Internacional

JUAN RAMÓN RALLO

La destrucción económica de Venezuela

El chavismo ha destruido un país que podía ser tan rico como noruega por fiarlo todo al petróleo y por la represión social que ha ejercido

La hoja de ruta de la «revolución roja»
La hoja de ruta de la «revolución roja»Ariana CubillosAP

En artículos anteriores hemos tenido ocasión de exponer la trágica situación de Venezuela: la renta per capita se ha desplomado un 75% desde 2013, el 96% de la población vive en situación de pobreza, el 30% de los menores sufren de desnutrición crónica y el 90% de los hogares padecen cortes eléctricos regulares. Pero, ¿cómo es posible que la situación haya degenerado tanto y tan rápido? En esencia, por cinco razones.

Primero, la economía venezolana es terriblemente dependiente del petróleo. Eso no es algo que empezara con el chavismo, pero sí fue algo que el chavismo y exacerbó para financiar su Estado clientelar. Por ejemplo, en 2012 el 95% de las exportaciones venezolanas eran petróleo, de modo que la república bolivariana era en realidad una economía de monocultivo de crudo. En la práctica, sólo producía petróleo y lo exportaba para importar aquello que necesitaba y no producía. Sin embargo, a partir de 2013 los ingresos petroleros comenzaron a secarse. Los precios internacionales del petróleo fueron declinando y la producción venezolana pasó de 2,5 millones de barriles diarios a menos de medio millón como consecuencia del progresivo desmantelamiento de PDVSA por la oligarquía chavista. Menor producción y precios significan un desplome de los ingresos por petróleo y, por tanto, desplome del PIB y de la renta per capita.

Segundo, el desplome de las rentas del petróleo no sólo perjudica el PIB, sino también a los ingresos del Estado. En consecuencia, el Gobierno venezolano debería haber recortado sus gastos para evitar caer en un gigantesco déficit público, pero no lo hizo. En su lugar, prefirió recurrir a la monetización del déficit a través del banco central y la consecuencia de ello fue una de las mayores hiperinflaciones de la historia: desde el año 1998, cuando Chávez llega al poder, la inflación acumulada ha sido de 1.300.000.000.000%. Quien tuviera mil millones de bolívares en 1998, hoy tendría un poder adquisitivo equivalente a 7,5 bolívares.

Tercero, frente al estallido de la inflación, el régimen bolivariano optó por establecer controles generales de precios para intentar evitar que ésta dañara a las clases populares. Pero la consecuencia de tales controles fue dañar más la economía. Como se obligaba a los empresarios a vender a precios más bajos de lo que les costaba producir, la inversión se esfumó y el PIB se hundió más.

Cuarto, la respuesta social a esta brutal crisis económica fue el rechazo generalizado el régimen de Maduro. En 2015, la oposición venezolana ganó las elecciones parlamentarias. El chavismo tuvo entonces que reforzar su estrategia represora para asegurarse la perpetuidad en el poder. En 2017, creó un parlamento paralelo cuyas elecciones amañó vilmente. Y, como consecuencia de este golpe de estado, la comunidad internacional comenzó a aislar al régimen de Maduro, llegando en algunos casos a establecer sanciones que le dificultaban exportar petróleo. Por consiguiente, la economía sufrió nuevamente.

Y por último, ante la absoluta debacle del país, más de 5 millones de venezolanos han abandonado su patria. Semejante éxodo ha descapitalizado humanamente a Venezuela y la ha apuntillado.

Ahí tienen resumido, pues, en cinco pasos cómo el chavismo ha destruido un país que podría ser tan próspero como Noruega.

Tipos negativos

La deuda pública española a diez años ha comenzado a cotizar a tipos de interés negativos esta semana. La noticia les podrá parecer sorprendente a muchos, pero no lo es tanto. Por un lado, en el conjunto del planeta existe una tendencia a que se establezcan tipos negativos sobre activos financieros de bajo riesgo (como la deuda pública que emiten gobiernos solventes). La demanda de activos de bajo riesgo es muy superior a la oferta y por eso sus tipos de interés entran en terreno negativo. Por otro, la deuda pública española tiene ahora mismo la consideración inversora de activo de bajo riesgo porque cuenta con el aval y la protección de la eurozona. Se entiende que, si no fuéramos capaces de pagar con nuestros recursos, el resto de países socios nos rescatarían. Son más bien, bonos de la eurozona.

¿Creceremos en el cuarto trimestre?

¿Cuánto crecerá España durante el cuarto trimestre de este año? De acuerdo con los cálculos del ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, un 2,4%. Según el pronóstico del Banco de España, experimentaremos un leve retroceso respecto al tercer trimestre. Hasta cierto punto es comprensible que exista semejante divergencia en las estimaciones. Mientras que los datos económicos de octubre y, sobre todo, de noviembre fueron horribles, los de diciembre empiezan a ser bastante buenos. La razón es fácil de entender: la marcha de la economía depende de la marcha de la pandemia. En octubre y noviembre la pandemia se había descontrolado y en diciembre parece volver a estar bajo control. El saldo neto lo conoceremos a final de mes. De momento sabemos que si estalla una tercera ola, la economía volverá a resentirse.

Semana laboral de cuatro días

El ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, no se ha limitado a hacer pronósticos sobre la tasa de crecimiento económico de España en el cuarto trimestre del año, sino que también ha rechazado la idea que están empezando a impulsar desde Unidas Podemos y Más País sobre la semana laboral de cuatro días. De acuerdo con el ministro, sin aumentos de la productividad semejante medida no es viable en España. Y la productividad de nuestro país lleva tres décadas estancada. Además, la estructura económica de España hace difícilmente imaginable que por el hecho de trabajar sólo cuatro días a la semana vaya a haber un generalizado aumento de la productividad. Por ejemplo, en el sector de la hostelería o de la restauración esto no podría suceder por cuanto el servicio se presta presencialmente por horas.