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¿Y si Undiano pitara la final de Copa?

¿Y si Undiano pitara la final de Copa?
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«Espero que Undiano no nos pite en lo que queda de temporada, por el bien del fútbol y del Real Madrid», decía Sergio Ramos recién salido de la ducha y todavía caliente tras su expulsión en el clásico. «En mi opinión, este árbitro no tiene el perfil para pitar este tipo de partidos. A lo mejor tiene que ser otro, si lo analizas hay muchos fallos en los dos lados. Le mirábamos y estaba blanco, un árbitro tiene que estar tranquilo, no estuvo al nivel del partido», añadía Cristiano, el otro peso pesado del vestuario madridista que se puso ante las cámaras para quejarse por el arbitraje de Undiano Mallenco. La versión oficial del club prefiere ser un poco más moderada que los dos futbolistas, aunque en esencia el mensaje es el mismo. «Todo el mundo ha visto lo que pasó», insisten desde el Bernabéu, donde ayer se preparó el recurso para pedir la anulación de la roja al defensa y se optó por pasar página y volver a dejar su lugar al fútbol, que vuelve mañana con la 30ª jornada de Liga.

El Real Madrid va a luchar por que su central esté disponible ante el Sevilla, y como le sucede a «CR7» y Sergio Ramos, prefiere no volver a encontrarse con Undiano al menos en lo que queda de temporada. La afición se queja especialmente por el penalti de Ramos, el no pitado a Bale y la no expulsión de Busquets, que se marchó sin sanción tras pisar la cabeza a Pepe cuando el portugués estaba tirado en el suelo. Varias jugadas conflictivas que, unidas a la decepción de la derrota, hacen que el madridismo vea con buenos ojos cruzarse lo menos posible con el colegiado navarro, el mejor español hace algún tiempo, pero que ahora se ha visto superado por Velasco Carballo. El madrileño, evidentemente, no puede arbitrar a clubes de su comunidad autónoma, con lo que la lista de candidatos a dirigir la próxima final de Copa tampoco es demasiado amplia.

Mateu Lahoz sería la alternativa más sólida, un colegiado con un estilo muy personal basado en dejar jugar y que no tiene una historia de desencuentros tan larga con el Real Madrid en los clásicos como Undiano. Mallenco ha dirigido nueve, con cinco victorias azulgranas y sólo tres blancas, mientras que en el apartado de las tarjetas la estadística está mucho más desequilibrada. El navarro ha mostrado más del doble de cartulinas amarillas a los madridistas (36) que a los jugadores del Barcelona (19) en los duelos entre los dos grandes del fútbol español (ver gráfico). Ramos, con la expulsión del domingo, sigue teniendo el dudoso honor de ser el futbolista más «castigado» por Undiano, que también ha expulsado a Di María y Lass Diarra en sus clásicos arbitrados.

En el Barcelona sólo Oleguer y Busquets vieron el camino de los vestuarios antes de tiempo frente al Madrid con Undiano en la dirección del juego.

Sólo son datos que, unidos a las sensaciones, hacen que el madridismo tuerza el gesto al ver a Undiano en los clásicos y que podría llevar al Comité de Árbitros a no contar con él a la hora de elegir al colegiado para la final de Copa del Rey del 16 de abril.

Para algunos, alejados de los colores de ambos equipos, lo ideal sería que no estuviera en Mestalla, porque tendría que ser un marciano para no verse afectado por la presión mediática previa. Ha hecho mucho ruido su actuación del pasado domingo y el estruendo volvería a resonar en la previa del partido. Su designación sería, además, saltarse las estadísticas anteriores, ya que supondría pitar tres veces en un curso un enfrentamiento que jamás ha dirigido en más de una ocasión por temporada desde que llegó a la élite.

«Te vas a casa indignado y con impotencia de haber podido llevarte algo más que nada ante el Barcelona. Mi jugada está clara, la he visto en el vestuario y, en primer lugar, hay fuera de juego de Neymar y luego yo me freno para que no haya contacto. Él se frena para que lo haya y no lo toco. Hay que elegir lo mejor que tenemos a nivel de árbitros para estos partidos en los que hay mucho en juego», insistía Sergio Ramos expresando una opinión que, según él, comparte el 90 por ciento de un vestuario que sólo piensa en levantarse y que sigue creyendo en la Liga.