Economía
Hasta 100 puntos de desventaja: la desigualdad en educación financiera juvenil
Un estudio de Funca revela que el entorno familiar pesa más de lo que creemos en educación financiera
En su tránsito hacia la vida adulta, los jóvenes enfrentan decisiones económicas cruciales —desde administrar sus ahorros hasta gestionar deudas o elegir productos financieros—, pero muchos lo hacen sin una preparación adecuada. La falta de educación financiera puede tener efectos duraderos: desde errores costosos hasta menor bienestar a largo plazo. Por eso, en los últimos años, varios países han incorporado contenidos financieros en la educación secundaria. Sin embargo, los resultados siguen siendo desiguales.
Las pruebas PISA revelan que una parte importante de los adolescentes no alcanza siquiera el nivel básico de competencia financiera. ¿Por qué ocurre esto, pese a los esfuerzos? El estudio Mapping Disadvantage in Adolescent Financial Literacy, recopilado por Funcas, propone una respuesta clara: las brechas no se explican por un solo factor, sino por la combinación de varios tipos de desventaja.
Tres ejes de desigualdad
El informe identifica tres grandes categorías que explican las diferencias de rendimiento financiero:
1. Desventaja cognitiva: Se refiere a bajos niveles en habilidades clave como matemáticas y lectura. Sin una buena base académica, los adolescentes tienen serias dificultades para entender conceptos financieros como el interés compuesto, comparar ofertas bancarias o interpretar recibos. Es, según el estudio, el factor que más impacto tiene: puede suponer hasta 58 puntos menos en la prueba PISA, una diferencia equivalente a más de medio nivel de competencia.
2. Desventaja estructural: Agrupa condiciones socioeconómicas adversas como bajos ingresos familiares, escaso nivel educativo de los padres o pertenencia a grupos minoritarios. Estas situaciones suelen implicar menos recursos en casa, menor apoyo escolar y acceso limitado a información financiera. La penalización media en el desempeño es de unos 41 puntos.
3. Desventaja situacional: Tiene que ver con la falta de experiencias prácticas en el manejo del dinero. Afecta a jóvenes que, pese a tener buenas notas o un entorno estable, nunca han hablado de finanzas en casa ni han recibido formación específica. Su impacto, aunque menor (−24 puntos en promedio), no es trivial. La buena noticia es que es la más fácil de corregir con intervenciones concretas.
Brechas que se acumulan
Cuando un estudiante presenta más de una de estas desventajas, los efectos se suman. En los casos más extremos, la diferencia llega a ser de casi 100 puntos PISA: el equivalente a pasar de un rendimiento sobresaliente a uno muy bajo. Esto deja en una posición de vulnerabilidad a miles de jóvenes que, sin ayuda, corren el riesgo de quedar excluidos del conocimiento financiero mínimo necesario para desenvolverse en la vida adulta.
¿Qué hacer?
El informe de Funcas propone varias recomendaciones clave:
Incluir la educación financiera en el currículo escolar obligatorio, desde etapas tempranas. Así se asegura que todos los jóvenes, sin importar su entorno, adquieran al menos una formación básica.
Reforzar las habilidades matemáticas y de lectura, ya que son la base para entender el lenguaje financiero.
Diseñar políticas integrales y multisectoriales, donde participen escuelas, gobiernos, bancos centrales y organismos de protección al consumidor, para garantizar materiales adecuados, formación docente, programas familiares y seguimiento de resultados.
En definitiva, la educación financiera juvenil no es solo un reto pedagógico, sino también social. Garantizar el acceso a estos conocimientos desde edades tempranas es una inversión en igualdad de oportunidades y en una ciudadanía más preparada para los desafíos del mundo económico.