Opinión

La inflación y el cuento del Lobo

Alcanza el 4% y en noviembre puede llegar al 5%, lo que podría obligar a actualizar las pensiones en idéntico porcentaje. La demanda social puede ser inmensa y mayúsculo el problema para la Seguridad Social

María Jesús Montero, en una rueda de prensa tras entregar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2022 al secretario de UGT
María Jesús Montero, en una rueda de prensa tras entregar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2022 al secretario de UGTAlberto OrtegaEuropa Press

Rita Gonipah, estadounidense de raíces indias –de la India– es la economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), que esta semana anunció sus previsiones para este y el próximo año. España no sale bien parada, sobre todo en el desempleo, pero incluso eso no es lo más sustancial. Gonipah, en tiempos de intereses al cero por ciento, advirtió del peligro de la inflación. No cree que sea inevitable, pero sostiene que los riesgos existen y que, por si acaso, hay que tomar precauciones. No es la única. Carmen Reinhart, cubano-estadounidense, economista-jefe y vicepresidenta del Banco Mundial, defiende que la «inflación puede ser persistente» y piensa que quizá no sea algo transitorio. Reinhart, junto con su colega Kenneth S. Rogoff, catedrático de Harvard, escribió en 2009 el histórico libro «Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera». En plena «Gran Recesión», explicaban cómo, una y otra vez, durante casi un milenio, gobernantes y ciudadanos pensaron que podían endeudarse hasta el infinito. Rogoff acaba de alertar sobre los enormes volúmenes de deuda de países y particulares. El alza de los precios, sin embargo, puede convertirse en la principal amenaza para el futuro económico. Los datos, de momento, son preocupantes. En Estados Unidos, la inflación supera el 5%, y en España ya está en el 4%.

La subida generalizada de los precios, derivada en parte del alza de los costes energéticos –pero no solo, también influyen otros factores más de fondo–, es un hecho en todo el mundo y también en España. Funcas, uno de los grandes «think tank» –centro de pensamiento– económico españoles, dependiente de la Fundación de las Cajas de Ahorros, ve nubarrones en el horizonte inmediato. Dirigido por Carlos Ocaña, secretario de Estado de Hacienda (2006-2011) en tiempos de Zapatero, Funcas prevé una inflación del 5% en noviembre y del 4,8% a finales de año. Luego, a lo largo de 2022 cae bastante, pero son previsiones a medio plazo. Un 5% de inflación en noviembre podría obligar al Gobierno de Sánchez a revalorizar la pensiones en la misma proporción, algo que celebrarán los pensionistas, ¡faltaría más!, pero que agravaría la situación de las cuentas públicas, sobre todo las ya muy tocadas de la Seguridad Social, que necesitará una aportación de casi 40.000 millones del Estado en 2022, según los Presupuestos que acaba de presentar la volcánica ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Las revalorizaciones, ya sean de pensiones o de salarios, no compensan –nunca lo han hecho– los efectos inflacionarios, que perjudican siempre a los menos favorecidos.

Salarios y pensiones pueden actualizarse, pero los precios siempre van por delante. La historia lo demuestra. La Alemania de los años 20, Argentina en varias ocasiones, Zimbawbe y ahora Venezuela son los ejemplos más citados de cómo una inflación disparada condujo a la ruina de pueblos enteros. Pocos quieren recordarlo, pero España estuvo al borde del precipicio de la hiperinflación en 1977, incluso superó el 30% interanual. Pudo atajarse gracias a los Pactos de la Moncloa que alumbró el profesor Fuentes Quintana y que apoyaron –aunque hicieran de tripas corazón– el mismo Adolfo Suárez, Felipe González y Santiago Carrillo. La inflación, la destrucción de la moneda, era el mejor modo de atacar el capitalismo, defendía Lenin, y sus herederos digitales de Unidas Podemos, a los que se une la muy valorada Yolanda Díaz, no piensan muy diferente.

Los bancos centrales, desde la Reserva Federal americana, que lidera Powell, hasta el Banco Central Europeo, que preside Christine Lagarde, sostienen que esta inflación es algo pasajero y, de momento, no toman medidas. Es su papel, sin embargo, pueden equivocarse. En la práctica están atrapados en una especie de callejón sin salida o ante un dilema perverso. Si actúan –retiran estímulos y suben tipos– pueden provocar cierto pánico. Si confían en sus previsiones y se equivocan, corren el riesgo de que cuando quieran adoptar medidas sea tarde. De momento, cada vez hay más voces –incluidos los profetas de las catástrofes por supuesto– que anuncian los mil y un males, siempre reales, de la nueva inflación. Es algo así como una versión digital, siglo XXI y monetaria del cuento del lobo. Y la inflación puede ser tan real como el lobo del cuento.

Pedro Sánchez no quiere que le salpiquen los problemas

Teresa Ribera, vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, era uno de los miembros del Gobierno más mimados por Pedro Sánchez por su militancia verde que la hacía atractiva entre la clientela más joven. Sin embargo, los errores cometidos en la gestión de la subida del precio de la luz han distanciado al presidente de la ministra. El inquilino de la Moncloa entiende que los ministros están para resolverle problemas y evitar que le salpiquen.

Los españoles «solo» mantienen en efectivo 59.000 millones de euros

Cambio de tendencia. Por quinto trimestre consecutivo –coincide con el inicio de la pandemia– los españoles volvieron a aumentar el dinero que mantienen efectivo –billetes y monedas–, hasta alcanzar la cifra de 59.487 millones al final del segundo trimestre de 2021, según los datos de las Cuentas Financieras elaboradas por el Banco de España. La tenencia de efectivo disminuía de forma constante desde hace un decenio, pero se vio interrumpida en el segundo trimestre de 2020. Mientras que en 2013, el efectivo en manos del público era de 91.038 millones, a finales del primer trimestre de 2020 había descendido hasta los 47.084 millones, para subir de forma brusca el siguiente trimestre y alcanzar la cota de los 55.022 millones. Desde entonces no ha dejado de crecer hasta los actuales 59.487 millones.