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“En unos años, muchas oficinas podrían ser ‘coworkings’”

Han variado bastante desde sus inicios, cambiando sus características y sus clientes. Otro modelo muy interesante es el «coliving»

En el debate participaron, de izquierda a derecha: Cruz Guijosa, Sandra Daza, Carlos Aguirre, Rafael de Ramón, Zulema Canosa y Jesús Vicente Asenjo / Foto: Alberto R. Roldán
En el debate participaron, de izquierda a derecha: Cruz Guijosa, Sandra Daza, Carlos Aguirre, Rafael de Ramón, Zulema Canosa y Jesús Vicente Asenjo / Foto: Alberto R. Roldánlarazon

Han variado bastante desde sus inicios, cambiando sus características y sus clientes. Otro modelo muy interesante es el «coliving».

Nadie puede negar que la era digital ha supuesto la cuarta revolución de la humanidad. Nuestra vida está cambiando a un ritmo vertiginoso y, como consecuencia, también los entornos en los que la desarrollamos. En los últimos años han surgido alternativas a los hogares y los lugares de trabajo tal y como los entendíamos. Para conocer y debatir sobre esta transformación, LA RAZÓN convocó el coloquio «La opinión del inversor sobre las nuevas necesidades de espacio “as a service”: “coworking”, “coliving” y “cohousing”», en el cual participaron Jesús Vicente Asenjo, director de Merlin Properties; Sandra Daza, directora general de Gesvalt; Zulema Canosa, senior associate de Meridia Capital; Rafael de Ramón, consejero delegado de Utopicus; Cruz Guijosa, directora de Cresa y Carlos Aguirre, director general de 3g Smart Group.

El «coworking», que en algunas ocasiones fue calificado como una moda, ya ha demostrado que es una realidad. Y es que no ha parado de crecer hasta representar el 2% del total de oficinas en Madrid. En la capital y en Barcelona es donde más ha triunfado este tipo de espacios de trabajo «en los que encontrarse, compartir valores, confianza y maneras de hacer las cosas», explicó De Ramón. Pero en otros núcleos urbanos como Sevilla o Valencia también han ganado protagonismo hasta el punto de que España se ha situado como el tercer país del mundo con más «coworkings».

Y eso que en nuestro país se enfrentan a un obstáculo, la legislación. Daza contó que «en España tenemos una normativa de valoración (de inmuebles) de hace 30 años y, aunque ha sufrido algunas modificaciones, es difícil de adaptarla a las nuevas tendencias del mercado. Por eso, las empresas estamos un poco constreñidas».

Futuro

A pesar de estas complicaciones, los «coworking» tienen un futuro muy prometedor. Asenjo cree que pueden llegar a «representar un porcentaje altísimo de las oficinas, dependerá de que a las empresas que los ocupen se les dé el espacio completamente equipado». Por su parte, Guijosa opinó que «la flexibilidad será lo más importante para que los “coworking” evolucionen». Según ella, esa característica será la que más demandarán las compañías porque, así, podrán transformarlos a «efectos de contratación de proyectos, de reducción o ampliación de personal, o de duración contractual».

Aunque se hagan predicciones, lo cierto es que resulta complicado imaginar el futuro de los «coworking». En ese sentido, Aguirre sostuvo que «no sabemos hacia donde va a transitar el modelo» y pone como ejemplo que en 3g Smart Group ya han recibido propuestas para integrarlos en espacios residenciales, algo que en los principios del «coworking» parecía impensable.

De hecho, el modelo actual ya no se parece nada al de sus comienzos. Antes estaba más orientado hacia los «freelance» y hacia las «startups» (emprendedores), pero ahora no es así. «Han tenido una deriva interesante hacia las pequeñas y medianas empresas», añadió Aguirre, y Daza recalcó que eso ha sido vital pues las pymes son las que forman el tejido empresarial español (el 98%, en concreto).

Grandes empresas

Las grandes compañías también se han interesado por los «coworking». Algunas, manifestó Asenjo, «quieren que una tercera parte de sus espacios sea flexible». Pero no sólo han cambiado los demandantes del «coworking», sino también sus inversores, que ya no proceden exclusivamente del sector inmobiliario. «Los inversores de otros colectivos han hecho análisis de rentabilidad y los números les salen. Es una cuestión de dinero, y apuestan por ello», subrayó Guijosa.

Igualmente, la forma de entender el «coworking» ha variado bastante desde sus inicios. Mucha gente aún pensará en un espacio grande y diáfano, con mesas y ordenadores en los que distintos profesionales se agrupan para realizar su trabajo. Sin embargo, «cada vez hay menos “open spaces”», admitió Asenjo, y han «quedado para amplios “back office”», añadió De Ramón.

Precisamente, entre los problemas del «coworking» se encuentran los excesos. No se puede incluir dentro del mismo espacio un grupo demasiado alto de gente ya que «a partir de un cierto número se puede romper una comunidad porque se pierde el contacto», sostuvo Aguirre, «así que dentro de un mismo espacio se deberían crear otros más pequeños».

Otro problema puede ser la pérdida de identidad de la empresa. Lo cual puede ocurrir si la única intención que se tiene al instalarse en un «coworking» es «poner tu logo y los colores corporativos por todos lados». Y es fácil caer en ese error, bastantes compañías lo han hecho. Aguirre aseguró que hay quien va a 3g Smart Group «y nos dice que le hagamos un “coworking”, le preguntamos por qué y no sabe darnos una respuesta».

No obstante, según él, lo primero que se necesita por parte de una empresas que quiere emprender este modelo es «entender cómo quieres trabajar, cómo está tu equipo para dar el salto al “coworking” y qué espacio requieres». Daza, que pertenece a Gesvalt, una empresa que ha cambiado de sede hace menos de dos años, afirmó que «una de las primeras cosas que se debe plantear es cómo quieres que sea tu proceso de trabajo. Y así, modificar, innovar y dotar a tus empleados de una forma mejor de hacer ese trabajo». Llevando a cabo esa reflexión, la identidad no se pierde, sino que se refuerza.

«Coliving»

Más allá de compartir el entorno laboral, también han surgido nuevas formas de compartir el hogar. Se trata de lo conocido como «coliving», que en España se encuentra con el mismo obstáculo que el «coworking», la normativa. Para Canosa, «estamos preparados para el “coliving”a nivel usuario, pero no al urbanístico por culpa de la legislación». El problema, añadió, «está en con qué suelo encajas este modelo. Con el residencial no se podría competir en términos de precio y con el terciario no se puede por normativa». Por eso, «la solución es buscar un suelo dotacional».

Por otra parte, se entiende que los clientes del «coliving» tienen, sobre todo, un perfil de edad bajo, pues son los que más reclaman (y están dispuestos) alternativas habitacionales compartidas, y las residencias universitarias de toda la vida dan buena cuenta de ello. No obstante, el modelo se ha abierto cada vez más a los ancianos, que pueden encontrar en un «coliving» no sólo una asistencia continuada, sino, además, zonas comunes adaptadas a sus necesidades.

Por último, Zulema Canosa explicó que el «coliving» consiste en «edificios grandes con habitaciones privadas y amplias zonas comunes», mientras que el «cohousing» está compuesto por casas privadas agrupadas en torno a una sola comunidad, como puede ser Entrepatios en Madrid o Las Arcadias en Barcelona. Tanto uno como otro serán dos formas de compartir hogar al que nos vamos a tener que acostumbrar porque, al igual que el «coworking», son tendencias crecientes que han venido para quedarse.