Inversión

Vuelven las timbas ilegales

Colas ante el Banco de España para comprar deuda y salvar algo de los ahorros antes de que se los coma la inflación. La bolsa, desatada también. En ambos casos gana la “banca”: el Estado

Las colas a las puertas del Banco de España dan una idea de la desesperación de la población por sacarle algo de partido a los granitos que han ido acumulando con el sudor de sus frentes antes de que la inflación lo devore todo. Solo así se explica el aluvión de peticiones de compra de deuda en la web del Tesoro, que en enero alcanzaron los registros de todo 2022 (400 millones, por los 432 millones del pasado año completo).

Aunque el Gobierno sigue vendiendo burras a arrobas, como que la inflación está controlada cuando a la gente no le alcanza ni para poner la calefacción, al españolito de a pie que no quiere jugarse los ahorros en la ruleta rusa de la bolsa –con Putin amenazando con hacer saltar la banca– no le queda otra que ponerlo todo en la cesta de la deuda pública, que hay para todos, especialmente desde que los rendimientos se han disparado por la subida de tipos del BCE.

No hablamos de grandes inversores, no. Muchos son jubilados que no quieren pagar las comisiones que cobran las entidades financieras por la gestión y prefieren comprar en persona o en la web, que también es gratuita. Pero ni con esas lograrán hacer florecer su dinero, ya que los rendimientos de las letras del Tesoro a doce meses ofrecen el 2,983%, y las obligaciones a diez años, el 3,306%. Como mucho lograrán no perder demasiado.

La otra opción, la bolsa, también ha irrumpido con fuerza en el arranque del año y el selectivo español se revaloriza más de un 10%. Pero incluso aunque le vaya bien en ese escenario tan adverso, en el que uno se lo juega todo a un número en la ruleta del casino, el Estado vampirizará todo lo que pueda.

Sirva este ejemplo: de unos 5.000 euros en dividendos de una inversión en el Dax alemán, en origen le restarán un 26% y en España otro 19%. Así, el afortunado ganador recibirá algo más de la mitad de sus ganancias (una parte lo recuperará el año que viene, cuando ese dinero se haya depreciado).

En otras palabras, además de que el Estado le cobra hasta por respirar para alimentar al Consejo de Ministros, a su pléyade de asesores y a los muchos consejos de administración de las empresas públicas, de lo que gane en un lado o en otro con el riesgo correspondiente le quitarán una buena tajada. Normal que muchos prefieran ya las timbas ilegales que seguir engordando a cuatreros.