Funcionarios
«Lo del funcionario que se escapa al Corte Inglés es un ”fake”»
Entrevista a Miguel Borra, presidente del sindicato CSIF
Borra dirige sin estridencias uno de los sindicatos más valorados por su independencia. Aragonés, aunque le tire más el mar, se hizo una promesa durante el confinamiento: «Valorar más lo cotidiano». Y en esas anda, contando los días para rodar hacia el Mediterráneo con la familia, para tomar aliento ante el otoño ardiente que nos acecha.
-Estuvo muchos años vinculado a la gestión sanitaria, ¿qué sentía cuando toda España aplaudía a sus compañeros?
-Gratitud, pero también el lamento de que ese aliento no fuera acompañado por la acción política. Los sanitarios no estuvieron respaldados, por eso somos el país con más profesionales contagiados, superando los 50.000. Más del 10% de la plantilla se ha contagiado y se podía haber evitado con equipos de protección en vez de mascarillas «fake».
-¿Teme que las promesas de regeneración de la sanidad pública se queden en el aire?
-No lo temo, ya está pasando. Tenemos déficit de personal, hay despidos de interinos y una precarización de los MIR. En Alemania han superado con menos sacrificios la crisis sanitaria porque tienen 8 camas por cada 1.000 habitantes mientras que en España tenemos 3. Las vidas salvadas han sido a costa del sacrificio de miles de sanitarios porque tantos años de recortes no salen gratis. Por eso tenemos las listas de espera que tenemos y por eso nuestros profesionales se van a trabajar fuera. Pero, además, no hemos tenido un Ministerio de Sanidad a la altura, capaz de acudir en enero, cuando se sabía de la gravedad, a los mercados a comprar material para proteger a los sanitarios.
-¿Ha servido al menos la crisis para desterrar la mala fama de los funcionarios?
-Somos un país de tópicos. Cuando se ve el trabajo de los sanitarios, los jueces, los maestros, que han seguido dando clases con sus medios... El SEPE ha trabajado sábados y domingos, sacando expedientes pese a que solo son 7.500 y han puesto de su bolsillo los ordenadores y líneas. Los ciudadanos valoran el trabajo de los funcionarios, que están al servicio del país, no de un partido. A veces se utiliza la administración como una agencia de colocación, nombrando a dedo a decenas de directores generales con una excepción en la ley que dice que se podrá hacer cuando no haya un funcionario del grupo 1 disponible.
-¿Se refiere a los nombramientos del Gobierno en plena pandemia?
-Sí, aunque la norma la aprobó el PP.
-Hablando del SEPE, la ministra de Trabajo insiste en que se han pagado todos los ERTE y ustedes dicen que hay miles sin abonar...
-Nos consta que faltan miles de ERTE sin pagar y hay que solucionarlo ya porque, además, muchos ERTE convertirán en ERE. Un nuevo aluvión de trámites con una plantilla mermada.
-¿Se cierne otra congelación de sueldos a los funcionarios?
-La situación es tremenda, pero no podemos olvidar que, en 2010, Zapatero nos bajó entre el 5%y el 10% los sueldos, que no hemos recuperado, y que luego, entre 2011 y 2015, los tuvimos congelados. Llevamos diez años perdiendo poder adquisitivo, entre un 12% y un 17%. La solución no puede ser volver a reducir los salarios cuando muchos empleados públicos son mileuristas. Nos tenemos que empezar a plantear las decenas de miles de asesores que pululan y las duplicidades creadas.
-¿Dígame sus exigencias ante los Presupuestos?
-Pedimos un acuerdo de legislatura para modernizar las administraciones y fomentar el teletrabajo. Pedimos estabilización, acabar con la precariedad con ofertas de empleo público y la equiparación salarial, porque no es de recibo que siempre haya dos regiones donde los empleados estén mejor pagados que en el resto de España. Además, hay que modificar el estatuto básico del empleado público para que las lenguas cooficiales sean un mérito, pero no un requisito. Las lenguas no pueden ser una barrera.
-¿Cómo sienta ser referencia en la Función Pública y que les dejen siempre fuera en la política social?
-Esa es la consecuencia de la única ley que no se ha tocado. La ley de libertad sindical de 1985, que consagra el monopolio de dos sindicatos y limita la pluralidad. Nosotros tenemos la máxima representatividad en la administración, pero también en el ámbito privado, con 5.000 delegados, pese a las trabas que nos ponen.
-¿Son un sindicato de derechas o incómodo?
-Para nada, somos independientes. Parece que el que no se define de izquierdas es que defiende lo contrario. Hemos firmado buenos acuerdos con gobiernos socialistas y con gobiernos del PP. Somos más libres que cualquier otro sindicato.
-Confiese: ¿conoce algún funcionario que se larga al Corte Inglés en la pausa del café?
-No. Rotundamente no. Eso del Corte Inglés es un otro «fake». Los horarios de entrada en un hospital son los que son y hasta que no llega el relevo no se mueve nadie. Igual en las escuelas o en los ministerios. Vivimos en una sociedad que se rige por los estereotipos y se deja llevar por los bulos.
-¿Su rincón (seguro) de descanso?
-Me voy a Vera, en Almería. Tenemos un apartamento y llevo veintitantos años yendo. Es un lugar maravilloso. Algún fin de semana me iré a mi pueblo: Sinués. Me matan si no lo digo, está en el Pirineo, en el (oscense) Valle de Aísa. Pero estaré pendiente del correo electrónico y del móvil.
-¿Así es como pregona la desconexión?
-No puedo, que soy el presidente (ríe).
-¿Además de trabajar, qué hace en verano?
-Leer mucho y disfrutar de la familia. No hago nada raro ni cosas arriesgadas. Descansar y darme un chapuzón sin alejarme mucho de la costa (ríe).
-Un libro y un restaurante de Vera.
-«Historia contada de Aragón», de José Luis Corral. Y de restaurante (no duda), terraza Carmona.
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