
Economía
Crisis de izquierdas y de derechas
La Encuesta de Funcas sobre Economía y Finanzas de Hogar confirma la desconexión entre los datos «macro» –positivos–y la experiencia cotidiana de muchos hogares, más negativos

Arthur Schopenhauer (1788-1860) está considerado el máximo representante del pesimismo filosófico. Todo un cenizo profesional que pensaba que «la verdad se disfraza de ilusión para influir en la voluntad». Su derrotismo endémico, que llegaba a ser contagioso, no impide que, en algunas ocasiones, tuviera razón, como en muchos de sus pensamientos postreros plasmados en un libro de título imposible: «Parerga y paralipómena», dos maneras de decir que se trata de algo añadido.
El Gobierno de Pedro Sánchez, cercado por muchos frentes, insiste en ponderar sus teóricos éxitos económicos para sacar la cabeza y mantenerse a flote. Los ministros que entienden del asunto –que no son todos– presumen, con cierta razón, de los datos macroeconómicos. Sin embargo, puede haber algo o mucho de ilusión. Es lo que se deduce de la Encuesta Funcas sobre Economía y Finanzas del Hogar (2025), que ha pasado algo inadvertida.
Funcas es la «Fundación de las Cajas de Ahorros», uno de los principales «think tanks» –«pensaderos– económicos del país. El más importante, prestigioso y con más medios es o era el del Banco de España, pero no está claro que con las directrices del gobernador José Luis Escrivá –ha decidido que no se estudie la situación o el futuro de las pensiones–mantenga esa primacía.
Funcas fue una idea de Enrique Fuentes Quintana (1924-2007), el gran factotum de los «Pactos de la Moncloa», el punto de origen de la más moderna economía española. Carlos Ocaña, que fue secretario de Estado con Zapatero en la Moncloa, es ahora el director del «pensadero», que cuenta con un equipo de expertos entre los que destacan Raymond Torres y María Jesús Fernández Sánchez. Los análisis de Funcas, pueden ser discutibles, están elaborados por técnicos de todas las tendencias pero –salvo excepciones– tienen un carácter muy independiente, que es algo que no suele gustar a los Gobiernos, aunque a unos menos que a otros.
Los resultados de la Encuesta sobre Economía y Finanzas del Hogar habrían rechinado más en la Moncloa si el presidente no estuviera ocupado es sortear los enredos de Ábalos, Cerdán y Koldo, en celebrar la amnistía o en pelearse con Trump para coger resuello.
Sánchez insiste, casi en cada aparición pública, en lo bien que va la economía, «como un cohete», suele decir. Las conclusiones de la Encuesta de Funcas no indican lo mismo, por lo menos no es esa la percepción que tiene una mayoría de españoles. El 90% cree que los salarios pierden poder adquisitivo y el 55% piensa que la economía española está en peor situación que antes de la pandemia.
Un 24% la califica como «mucho peor» y un 31% como «algo peor». Un 20% opina que ha mejorado y el 66% declara que la situación del propio hogar es igual o mejor, al mismo tiempo que el 70% percibe que paga más impuestos. Por último, la Encuesta revela un «amplio consenso sobre el deterioro del poder adquisitivo y el incierto futuro de los jóvenes».
La contradicción es obvia. El Gobierno presume de crecimiento económico, pero los españoles no parecen percibirlo, aunque la cifras de subida del PIB –las mejores de la zona euro– están ahí. Los expertos de Funcas explican que «más allá del diagnóstico inmediato, los resultados –de la Encuesta–invitan a reflexionar, de nuevo, sobre la relación entre los indicadores económicos y la percepción social.
La aparente desconexión entre los positivos datos macroeconómicos y la experiencia cotidiana de muchos hogares nos advierte de la necesidad de usar múltiples indicadores, además del crecimiento del PIB, para evaluar los resultados de la vida económica». En definitiva, «el PIB no se come» como le suele espetar Núñez Feijóo a Sánchez.
La encuesta de Funcas, constata que « la opinión pública evalúa la marcha de la economía desde el bolsillo», pero añade –y sería la gran aportación–también desde sus marcos ideológicos, sus expectativas personales y su grado de confianza en las instituciones».
Por ejemplo, entre quienes se declaran de izquierdas, el 38% cree que la economía ha mejorado, frente a un 30% que opina que ha empeorado. Entre los encuestados de centro, aumenta el porcentajes de los que piensan que ha empeorado y llega hasta el 70% en las posiciones más de derechas.
Los entrevistados entre 35 y 54 años con los que más creen que su situación ha empeorado, incluso por encima de los jóvenes, la inflación es la gran causa del malestar y hay apoyo a más impuestos para gastar más en sanidad y educación. Nada nuevo bajo el sol, salvo la percepción económica según la adscripción ideológica, lo que conduce a pensar en crisis de izquierdas o de derechas, y que «la ilusión influye en la voluntad», como decía Schopenhauer.
✕
Accede a tu cuenta para comentar