Opinión
El turismo se desangra
La Administración atenaza su negocio al prohibirles realizar su actividad con normalidad pese a su inversión en seguridad
Ayer conocimos los datos de Coyuntura Turística Hotelera, que publica el INE, que vienen a confirmar que el turismo se está desangrando, además, de manera acelerada. Tras el cierre productivo decretado en marzo, pocos hoteles reabrieron tras la finalización del primer estado de alarma y sus prórrogas, de manera que muchos permanecen cerrados.
Los datos, como digo, confirman esta situación. El número de pernoctaciones de viajeros en octubre cayó, en tasa interanual, un 71,4%, que llega hasta un descenso del 92,3% si hablamos de las realizadas por no residentes. En el acumulado del año, el descenso también se sitúa en similares parámetros, con un retroceso del 72,2% respecto al mismo mes del año anterior. Como es obvio, el número de viajeros no nos arroja mejores cifras: desciende un 75,5% interanual, que en el acumulado del año –aquí se corrige algo por la pequeña mitigación del desastre en verano– se queda en un 66,8% menos. El turismo es una de las ramas de actividad económica principales en España. Según la cuenta satélite del turismo en España, el peso del turismo en el PIB alcanzó, en el último año disponible (2018) los 147.946 millones de euros, que representa el 12,3% del PIB. Ese volumen de actividad genera 2,62 millones de empleos, hasta representar el 12,7% del total nacional, con un crecimiento de su actividad de un 11,82% respecto a 2015, que en empleo se traduce en un incremento del 4,96%. Si, además, añadimos las actividades indirectas, como gran parte de la hostelería y del comercio, el peso del turismo en la economía española puede estar en un entorno cercano al 20%, con un nivel de empleo mucho mayor. El turismo y la hostelería, así como el comercio, no dan mucho más de sí. Son las actividades más afectadas por las fuertes, duras y, en muchos casos, absurdas restricciones impuestas desde las administraciones por quienes en una gran mayoría de casos no saben qué es gestionar un negocio, pagar facturas y nóminas y trabajar duro. Medidas que, además, no han dado buenos resultados.
La Administración atenaza su negocio al prohibirles realizar su actividad con normalidad pese a haber invertido cuantiosas cantidades en medidas de prevención y seguridad, y con tanto cambio e información confusa, genera un pánico entre la población que hace difícil que vuelvan a recibir una cifra normal de clientes en un tiempo aun cuando se levanten las restricciones. Es imprescindible, manteniendo la prudencia sanitaria, generar confianza y permitir su actividad normal, porque si no, uno de nuestros sostenes económicos habrá quedado arrasado para muchos años.
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