Entrevista

Manuel Pérez-Sala: “El coste del despido tendría que estar entre 12 y 15 días como en algunos países»

El presidente del Círculo de Empresarios habla de “reducir el gasto antes que de subir impuestos”

Manuel Pérez-Sala, presidente del Circulo de Empresarios.@Cipriano Pastrano
Manuel Pérez-Sala, presidente del Circulo de Empresarios.@Cipriano PastranoCipriano Pastrano DelgadoLa Raz—n

Manuel Pérez-Sala, presidente desde el pasado 9 de marzo del Círculo de Empresarios, cree que, «en estos tiempos tan difíciles», es más necesario que nunca hacer propuestas valientes que beneficien al conjunto de la sociedad. Este fue el motivo, apunta, que le empujó a ocupar el cargo de presidente del Círculo de Empresarios, una institución fundada en 1977. «Sé que asumo un sacrificio personal, pero quiero contribuir, en la medida de lo posible, a solucionar los problemas de mis conciudadanos».

¿Qué valoración hacen desde el Círculo a la gestión del Gobierno de la pandemia?

Es manifiestamente mejorable. España ha sido el país que más ha sufrido los efectos de la COVID-19, tanto por el confinamiento como por sus secuelas en nuestra economía. Las cosas se podrían haber hecho mejor. Hemos echado de menos una actitud más conciliadora.

¿Qué le parece que no haya una prórroga del estado de alarma?

Debería haberse buscado un esquema legislativo, una ley de emergencia sanitaria que permita, al vencimiento del estado de alarma, contar con unos mecanismos legales para gestionar la crisis sanitaria. El Gobierno ha tenido tiempo de sobra para desarrollarla. No nos parece bien que termine el estado de alarma y no tengamos un mecanismo legislativo que permita a las comunidades autónomas gestionar la crisis sanitaria.

¿Cómo valora la situación económica y las expectativas de recuperación? ¿Cuándo cree que volveremos a recuperar el pulso económico?

Recuperar la situación económica anterior a la pandemia no se producirá hasta finales del año 2022 o principios de 2023. Será una recuperación lenta y dolorosa. España ha sido el país más afectado por la pandemia y determinadas medidas y reformas estructurales que se tendrían que haber acometido no se han hecho. Por tanto estamos en peor condición que otros países para encontrar esa recuperación.

¿Cuáles son esas reformas?

Algunas es imprescindible que se pongan en marcha ya, como la reforma laboral, la de pensiones y la reforma impositiva en sentido amplio. Es decir, no solo basada en la subida de impuestos sino en la contención de gasto, en la eficiencia y en la gestión.

En materia laboral ustedes proponen abaratar el despido en línea con lo dicho recientemente por el gobernador del Banco de España...

Antes de nada debería alcanzarse un gran pacto por el empleo. Porque el gran problema de España es el paro y seguimos sin aplicar soluciones diferentes a las tradicionales. Me gusta citar una frase de Einsten que dice que es una locura tratar de obtener resultados diferentes haciendo siempre las mismas cosas, que es lo que se hace en el ámbito laboral en España. Hay que actuar en varios frentes. Lo primero de todo, conseguir acabar con la temporalidad, cuya causa son los altos costes de indemnización de los contratos indefinidos. No queremos ningún planteamiento extraño, sino que se copien los sistemas de indemnización de países como Alemania, Austria, Dinamarca o Suecia, con indemnizaciones de entre 12 y 15 días por año trabajado. Solo así se acabará con la temporalidad. No hablamos de abaratar el despido con carácter retroactivo, sino para los nuevos contratos.

¿Ese gran pacto por el empleo es posible o es un brindis al sol?

Hay que simplificar los contratos en tres tipos (indefinido, temporal y de formación), bajar el coste del despido, hacer un esfuerzo en formación y buscar todas las fórmulas que permitan aumentar la flexibilidad del mercado laboral. Cualquier otra cosa va a perjudicar el empleo. En muchas ocasiones no percibimos el efecto negativo de algunas reformas porque no se ve directamente. Por ejemplo, en España se va a crear empleo en los próximos meses, pero si vamos en la dirección que apuntan las reformas se creará muchos menos que el se podría crear. Hacer reformas que reduzcan la capacidad de la economía para crear empleo es malo. Mientras el pacto político no se dirija hacia la centralidad, va a ser muy difícil recuperarnos.

