Análisis

El mundo, entre la inflación y la desinflación

De la noche a la mañana, se ha pasado del miedo a la primera al pánico a la segunda por la variante Ómicron

El Ibex registró el viernes una fuerte bajada por el temor a la nueva variante del coronavirus
El Ibex registró el viernes una fuerte bajada por el temor a la nueva variante del coronavirusGustavo ValienteEuropa Press

La economía mundial se mueve entre el riesgo de inflación y el riesgo de desinflación. Si hace una semana reflexionábamos sobre cómo estábamos inmersos en una crecientemente y preocupante espiral alcista de precios, este viernes los mercados mundiales entraron en pánico por la aparición de una nueva variante del coronavirus –la Ómicron– que parece ser mucho más contagiosa y, por tanto, abre la puerta a que los gobiernos se lancen a restablecer restricciones a los desplazamientos y a las actividades.

¿Cómo es posible que de la noche a la mañana pasemos del miedo a la inflación al pánico por la desinflación? Pues porque la clave de la inflación que estábamos experimentando, por mucho que se nos dijera lo opuesto, está en el lado de la demanda, no de la oferta. La oferta de muchos de los inputs que están experimentando cuellos de botella se halla en máximos históricos. No es que su producción se haya hundido y, en consecuencia, no dispongamos de un suministro regularizado de muchos de los componentes que habitualmente empleamos. No, es que la demanda hasta ahora se había disparado como consecuencia no sólo de la reapertura económica, sino también de los planes de estímulo fiscales y monetarios.

El fenómeno es global y, precisamente por ello, importa poco que el gasto en la Eurozona no se haya multiplicado tanto como en otros lugares del mundo. Lo que cuenta es que la oferta global de ciertos inputs (como petróleo, gas, semiconductores, etc.) está tensionada desde el lado de la demanda y, en consecuencia, sus precios internacionales se han incrementado de manera muy notable durante el último ejercicio. De ahí que, al importar a nuestra economía muchos de esos factores productivos, los precios en la Eurozona también se estén disparando.

Este jueves, por ejemplo, conocimos en España el preocupante dato del Índice de Precios Industriales(los precios a los que se les venden las mercancías a los distribuidores, como paso previo a que las compremos los consumidores), que marcó una subida interanual del 31,9%. Se trata de un posible anticipo de lo que está por venir. Si los distribuidores no repercuten esos sobreprecios a los consumidores, entonces sus márgenes de beneficio se estrecharán (incluso se volverán negativos); si, en cambio, los repercuten, el IPC se disparará en línea (aunque no tan intensamente) como el Índice de Precios Industriales y cada vez más trabajadores reclamarán un alza de sus salarios, exponiéndonos a una espiral precios-salarios que desancle las expectativas de inflación.

Pero, al mismo tiempo que nos enfrentamos a ese riesgo si seguimos creciendo, también cabe la posibilidad de que volvamos a las andadas de 2020, es decir, a una economía global estancada y paralizada por la pandemia. Aunque las probabilidades de que se repita ese escenario son muy bajas (y, por tanto, el escenario central debería seguir siendo el de la inflación), parecen haber asustado lo suficiente a los mercados como para que este viernes se produjera una muy intensa liquidación de activos financieros y para que el precio del petróleo se desplomara. Si dejáramos de expandirnos, la demanda se hundiría y con ello los precios.

Por ello, en suma, nos movemos entre la inflación y la desinflación: si crecemos, inflación; si nos estancamos o retrocedemos, desinflación. La clave está en cómo evolucione la demanda.

Acuerdo en el sector del acero

Finalmente, la patronal y los sindicatos llegaron a un acuerdo para renovar el convenio colectivo del sector del acero en Cádiz. El principal escollo de la negociación era, precisamente, cómo debían evolucionar los salarios según evolucionara el IPC. Los sindicatos reclamaban un aumento de los salarios que compensara el alza de precios de este año (de momento, 5,4%) y la patronal ofrecía un incremento del 2% anual con compensación parcial en función del desvío de la inflación con respecto a ese 2%. Al final, se ha acordado que se compense a los trabajadores en un 80% por todo aumento del IPC que supere el 2% a partir de 2022, lo cual nos acerca a un escenario de espiral precios-salarios. Cuantos más convenios se renegocien desde esa perspectiva, más riesgos de que se descontrole la inflación.

España, desequilibrada

La Comisión Europea ha publicado su listado anual de desequilibrios macroeconómicos por país y, en el año 2020, España se ha convertido en el país de la Eurozona con un mayor número de desajustes: siete (le siguen Grecia y Portugal con seis). De esos siete, cuatro ya veníamos arrastrándolos desde hace tiempo (la alta tasa de paro, la baja tasa de actividad, la alta deuda pública y el elevado endeudamiento exterior), pero otros tres se han gestado en 2020: aumento del endeudamiento privado, crecimiento desajustado de los costes laborales y pérdida de competitividad ilustrado en la caída de cuota exportadora. Tenemos una economía cada vez menos competitiva y cada más más endeudada, un cóctel verdaderamente inquietante pero que no parece inquietar a un gobierno cada vez más irresponsable.

Sindicato de youtubers

UGT ha propuesto crear una especie de sindicato de creadores de contenido en redes sociales (como YouTube o Twitch) para que puedan defender sus derechos frente a estas grandes plataformas. La iniciativa no ha sido recibida con demasiado entusiasmo por la mayor parte de la comunidad de creadores, acaso porque ninguno de esos creadores es –ni muchos, imagino, pretenden ser– un asalariado de alguna de estas plataformas. Lo que define a un asalariado (que son los que pueden conformar un sindicato) es la dependencia y la ajenidad de la relación profesional: en este caso, ni hay dependencia ni mucho menos ajenidad. La relación entre YouTube y sus creadores es la misma que la que existe entre un artista y la galería de arte donde expone sus trabajos: no es una relación laboral.