Turismo
España pierde el tren del turismo internacional en julio
La incapacidad de lograr acuerdos bilaterales con nuestros principales mercados emisores, la demora de las pruebas piloto con viajeros alemanes en Baleares o el retraso en la apertura de nuestras fronteras ponen en peligro la temporada alta
El verano, y con él, la temporada alta del turismo, están a la vuelta de la esquina. La meta ya se atisba en el horizonte, pero España todavía la vislumbra muy borrosa. Aunque el pistoletazo de salida de la carrera de fondo por atraer al viajero internacional ya sonó hace algunas semanas para los principales destinos del Mediterráneo, nuestro país no ha reaccionado a él, se ha quedado demasiado atrás, torpe, rezagado y remolón. «En esta carrera, España ha salido demasiado tarde», reconoce Ramón Estalella, secretario general de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat). Y el peaje por ponerse el dorsal a destiempo puede salir muy caro a la industria, «porque pone en serio peligro que podamos llegar a tiempo de tener un mes de julio con visitantes extranjeros suficientes como para salvar económicamente a algunos destinos que viven principalmente de ellos, como las islas o la Costa del Sol, y eso son más de 15.000 millones de euros perdidos», advierten a LA RAZÓN fuentes del sector.
Si nada lo remedia, la tarta del turismo internacional se la comerán este verano otros destinos mediterráneos antes que España, «al menos la porción correspondiente al mes de julio, porque no estamos en buenas condiciones de competir y cargamos con una mochila muy pesada en la espalda. El flujo de viajeros este año será mucho más reducido y nuestra oferta es muy amplia, por lo que cumplir los objetivos económicos costará mucho y perder los primeros días del verano resultará muy perjudicial», dice Antonio María Núñez Tirado, consejero delegado de Tecnitur Consultores Turísticos.
Actitud inoperante
Mientras Portugal, Croacia, Grecia o Italia dieron las primeras zancadas de este maratón hace ya más de un mes con campañas de promoción para llamar la atención del turista internacional, España no solo ha permanecido rezagada sino que sus primeros movimientos han resultado, incluso, contraproducentes: «La decisión de imponer una cuarentena a los viajeros ha sido devastadora y seguimos a la cola de acciones proactivas en comparación con los países competidores. España será de los últimos de Schengen en levantar sus fronteras internas, lo que nos sitúa a la zaga de todos. Todavía reina la incertidumbre y ese es el ingrediente más peligroso para el turismo», lamentan las fuentes.
La inoperancia de España resulta preocupante para el sector. «Ya urge la necesidad de lograr acuerdos bilaterales con los principales mercados emisores, que en nuestro caso son Alemania, Reino Unido y Francia. Crear corredores turísticos seguros con ellos que permitan la movilidad de viajeros y que incluyan la conectividad aérea con todas las garantías es esencial, pues no hay que olvidar que el 80% de los visitantes que llegan a nuestro país cada año lo hacen en avión. Nuestra competencia ya lo ha hecho y eso nos deja en muy mala posición», explica José Serrano, director del Departamento de Ciencias Sociales y experto en Turismo de la Universidad Europea. Sin embargo, España no mueve ficha y está esperando a que sea la UE la que establezca un acuerdo marco común. «Pero eso es un grave error que pone de manifiesto una ingenuidad pasmosa e irresponsable por parte de España, porque cuando se logre esa apertura generalizada de fronteras ya será muy tarde para el turismo y el verano se nos habrá escapado», reprochan desde el sector.
Frente a ello, dar luz verde al desarrollo de una prueba piloto que permita a Baleares y a Canarias recibir turistas alemanes desde este mismo mes de junio se convierte en una imperiosa necesidad. «La idea ya está sobre la mesa, pero que se haga cuanto antes es clave. No hay tiempo que perder, porque estos ensayos nos permitirán verificar que somos capaces de recibir viajeros con garantías. Y transmitir ese mensaje será la mejor forma de atraer a nuevos visitantes», insiste Serrano.
Daño a la Marca España
Dar un buen mensaje ahora resulta vital. Todo el sector turístico, al unísono, coincide en que decretar la cuarentena a los viajeros en mayo y retrasar la apertura de nuestras fronteras hasta el 1 de julio han sido las peores decisiones que se ha tomado hasta el momento. Tampoco ayudan, sin duda, los vaivenes políticos y las idas y venidas en las declaraciones de los diferentes ministros españoles. «La política de comunicación ha sido nefasta, porque las vacaciones en Europa se planifican con mucho tiempo y, aunque la incertidumbre propia de la pandemia afecta a todos los destinos, España no ha dado ninguna seguridad a los turistas», recuerda Javier Morillas, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad CEU San Pablo de Madrid, quien lamenta que «la mala gestión de la pandemia y las contradicciones hayan suscitado críticas en la BBC y en medios alemanes, belgas y franceses. El coste reputacional para la Marca España está siendo muy grande y esto es algo que se tarda mucho tiempo en conseguir, pero como vemos, muy poco en dilapidar».
En esta misma dirección se posiciona Núñez Tirado, quien reconoce que «la mala imagen es veneno en materia turística, porque quita credibilidad y resta confianza. Por eso ahora es el momento de lanzar una potente campaña de promoción turística eficaz, porque lo que no se comunica, no existe», asegura. Así también lo cree Pablo Díaz, economista experto en turismo y profesor de la UOC, quien respalda que el Gobierno «apele a la prudencia en este momento, porque si se produce un rebrote sería una campaña imposible de levantar», aunque reconoce que «ahora es el momento de utilizar el marketing digital para llegar a todos los viajeros europeos que están pensando en reservar sus vacaciones. Debemos ser inteligentes y utilizar nuestros errores en positivo, es decir, vender la idea de que si nos hemos pasado de prudentes es porque queremos garantizar la seguridad de quien nos visita. Pero esto debemos hacerlo ya, porque es justo ahora cuando se realizarán la mayoría de reservas y sería imperdonable perder ese tren».
Para atraer al visitante internacional los expertos coinciden en que España tiene que jugar sus cartas como mejor sabe: «Apelando a la calidad de nuestra oferta turística, a la excelencia en el servicio y a la garantía que nos da la experiencia demostrada durante todos estos años. No debemos caer en la trampa de competir con otros destinos por precio, porque eso no nos interesa ni a corto ni a largo plazo. No se trata de llenar por llenar», recomienda Díaz. La estrategia oportuna podría ser decantarse «por un plan de reconstrucción con ayudas directas al sector turístico, tal y como sí están haciendo en Italia, Grecia o incluso Francia, pero en nuestro caso no hay liquidez para afrontar algo así», advierte Morillas. Por ello, este verano será el viajero nacional el que tendrá que mover la locomotora del turismo, aunque haya que conformarse con viajar al ralentí.
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