Emprendedores

Cómo sostener una empresa y no morir en el intento

Tan sólo un tercio de los nuevos proyectos empresariales cumple los cinco años. Una escasa dimensión, la falta de financiación, poca vocación internacional o una pobre digitalización, algunas de las causas que explican esta alta mortalidad

Un proyecto ilusionante se puede convertir en una auténtica pesadilla para el emprendedor
Un proyecto ilusionante se puede convertir en una auténtica pesadilla para el emprendedorlarazon

Tan sólo un tercio de los nuevos proyectos empresariales cumple los cinco años. Una escasa dimensión, la falta de financiación, poca vocación internacional o una pobre digitalización, algunas de las causas que explican esta alta mortalidad

Tamaño, financiación, localismo, tecnología.... ésas son algunas de las causas que explican que muchas empresas tengan que echar el cierre prematuramente. Proyectos ilusionantes que, con el paso de los meses, se convierten en verdaderas pesadillas para los empresarios y emprendedores. Pese a que el número de sociedades que se crea es similar al del resto de países de la Unión Europea, en España el tejido empresarial joven se destruye muy fácilmente, y son pocas –en comparación con nuestros socios– las que logran superar el lustro de vida. Y es que tan sólo un tercio de pymes españolas son capaces de soplar la velas de su quinto aniversario, según datos de la OCDE, lo que coloca a España en el segundo puesto en el ránking de mortalidad empresarial, tan sólo aventajada por Hungría

¿Pero qué se esconde detrás de este bajo porcentaje de supervivencia? Una de las principales causas está relacionada con la composición y estructura del tejido empresarial español. Hay que tener en cuenta que el 99% del mismo está formado por pymes y, dentro de ellas, la mayoría son microempresas, aquellas que tienen menos de 10 asalariados. La afirmación de que «España es un país de pymes» se pone de manifiesto en datos como que en Alemania el 20% del empleo total del país es generado por las empresas de menores dimensiones; en España, este porcentaje se duplica.

Así, el primer hándicap al que se enfrentan nuestras compañías para salir adelante es el tamaño. «La menor supervivencia empresarial se debe en parte a que las empresas nacen pequeñas, por lo que carecen de recursos humanos y financieros adecuados para alcanzar dimensiones que les permitan aprovechar las economías de escala y ser, de este modo, más productivas», advierte la Fundación BBVA en su informe «Crecimiento Económico y Tejido empresarial en España».

Otro problema que acucia a los proyectos de reciente creación es, sin duda, las financiación. José Rolando Álvarez, presidente de la Confederación Española de Sociedades de Garantía Recíproca (Cesgar), asegura que es muy complicado para la sociedades, especialmente las más noveles, obtener recursos a largo plazo. «Lo normal es conseguir un préstamos a un año –a tres, con mucha suerte–. Aunque una empresa tengan éxito, ya nace con una cadena de cobros y pagos muy tensa, por lo que muchas se ven condenadas al cierre», explica Álvarez. No obstante, desde Cesgar alertan de que la financiación no es el único obstáculo. La ausencia de un plan de negocio, como consecuencia de la falta de cultura financiera, la maraña de normas y requisitos legales que deben cumplir las empresas –hasta 22.000, según datos de las Cámaras de Comercio–, y su escasa digitalización son otros de los motivos que explican que sólo 29% de nuestras compañías lleguen a cumplir cinco años, frente al 52% de Francia.

Tecnológicas y jóvenes

Los expertos también apuntan a que los nuevos empresarios no tienen una mentalidad suficientemente global. Y como muestra, un botón. Tan sólo un 11% de las empresas nacionales vende sus productos y servicios en el mercado global, tal y como revela Iberinform. «España ha dado pasos muy importantes en la internacionalización de su actividad, pero, sin duda, estas cifras muestran un claro margen de mejora», señala Ignacio Jiménez, director general de Iberinform. Asimismo, añade que las comunidades más cercanas a la frontera francesa o al Mediterráneo presentan un tejido empresarial más abierto y unos porcentajes más elevados de empresas que piensan que su mercado es global.

Esta alta mortalidad entre las compañías es aún mayor si se traslada al mundo tecnológico. Y es que, en este sector, ocho de cada diez proyectos desaparecen en los primeros 24 meses de andadura. Ignacio Macías, presidente de Top Seed Labs, atribuye esta baja supervivencia al hecho de que, por lo general, realizan un mal planteamiento de inicio. «La mayoría de estas compañías fracasan porque desarrollan una tecnología sin dimensionar adecuadamente al cliente que la va adquirir. Pueden ser muy innovadoras, pero luego si nadie compra sus productos y servicios, ya sea por motivos económicos o de otro tipo, no vale de nada». Las relaciones personales y la poca concreción de los proyectos también subyace a este fracaso, a juicio de Macías. «El 20% de los nuevas iniciativas se encuentran con los conflictos que surgen entre socios, y que llevan inevitablemente a la disolución de la empresa. A estos contratiempos, se suma el hecho de que no consiguen financiación porque no saben explicar su proyecto, de manera que no logran convencer a posibles inversores», añade.

Desde el punto de vista del emprendimiento, la crisis ha abierto un amplio abanico de oportunidades para los jóvenes con ganas de arriesgar, de innovar y de emprender. España contaba ya en 2016 con más de 2.600 «start- ups» que, en conjunto, levantaron inversión por valor de más de 500 millones de euros, según datos la Confederación Española de Jóvenes Empresarios (Ceaje). Sin embargo, tal y como advierte, el 62% de las «start-ups» creadas el año pasado fracasó, y una de cada cuatro fue vendida. «Es importante que el fracaso no sea entendido como tal, sino como una lección, una oportunidad para aprender de los errores, para darse cuenta de qué funciona y qué no, y encontrar nuevas fórmulas y modelos de negocio que permitan obtener los resultados deseados», afirma Fermín Albadalejo, presidente de Ceaje.

Considera que hay una serie de errores en los que todo emprendedor debería evitar caer, como creer que lanzar una «start-up» es una forma rápida de generar dinero y una buena alternativa a los trabajos tradicionales, rutinarios y aburridos. Otro error frecuentemente cometido por los jóvenes emprendedores, en su opinión, es no rodearse de un buen equipo. «Por último, y no por ello menos importante, los emprendedores no deben confundir una buena idea con un buen negocio –no todas las buenas ideas pueden constituirse en negocios de éxito–», concluye Albadalejo.