En cuanto a la reforma de las pensiones, ¿qué proponen?

Hay que reformarlo todo. No estamos ante una situación en la que solo basta retocar un parámetro, aunque vaya en la buena dirección. Es bueno que se retrase la edad de jubilación pero no es suficiente. Además hay que concienciar a la opinión pública de que hay que hacerlo, y la mejor manera es adoptar un sistema de cuentas nocionales, es decir que cada ciudadano sepa lo que ha contribuido al sistema de pensiones y cuál sería la cantidad que le correspondería recibir en función de la edad de jubilación. De tal manera que él mismo pudiera elegir la edad de jubilación en función de su prestación. Un sistema de cuentas nocionales nos lleva a la modificación de todos los parámetros. Es decir, se tendría en cuenta la totalidad de las contribuciones para la determinación de la pensión. Se podría elegir y retrasar la edad de jubilación en función de la cotización realizada y de la previsión de pensión esperable. Esta situación dependería también de la esperanza de vida, podría modularse a medida que aumentar la esperanza de vida. Este problema, o lo solucionamos ahora o nos dará problemas durante los próximos 30 años. El plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno no reconoce la realidad del problema y nos va a conducir a una situación de incremento de deuda explosiva. Si actualizamos las pensiones al IPC, sin ninguna consideración a la situación de la economía, nuestra deuda podría incrementarse de aquí al 2050 un 60% más del PIB; y ya está en el 120%. Es inaceptable.

Pero estas son medidas muy impopulares...

Por eso hay que convencer a la ciudadanía de que esto no es un capricho sino una necesidad. Si los pensionistas supieran que están recibiendo algo superior a lo que hubieran recibido en relación a sus aportaciones, eso les haría ver de alguna manera que no están en una situación desfavorable. Y si además el pensionista entiende que una política imprudente en la revaloración de las pensiones podría provocar un retraso muy significativo de la edad de jubilación que afectaría a sus hijos y a sus nietos, sería mucho más sensible. Las personas con una jubilación alta tienen que valorar que su sacrifico va a permitir que sus hijos y sus nietos no se jubilen tan tarde y que lo hagan con unas condiciones lo más parecidas a las suyas. Pero es que el sistema público de pensiones no da para mucho más. En 1978 la esperanza de vida era de de 75 años y hoy está en los 84. Antes, por cada pensionista había 2,7 cotizantes, mientras que ahora rondamos los dos cotizantes, y en 2050 habrá 1,5 cotizantes por cada pensionista, y esto es insostenible. Por tanto, la única forma matemática de cuadrar el círculo es retrasar la edad de jubilación. Esto es un pacto intergeneracional, donde todos entendamos cómo funciona el sistema y asumamos sacrificios y compromisos con el futuro de nuestros hijos.

¿Pero hace falta un pacto político también?

A corto plazo no lo veo posible. Si en algún momento los políticos entienden que las reformas son absolutamente necesarias para la modernidad y supervivencia de una economía tendrán que hacerlo desde la centralidad. Donde estamos ahora, no podemos llegar a ningún pacto que solucione los problemas.

¿Qué le parecen los planes del ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá?

Me parece que van en la buena dirección pero son insuficientes. El retraso de la edad de jubilación es positivo como lo es desincentivar la jubilación anticipada, pero no basta. De esta forma no arreglamos el problema. Hay que ir más allá. Y las pensiones, aunque lo digan los políticos, no están garantizadas, los únicos que las garantizan son los ciudadanos, cada vez que pagamos las cotizaciones sociales y creamos empleo y riqueza.

¿Qué reforma fiscal proponen?

El Gobierno, antes de proponer subidas fiscales, debería hacer un planteamiento serio sobre cómo reducir el gasto público y sobre cómo ser más eficiente con el mismo, y de momento no está dando muestras de ir en esa dirección.

Pero la ministra de Trabajo, Yolanda Gómez, ya ha dicho que no va a reducir el gasto público.

