. La roja de Mestalla se la levantaron porque al VAR del dueño de facto del Barça, Jaume Roures, se le despistaron las imágenes que hubieran obligado a castigar igualmente a Hugo Duro. Vamos, que hubo prevaricación y de las gordas. No sé si en todo esto tiene algo que ver el racismo pero cuidado porque las cosas suelen ser lo que parecen.

Más datos sobre los que no hay que comentar nada porque lo dicen todo: el 20 merengue ha sufrido 121 faltas en esta Liga, ¡¡¡25 más!!! que el segundo de la fila, Isi Palazón. Es el pelotero más pateado de los cinco grandes torneos de la regularidad. Y, luego, el malo es él.

Lo de ese repugnante racismo contra los deportistas negros no es algo de aquí ni de ahora sino que viene desde tiempos inmemoriales con los Juegos de Berlín en 1936 como diabólico epítome cuando el megagenocida Hitler se negó a felicitar al gran triunfador, el estadounidense Jesse Owens, nieto de esclavos. Y lo de Vinicius tampoco comenzó en Valencia, ni mucho menos. Los primeros gritos racistas datan de 2021 en el Camp Nou. Y en esta Liga ha habido 9 denuncias por episodios idénticos contra él, tres de ellas ya archivadas. De los polvos de la vista gorda hecha por la Fiscalía, vienen estos lodos. Cuando rebuznos tan graves como “¡Puto negro, hijo de puta!”, “Mono, puto mono” o “¡uh, uh, uh!” salen gratis, esta gentuza se cree que todo el monte es orégano y va a más.

La gravedad de lo ocurrido aumentó exponencialmente cuando el que tenía que haberse puesto hace años al frente de la manifestación, el franquista y ex militante de Fuerza Nueva Javier Tebas optó por arremeter contra la víctima, Vinicius, en lugar de censurar a los victimarios. Luego ha intentado remediar esa traición del subconsciente pero ya es demasiado tarde. Lo cierto es que por su culpa nuestra gran competición ha quedado a la altura del betún a nivel internacional y a nuestro país se le ha endosado la etiqueta de “racista”. Si no quieres manchar aún más el infinitesimal prestigio que te queda y si no quieres cargarte la Liga, vete ya, CorrupTebas. A ver si suena la flauta y llega el día en el que nuestro Rosa Parks, Vinicius, vea cumplido su sueño de jugar sin que se metan con él por el color de su piel.

Martin Luther King in memoriam