Análisis
Podemos, en guerra contra los superricos
Su plan para subirles los impuestos parte de la irreal premisa de que aligerará con ello el yugo fiscal de las clases medias
La nueva estrategia de Podemos para adquirir un perfil propio dentro del Gobierno de coalición es hablar de la necesidad de subir impuestos a los superricos. No es casualidad: durante los próximos días, el PSOE presentará el informe para la reforma del sistema tributario elaborado por su comité de expertos. Dado que los socialistas se agarrarán a la textualidad de ese documento para plantear su sablazo fiscal a los contribuyentes, los morados no pueden permitirse ir a remolque de la agenda socialista, de ahí que hayan contraprogramado anticipadamente a sus socios de gabinete.
Así, el partido de Ione Belarra ha presentado un plan donde plantea subidas en el impuesto sobre Sociedades para las grandes empresas, un nuevo impuesto sobre el Patrimonio que grave sobremanera a las grandes fortunas o aumentos en los tramos más elevados del IRPF. El paquete de medidas podrá gustar más o menos –como liberal no me gusta nada– pero al menos guarda cierta coherencia con lo que sería un programa fiscal de extrema izquierda (como el de Bernie Sanders en EEUU o Jeremy Corbyn en Reino Unido).
El problema ya no es tanto si se trata de un programa económico más o menos atractivo para la libertad y la prosperidad a largo plazo de un país, sino que se fundamenta en la muy irreal premisa de que los superricos pueden terminar pagándolo casi todo y que, merced a ello, las clases medias y las rentas bajas verán aligerado el yugo fiscal que recae sobre sus cabezas. Y no: ése escenario no es factible.
Reparto
El peso del sector público en España oscila entre el 40%-45% del PIB y a Podemos le gustaría elevarlo al menos hasta el 50% del PIB: es decir, que el objetivo consistiría en que uno de cada dos euros de riqueza generada en nuestro país pase por las manos del Estado para que luego éste escoja arbitrariamente cómo distribuirla. Si siguiendo el imaginario comunista, los superricos estuvieran recibiendo actualmente más de la mitad del PIB, la operación encajaría como un guante en el discurso redistribucionista de Podemos: se les quitaría la mayoría de su riqueza a unos pocos para repartirla entre unas masas sociales. Pero es que la realidad no es esa.
De acuerdo con la World Inequality Database (elaborada por el nada sospecho equipo de Thomas Piketty), el 1% de familias más acaudaladas del país (ingresos familiares brutos de más de 150.000 euros anuales) recibe anualmente alrededor del 15% del PIB. Es decir, que si les expropiáramos absolutamente todo al 1% más rico del país (casi 200.000 familias, ahí es nada) apenas obtendríamos recursos suficientes para financiar un tercio del gasto público actual (en realidad no obtendríamos nada porque, si se les pretendiera arrebatar todo, simplemente dejarían de producir y de pagar impuestos). ¿Y los otros dos tercios de ingresos? Pues lógicamente la mordida seguiría recayendo sobre el resto de la sociedad.
Todavía peor: si en lugar de concentrar la rapiña fiscal en el 1% más rico de España lo concentráramos en el 0,1% (unas 20.000 familias con ingresos brutos de unos 500.000 euros anuales), nos daríamos cuenta de que todas sus rentas actuales apenas equivalen al 5% del PIB. Por consiguiente, expropiándoles absolutamente todo lo que generan, tan sólo financiaríamos una décima parte de lo que Podemos desearía gastar. El resto… a cargo del resto de la sociedad.
En suma, estas llamadas de nuevos impuestos contra los superricos que plantea Podemos son sólo la excusa para justificar la perpetuación de los enormes sablazos tributarios contra el conjunto de la ciudadanía.
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