Economía
La UE llega a un acuerdo histórico por valor de 390.000 millones de euros en subvenciones y 360.000 en préstamos
España prevé conseguir 140.000 millones de euros, 72.700 en ayudas directas
Hoy es uno de esos días que pasarán a la Historia de la Unión Europea. Tras cinco días de agónica cumbre cuya duración incluso rivaliza con la celebrada en Niza en 2001,los líderes europeos han llegado a un acuerdo para hacer frente a los estragos económicos del coronavirus y auxiliar a los países más golpeados.
Por primera vez, los Veintisiete han llegado a un pacto para emitir deuda común de manera extraordinaria por valor de 750.000 millones de euros. De esta cantidad, 390.000 millones de euros se transferirán en subvenciones a fondo perdido y 360.000 a través de créditos reembolsables a bajos tipos de interés. En su comparecencia ante la prensa, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez se felicitaba por este paso. “Es un gran acuerdo para Europa y para España. Se ha escrito una de las páginas más brillantes de la historia, un auténtica Plan Marshall con el que Europa ha enviado un mensaje contundente al mundo, diciendo o que está lista para los desafíos. La UE sale mucho más fuerte y los europeos salen ganando. El trabajo ha sido extenuante, pero el resultado ha merecido la pena”, ha asegurado Pedro Sánchez. El Gobierno calcula que España recibirá 140.000 millones de euros, 72.000 en ayudas directas.
El acuerdo ha sido posible tras resolverse el principal nudo gordiano que ha enfrentado a Norte y Sur del club comunitario durante cuatro días, a veces de manera feroz: el tamaño del Fondo de Reconstrucción para hacer frente a los estragos económicos ocasionados por el coronavirus y el porcentaje entre subvenciones a fondo perdido y créditos reembolsables. Al final, se mantiene el tamaño del fondo por valor de 750.000 millones de euros y se deja casi en tablas la relación entre subvenciones y créditos, con una ligera ventaja para los primeros. Tras tensos rifirrafes, los autodenominados países frugales liderados por Holanda, grupo del que también forman parte Austria, Dinamarca, Suecia y Finlandia han aceptado el máximo de 390.000 millones de euros en transferencias directas con el objetivo de no seguir engordando la deuda de los países más golpeados por la pandemia (la propuesta inicial de la Comisión Europea consistía en 50.000), mientras que los 360.000 millones de euros restantes serán en créditos (frente a los 250.000 del documento presentado por el ejecutivo comunitario).
Los países del sur del club europeo habían estado batallando para que la cantidad en subvenciones a fondo perdido ascendiera a 400.000 millones de euros, pero han acabado conformándose con esta cantidad. Este dinero se movilizará a través de los mercados financieros con una emisión excepcional de deuda común europea, en un operación a gran escala sin precedentes en la historia comunitaria. De esta forma, los países que más fondos reciban no son los que tendrán que devolver más dinero.
Aunque esta cifra suponga un importante descenso desde el montante defendido tanto por la Comisión Europea como por el eje franco- alemán, los partidarios de la austeridad venden este paso como una gran cesión ya que su punto de partida negociador estaba basado en 0 subvenciones y tan sólo admitía los créditos reembolsables.
¿Qué consiguen los países frugales a cambio de esta supuesta gran renuncia? Una estrecha vigilancia sobre las reformas a cambio del dinero europeo y engordar los denominados rebates , las cantidades compensatorias por ser contribuyentes netos (aportan más de lo que reciben) al presupuesto comunitario en el marco 2021-27, a imagen y semejanza del famoso cheque británico negociado por Margaret Thatcher en 1984.
Freno de emergencia
En cuanto a la vigilancia sobre las reformas, Rutte también se sale en parte con la suya con la puesta en marcha de un freno de emergencia que podría activarse en casos excepcionales y poner en la picota la credibilidad de un país e incluso amagar con el bloqueo de los fondos o, al menos, retrasar su desembolso. Puede que éste sea un “botón nuclear” que nunca sea utilizado, pero permite que el ministro holandés vuelva pletórico a la Haya, tras haber disfrutado su papel de villano de la cumbre. Según el texto acordado, la Comisión Europea será la encargada de realizar el primer análisis sobre los planes de reformas enviados por el gobiernos europeos. El dinero deberá dedicarse a la doble transición energética y digital y deberán llevarse a cabo las recomendaciones efectuadas por Bruselas dentro del proceso de Semestre Europeo, que en el caso de nuestro país incluyen asegurar la sostenibilidad de las pensiones y la profundización de la reforma laboral. Este análisis de los planes de reforma efectuado por el ejecutivo comunitario deberá pasar también el visto bueno de las socios europeos por mayoría cualificada (55% de los Estados con el 65% de la población).
A pesar de esta revalida por parte de las capitales, el texto presentado por Michel deja la puerta abierta a que “de manera excepcional” , “uno o más países” puedan convocar a un Estado para que de explicaciones ante el resto de los jefes de Estado y de Gobierno en caso de “serias desviaciones” de los objetivos dentro de estos planes de reformas.
Aunque el ejecutivo comunitario no comparta este criterio, al considerar que el país está cumpliendo lo estipulado, la propuesta de Michel da poder a un solo socio para bloquear el pago, al menos de manera temporal, hasta que los líderes europeos no hayan discutido de manera exhaustiva este tema. Este proceso no podrá dilatarse más de tres meses después de que la Comisión haya preguntado al Comité Económico y Financiero ( un órgano consultivo) sobre su decisión.
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