Opinión
Un horizonte económico sombrío
Lo que nos espera es una elevada merma de actividad económica y un fuerte aumento de paro, déficit y deuda
Tras lograr el apoyo del Congreso -mayoría basada en esa amalgama forjada por Sánchez en la moción de censura, que sólo tiene en común su interés en destruir España- a su proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado (PGE)y no haber en el Senado mayoría suficiente para imponer un veto que hiciese que las cuentas regresasen a la Cámara Baja, podría parecer que el presidente Sánchez cuenta con un camino cómodo por el que completar lo que resta de la legislatura. Sin embargo, no es así.
Dejando al margen que lo ortodoxo es que todos los años haya presupuesto y no que uno sirva para toda la legislatura, aunque la intención de Sánchez sea prorrogar las cuentas hasta 2023, no va a tenerlo fácil por distintas razones.
En primer lugar, porque, como bien ha señalado el Banco de España, los presupuestos deberán adaptarse a la nueva realidad económica con el objetivo de retornar a la senda de la estabilidad presupuestaria abandonada tras el gigantesco déficit con el que se cerrará 2020 y el muy alejado del protocolo de déficit excesivo con el que se prevé acabar 2021.
En segundo lugar, porque las estimaciones de gastos están realizadas a la baja, con lo que crecerán; porque la recaudación está calculada al alza, con lo que descenderá; y porque las previsiones económicas son irreales, de manera que caerá más la economía.
Y en tercer lugar, porque Sánchez ha fiado todo al fondo de recuperación procedente de la Unión Europea (UE), que ahora mismo está paralizado por Hungría y Polonia. Aunque funcione el ultimátum dado a estos dos países para desbloquearlo si no ceden en su veto al fondo y al presupuesto europeo, no será tan sencillo ni, en cualquier caso, tan rápido. Aunque se desbloquee, los fondos no llegarán hasta el último tercio de 2021.¿Qué va a hacer Sánchez? ¿Esperar? ¿Tomar más deuda para ir anticipando el pago de esos gastos? Con una llegada de los fondos tan tardía, anticipar su gasto es arriesgado, porque, al fin y al cabo, rompe con todo principio de prudencia contable. Por otra parte, la espera de los mismos puede ser tan larga que cuando arriben esos fondos quede ya muy poco plazo para su ejecución en el ejercicio de 2021. Todas las instituciones estiman que, en el mejor de los casos, no llegarán a tiempo 27.000 millones el año que viene, sino 14.000, e incluso menos de 10.000 millones.
En definitiva, el horizonte económico que nos sirve el Gobierno es sombrío, con elevada merma de actividad económica y fuerte aumento de paro, déficit y deuda.
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