Opinión
Un desastroso acuerdo comercial entre la UE y EE UU
Es una derrota para el libre comercio y un triunfo del proteccionismo antiliberal
El reciente acuerdo comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos no puede calificarse sino como un vasallaje económico. La UE se ha plegado a las exigencias de Donald Trump, aceptando condiciones que perjudican tanto a sus empresas como a los consumidores estadounidenses. Este pacto impone un arancel general del 15% a las exportaciones europeas a EE UU, además de comprometer a la UE a importar productos energéticos estadounidenses por 750.000 millones de euros y a invertir 600.000 millones de dólares en armamento y otras partidas.
Lo único positivo, si puede llamarse así, es que el acuerdo pudo ser peor. EE UU amenazaba con aranceles del 30%, y la UE intentó, sin éxito, negociar una reciprocidad arancelaria que habría dañado también a los consumidores europeos. Porque los aranceles no solo encarecen los productos para los compradores locales, sino que limitan la competitividad de las empresas extranjeras. Donald Trump ha salido claramente victorioso, logrando su objetivo: aranceles altos a la UE sin contrapartida. Sin embargo, esto no beneficia a la economía estadounidense.
Los aranceles son, en esencia, una subida de impuestos que encarece los productos europeos para los consumidores y empresas de EE UU, reduciendo su poder adquisitivo y eficiencia económica. Aunque las arcas públicas puedan engordar, el sector privado sufre. Un aspecto mínimamente rescatable es la eliminación recíproca de aranceles en productos específicos, como aeronáuticos, químicos, agrarios, materias primas y equipos para semiconductores. Sin embargo, esta lista es limitada y poco clara, lo que genera dudas sobre su impacto real.
Antes del acuerdo, el arancel promedio para las exportaciones europeas a EE UU era del 2-3%; ahora, con un 15% general y hasta un 50% para productos como el acero, el comercio se encarece significativamente (se estima que el arancel medio pasará a estar entre el 15-16%). Este acuerdo no es un paso hacia el libre comercio, como algunos "trumpistas" prometían, sino un rearme proteccionista. Trump nunca buscó liberalizar el comercio global, sino cerrar la economía estadounidense a costa de todos.
Eso sí, algunas promesas de la UE, como importar 250.000 millones de dólares anuales en productos energéticos, parecen hiperbólicas y difíciles de cumplir (actualmente estamos importando apenas 60.000 millones), lo que parece sugerir que sólo buscan un apaciguamiento temporal y no un cumplimiento real. Sea como fuere, es una derrota para el libre comercio y un triunfo del proteccionismo antiliberal.