Para pedir a la sociedad un esfuerzo fiscal hay que empezar por dar ejemplo. Si hay que remar en una determinada dirección mejor que lo hagamos hacia la misma orilla. Decir que no se va a reducir el gasto público o que no se va aumentar la eficiencia del Estado no va a fomentar de ninguna forma una actitud positiva de los ciudadanos españoles ante cualquier planteamiento de subidas de impuestos. De este modo los globos sonda que estamos recibiendo estos días producirán un enorme rechazo. Sin embargo, si el planteamiento fuera que vamos a ser estrictos con el gasto, es posible que los ciudadanos pudieran entender alguna forma de subida de impuestos. Si no, habrá un rechazo generalizado. Porque, además, las únicas subidas efectivas van a a ir dirigidas contra la clase media. No se puede aumentar la recaudación si no sale de la clase media, y como consecuencia las medidas planteadas van a sufrir un enorme rechazo.

¿Qué tipo de acciones o de subidas concretas proponen desde el Círculo?

A nosotros no nos gustan las subidas fiscales. Lo primero que esperamos es una racionalización del gasto público. Dicho esto quiero referirme a esa mal llamada diferencia fiscal entre España y el resto de Europa. La presión fiscal sobre las rentas de capital es superior en España respecto a la media europea. La presión fiscal sobre el consumo es ligeramente inferior y la única manera de mejorarla es cambiar aquellos productos o servicios sobre los que se aplican ciertos tipos, pero no subirlos, porque España tiene ya un tipo máximo del 21% sobre el consumo, mientras que en Alemania está en el 19%. Por lo tanto no es un problema de tipos sino de bases. Por ejemplo, si el ciudadano tiene que pagar un tipo máximo del 21% de IVA en lugar de un 10% por un producto concreto, a lo mejor tendría que pagar menos por otros productos o servicios e igualar determinadas imposiciones que hay en Europa. Intentemos ofrecer a los ciudadanos con rentas más bajas una fiscalidad más baja en algún tipo de consumo. Donde más problema tenemos es en la recaudación de las rentas del trabajo. En cotizaciones sociales estamos por encima de la media europea, por lo que no hay margen para subirlas más y además perjudicaríamos el empleo. El problema está en el IRPF que recauda el Estado, que está cinco puntos por debajo de lo que se recauda en otros países, a causa de nuestros niveles de desempleo. No podemos mejorar la recaudación si no solucionamos el desempleo. Tenemos otro problema y es la economía sumergida. El Plan de Recuperación y Resiliencia que el Gobierno ha enviado a Bruselas no contempla ninguna medida en ese sentido y España tiene niveles de economía sumergida superiores a los de otros países europeos.

¿Qué opina de los impuestos a la riqueza?

No estamos en contra de impuestos racionales. El problema de España es que aplica todos los impuestos habidos y por haber y de forma encadenada. Por ejemplo: en ningún país de Europa coexisten el impuesto sobre ganancias de capital, impuesto de patrimonio, el de sucesiones y el de donaciones. En Holanda hay un pequeño impuesto de patrimonio, también en Suecia o en Noruega. Si ya tenemos todos los impuestos no podemos incrementarlos. Se podría reducir el impuesto sobre ganancias de capital, donde el Estado recauda más que sobre el de patrimonio. Pedimos racionalizar los impuestos para no gravar dos veces la misma cosa y con la propia estructura impositiva incentivar el ahorro. Debemos olvidarnos de nuestras discusiones internas y armonizarnos con Europa. Construir un sistema fiscal moderno que se parezca al que tienen otros países europeos.

Pero no es eso lo que propone la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.

No, no lo es. Por eso decimos que no vamos por el buen camino.

¿Es Madrid un paraíso fiscal como han dicho algunos?

No lo es. Madrid tiene unos impuestos muy parecidos a los que tienen otros países de Europa, que a nadie se le ocurriría tildar de paraísos fiscales, como son Alemania, Austria o Francia. El problema es que muchas comunidades autónomas, por un cierto afán recaudatorio, han ido superponiendo determinadas figuras impositivas y lo que quieren ahora es que el resto haga lo mismo, es decir armonizar la situación fiscal pero hacia arriba para pagar más impuestos.

¿Para qué debería servir el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de Europa?

