Lucha contra el desempleo
El PIB aumentará el doble que en Europa
El Gobierno rebaja ocho décimas la tasa de paro para 2015, hasta el 22,1 %
De Guindos afirma que España ha entrado en «velocidad de crucero» por encima de las previsiones del Gobierno.
Ni en sus mejores sueños se le apareció hace tres años y medio al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, un escenario en el que pudiera presentarse a su reválida electoral con tasas de crecimiento sostenidas del 3% anual. Ni con una reducción del paro que le permitiera subirse al atril de una plaza de toros con menos desempleados de los que encontró. Tampoco con unas cuentas públicas en camino sostenido hacia el equilibrio. Ni con la posibilidad de vender al electorado una reducción de la presión fiscal –como sugirió ayer el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro– más allá de la que se encuentra en vigor desde enero y que devolverá el año que viene la carga impositiva que soporta el contribuyente a la casilla de salida anterior a la crisis.
Pero como destacó ayer la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, las reformas emprendidas a comienzo de la legislatura han permitido que la economía española coja «velocidad de crucero» arropada por la concurrencia planetaria de factores externos que han permitido, entre otras cosas, aligerar la financiación de la deuda hasta extremos desconocidos, gracias a la inyección billonaria del BCE, recuperar competitividad y brío exportador como nunca, por la depreciación del euro, y reducir la factura petrolera, por la caída de los precios del crudo. El «cambio de ciclo» es una realidad que se plasmó en las Actualización del Programa de Estabilidad que aprobó ayer Rajoy en Consejo de Ministros y que se remitirá a Bruselas para su conformidad.
Un cuadro macroeconómico que será la principal baza electoral del Ejecutivo para buscar la reelección y que contempla un regreso al «potencial de crecimiento de la economía española». Una mano que en otras circunstancias debería bastar y que, según Sáenz, comienza a «calar» en el electorado de acuerdo a los datos de sentimiento económico de los españoles que publica Eurostat, con la recuperación de la confianza de los consumidores, del comercio, de la industria y hasta de la construcción, que ya ofrece signos inequívocos de recuperación en su aportación al despegue del PIB.
Así las cosas, al término del Consejo de Ministros, los titulares de Economía y Hacienda fueron los encargados de dibujar el escenario que ni siquiera soñó Rajoy y que contempla un crecimiento del PIB del 2,9% para este año y el siguiente, y del 3% para 2017 y 2018, convirtiendo a España en el país de la eurozona con mayores tasas de avance de la economía, el doble que la media de sus socios. Gracias a este empuje, España pasará de tener un diferencial positivo de incremento del PIB con la eurozona de medio punto en 2014 a un punto y medio en el presente ejercicio. Algo inédito a excepción de los años de esplendor, en plena efervescencia inmobiliaria. Y todo en base a unas previsiones que, según el ministro de Economía, podrían quedarse de nuevo cortas, ya que el incremento del PIB en el primer trimestre refleja que el año ha comenzado a «velocidad de crucero», lo que anunciaría un despegue cercano al 3,5%. De Guindos remarcó además la buena marcha del sector exterior, que ayudará a cerrar de nuevo 2015 con superávit por cuenta corriente en la balanza de pagos. «Será el periodo más largo con excedente de la balanza de pagos», aseguró el titular de Economía. Ayer mismo, el Banco de España anunció que el saldo positivo de bienes y servicios se situó tras los dos primeros meses de 2015 en 2.200 millones de euros, cuando el año anterior fue de 2.100.
De Guindos también avanzó la fuerte reducción del endeudamiento externo, un aspecto que luego detalló Montoro. La conjunción del aumento del consumo, de la reducción de la deuda privada, el desapalancamiento del endeudamiento de los hogares (de 125.000 millones), el menor coste de la capacidad de financiación y el equilibrio presupuestario al que se acercarán las cuentas del Estado permitirán que la deuda pública pase del 98,9% del PIB, récord absoluto, al 93,2% en 2018.
Unos resultados ante los que el Ejecutivo comienza ya a sacar pecho en plena vorágine electoral, como demostró ayer el propio Montoro. «No hay ningún país en el mundo en el que sin la exigencia de un rescate y por propia voluntad, los ciudadanos hayan hecho un esfuerzo así», concluyó.
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