Superioridad aérea

Lleva más de 20 años en servicio, pero se va a actualizar para batir al F-35

Bajo el nombre de 'F-22 Super', Estados Unidos moderniza su caza estrella con misiles hipersónicos para mantener su doctrina de 'primer disparo, primera baja' hasta bien entrado el siglo

F-22 Raptors
F-22 RaptorsAir Force EE UU

Lejos de enfilar el camino hacia los museos de la aviación, el F-22 Raptor se prepara para una segunda juventud que lo mantendrá en la vanguardia del combate aéreo hasta bien entrada la década de 2050. El Pentágono ha decidido no jubilar a su caza estrella, sino someterlo a una profunda transformación bajo el programa «F-22 Super». La apuesta es clara: potenciar la flota existente para que siga siendo un arma imbatible frente a cualquier amenaza futura, reafirmando su papel como el principal avión de superioridad aérea de Estados Unidos. Esta modernización es una respuesta directa a la necesidad de mantener la ventaja frente a competidores, en un momento en que China podría liderar la carrera por obtener aviones de sexta generación.

De hecho, el núcleo de esta modernización se centra en reforzar su doctrina fundamental: «primer disparo, primera baja». Para conseguirlo, el Raptor recibirá un arsenal de nueva generación que multiplica su letalidad. La integración de misiles como el AIM-260 aire-aire y el hipersónico MAKO le permitirá neutralizar adversarios a distancias y velocidades hasta ahora impensables, redefiniendo por completo las reglas del enfrentamiento en los cielos.

Sin embargo, la actualización va mucho más allá de añadir nuevas armas. La verdadera revolución se encuentra en el «cerebro» del caza, con una renovación completa de su aviónica, sensores y sistemas de conexión en red. Estas mejoras son vitales para que el F-22 pueda procesar y compartir un enorme volumen de información en el campo de batalla, una capacidad tecnológica crucial, tal y como informa el medio National Security Journal.

El mariscal de campo de los cielos

En este sentido, el F-22 evolucionará para convertirse en una suerte de «quarterback aéreo», un director de orquesta capaz de dirigir el combate aéreo y distribuir datos tácticos en tiempo real a otras plataformas aliadas. Su función como nodo central de información será clave para coordinarse con flotas de F-35 y con el futuro caza de sexta generación, creando una sinergia letal y una conciencia situacional sin precedentes en el escenario bélico. El éxito de esta sinergia es clave, especialmente cuando se debate si el avión de combate F-35 vuelve a estar en peligro por posibles recortes presupuestarios.

Asimismo, esta superioridad tecnológica se combina con una capacidad de respuesta global inmediata. El programa «Rapid Raptor» se mantiene plenamente vigente, garantizando que una escuadrilla de estos cazas pueda ser desplegada en cualquier rincón del planeta en un plazo máximo de 24 horas. Esta agilidad estratégica demuestra que el valor del F-22 no reside solo en su tecnología, sino en su capacidad para proyectar el poderío aéreo de Washington de forma casi instantánea.

En definitiva, la conversión al «Super F-22» es toda una declaración de intenciones. Con esta inversión, Estados Unidos no solo actualiza un avión, sino que se asegura de que su principal caza de combate continúe sin rival durante las próximas décadas, adaptándose a un futuro donde la información y la letalidad a larga distancia serán las claves para garantizar la hegemonía aérea.