Debería servir para modernizar con inversiones la economía española y para llevar en la buena dirección las grandes reformas económicas. Después de conocer los 30 componentes del plan tenemos una gran preocupación. Porque mientras otros países cuantifican las reformas estructurales, España no lo hace. Y no lo hace porque de hacerlo sería bastante negativo. Si se aprueban de forma provisional estos fondos, en la medida en que las reformas no vayan alineadas con los objetivos europeos, nos vamos a encontrar con un problema a medio y largo plazo. Como consecuencia Europa podría condicionar la percepción de los fondos a reformas que mejoren la economía española. Nos preocupa que no se hayan cuantificado y en el resto de países sí.

¿Cuánto dinero cree que va a llegar a España?

Pues este año poco dinero, de los 27.000 millones inicialmente previstos, llegarán entre 5.000 y 9.000 millones. Menos del previsto, y que sigan llegando los fondos depende de que hagamos bien los deberes y no sabemos todavía qué tenemos que hacer cuando están pidiendo a la sociedad española sacrificios.

¿En dicho plan se prevé reducir el déficit público en el año 2024, ¿es asumible?

No, el gran problema de nuestro plan es que no hemos hecho una estimación de deuda. No es realista pensar que con el problema de las pensiones reduzcamos nuestro déficit al 3% en tres años, porque el déficit tiene una tendencia a incrementarse por el efecto enorme de las pensiones. Por tanto, no estamos reestructurando nuestra economía para tener un déficit controlado. Esto es un espejismo que se acaba en el año 2024, y como ha remarcado la Airef, no se nos ha dicho cómo se va a controlar la deuda. Si al final no conseguimos rebajar la deuda tendremos un enorme problema de credibilidad y en los mercados financieros España no se va a poder financiar.

¿Es el plan una vía hacia un rescate?

No sé lo que pasará en los próximos años, pero sí que el plan no va en la dirección correcta.

¿Qué la parece la salida de Pablo Iglesias del Gobierno y el efecto que pueda tener Isabel Díaz Ayuso y su victoria sobre la dirección nacional del PP?

Nosotros no hacemos valoraciones políticas. Lo único que nos preocupa es que nuestros políticos tomen decisiones en la buena dirección, y lo que esperamos es que tanto el Gobierno con la salida del vicepresidente y con la reelección de Ayuso al frente de la Comunidad de Madrid se tomen mejores decisiones económicas para recuperar el empleo y el crecimiento económico. Decisiones que favorezcan a la mayoría de nuestros ciudadanos.

¿Qué le parece lo que está ocurriendo en Cataluña? Después de tres meses de las elecciones aún no se ha conseguido formar gobierno.

En algún momento habrá que adoptar medidas racionales porque actualmente vivimos en la más absoluta irracionalidad.

¿A qué medidas racionales se refiere?

En estos momentos se ha abandonado la economía a las pretensiones emocionales de un grupo de ciudadanos. Y recomendaría a los catalanes que presten atención al deterioro económico que se está produciendo en Cataluña y se pusieran a trabajar entre todos para construir una región más próspera.

¿Es necesaria una reforma de la educación?

Es urgentísimo reformarla para poder ver sus efectos cuanto antes. Hay que trabajar por tener una formación profesional dual efectiva y eficiente para que nuestros jóvenes estén bien capacitados para incorporarse al mercado laboral. En Alemania el 60% de las personas tienen una formación profesional dual, en España solo un 20%. Hay un exceso de universitarios y muchas personas abandonan los estudios cuando deberían estar en el mundo de la FP. En esto hay que hacer un enorme esfuerzo.

¿Ha hecho el Gobierno lo suficiente por ayudar a las empresas?

Hay que reconocer las cosas positivas que ha hecho. Cuando el Gobierno asumió su responsabilidad dijo que iba a derogar en su totalidad la reforma laboral de 2012, y sin embargo ha utilizado los ERTE como mecanismo fundamental de su política económica y eso es bueno. Pero en el ámbito laboral no caminamos en la buena dirección porque las medidas que estamos oyendo nos llevan a un mercado laboral menos flexible, a aumentar los costes laborales y las barreras, y eso no es bueno.

¿Qué nota le pondría al Gobierno actual?

Es manifiestamente mejorable.