Análisis

¿En qué consistirán los 11.000 millones de ayudas de Sánchez?

Cualquiera de las opciones por las que pueda optar el Gobierno para asignar los fondos tiene muchas opciones para salir mal

El 80% de las empresas españolas no tiene liquidez para pagar las facturas dentro del plazo
El 80% de las empresas españolas no tiene liquidez para pagar las facturas dentro del plazolarazon

España ha sido el país de la UE que ha otorgado menos ayudas directas a sus empresas: apenas el 1,3% del PIBfrente a otros países que, como Alemania, han invertido más del 4%. Hasta la fecha, nuestro Gobierno se había centrado en dos frentes. Por un lado, extender créditos ICO en condiciones blandas y por otro, hacerse cargo de la nómina de las empresas en problemas a través de los ERTE. Pero no ha habido ayudas directas.

Acaso por ello, Sánchez anunció sorpresivamente esta semana un plan adicional de 11.000 millones de euros para impulsar a los sectores más afectados por la crisis, muy en especial la hostelería y la restauración. Se trató de un anuncio escueto del que no hemos conocido muchos más detalles y que parece haber sido fruto de la improvisación. No obstante, proclamado su compromiso, el Ejecutivo tendrá que inventarse algo que desarrolle el plan. ¿En qué puede consistir?

La primera opción sería la menos ambiciosa, un nuevo programa de préstamos a pymes, esto es, una especie de ampliación de los ICO. Tal medida, empero, no se diferenciaría demasiado de todas las ayudas que ya se hallan vigentes en la actualidad. Si las empresas en dificultades ya están muy endeudadas, difícilmente querrán asumir nuevas deudas que pongan su delicada situación financiera todavía más contra las cuerdas. De ahí que algunos hayan sugerido que, a diferencia de las líneas de crédito precedentes, ésta daría la opción al Estado de entrar en el capital de estas compañías, lo que permitiría recapitalizarlas y devolverlas a la viabilidad. El problema es que, en caso de seguir esta estrategia, el Estado podría terminar convirtiéndose en accionista de muchas pymes, lo que no tendría demasiado sentido económico y convertiría la desinversión futura en un auténtico reto.

Otra opción sería la de que esos 11.000 millones se materializaran en forma de quitas a los créditos ICO ya otorgados. En tal caso, las empresas sí recibirían una inyección directa de capital, porque la condonación de un pasivo implica el aumento de su solvencia. Sin embargo, como parte de la quita debería ser asumida por la banca (recordemos que el Estado actuó como avalista parcial de esos créditos), las entidades se están resistiendo a que el Estado les traslade el agujero financiero del resto de empresas. Y el Estado, por su parte, también se niega a cubrir la parte imputable a los bancos.

Y, finalmente, la tercera posibilidad sería que el Estado remitiera transferencias directas de fondos a las empresas en dificultades. Sin embargo, esta opción parece la menos verosímil de todas porque, en cierto modo, el Gobierno considera altamente probable que en algún momento futuro va a tener que efectuar quitas sobre los créditos ICO. Y no quiere añadir a ese previsible coste presupuestario futuro un mayor, e independiente, coste presupuestario presente en forma de transferencias directas.

Sea como fuere, recordemos que cualquier plan de ayudas directas debería estar regido por dos criterios: su compatibilidad con la sostenibilidad financiera del Estado y no convertirlo en un rescate de empresas inviables y zombies (algo bastante probable si es el Estado quien selecciona quién debe ser rescatado y quién no). Muchas papeletas, por tanto, para que la operación, si sale adelante, termine saliendo mal.

Control de alquileres

Partido Socialista y Podemos están en plena batalla por reformar el mercado del alquiler en España. Podemos le reclama a su socio de Gobierno que establezca límites a los precios del alquiler, pero los socialistas se resisten conscientes de que no son una forma de solucionar el problema sino de agravarlo. Y es que, en Alemania, país al que suele remitirse Podemos para defender su propuesta, la congelación de los alquileres decretada en 2020 en la capital, Berlín, ha provocado, según los primeros análisis de los que disponemos, una reducción del 50% en la oferta de viviendas en alquiler. En lugar de facilitar la accesibilidad a una vivienda, este tipo de medidas la obstaculizan mucho más. La receta no debería pasar por controlar precios, sino por ampliar la oferta de vivienda que hay disponible para arrendamiento.

Falta de competencia en el mercado eléctrico

De acuerdo con un reciente informe divulgado por la Comisión Europea, España es el mercado eléctrico europeo con mayores barreras de entrada a la competencia, esto es, aquél donde las grandes eléctricas están más protegidas frente a la entrada potencial de nuevos rivales. Si bien muchas de las críticas que efectúa Podemos contra el sistema eléctrico carecen de auténtico fundamento, la falta de genuina competencia dentro de este mercado no es una de ellas y constituye, por tanto, una asignatura muy importante que el Ejecutivo no debería dejar para septiembre. Si el Gobierno desea de verdad abaratar la factura de la electricidad, menos impuestos y más competencia por la vía de liberalizar el sector, dos medidas que sólo el sector público puede adoptar. Pero no confiemos en que vaya a suceder ni la una ni la otra.

Encarecimiento del petróleo

El precio del petróleo ha iniciado una fuerte escalada durante las últimas semanas hasta ubicarse a su nivel más elevado desde finales de 2019. Para el conocido como «oro negro», pues, la pandemia ya ha quedado atrás a pesar de que los niveles de actividad global están todavía muy alejados de los máximos pre-pandemia. Siendo así, ¿a qué se debe esta fuerte subida del precio del crudo? Previsiblemente, a que la mayoría de operadores están descontando una intensa recuperación que revivifique a los sectores tradicionales intensivos en petróleo y, por tanto, están apostando por que los precios actuales se consoliden por fundamentales en el futuro. Ojalá sea así, aunque puede ser precipitado considerar que no va a haber ninguna cuarta ola de la pandamia o que el triunfo de la vacunación va a ser inexorable en todo el mundo.