Relaciones Estados Unidos-China
España se juega 19.000 millones en exportaciones a los dos gigantes
La balanza comercial con ambas potencias es negativa El conflicto, más el frente abierto con las divisas, puede poner en riesgo 9.000 millones en inversiones
La guerra comercial en la que se encuentran enzarzados desde hace meses China y EE UU se ha recrudecido hasta niveles preocupantes durante la última semana. La más reciente escaramuza se produjo después de que la cotización del yuan respecto del dólar se debilitara a mínimos desde 2008, en respuesta a las amenazas de Donald Trump de imponer aranceles adicionales del 10% a prácticamente todas las exportaciones chinas hacia territorio estadounidense a partir del 1 de septiembre. Un yuan devaluado significa que China puede vender más barato, lo que compensaría esta imposición arancelaria. Y esta situación no afectaría sólo a Estados Unidos, sino a la economía mundial en su conjunto, incluida la europea y, obviamente, la española.
España mantiene con China un comercio bilateral de bienes con un déficit crónico. En 2018, las exportaciones españolas a China crecieron un 5,9% interanual, hasta los 6.276 millones de euros –2,2% del total de las exportaciones–, ocupando el décimo puesto en la clasificación mundial. Según datos oficiales del Ministerio de Industria y Comercio, en el periodo comprendido entre enero y mayo de 2019, las exportaciones crecieron un 2% interanual, alcanzando los 2.610 millones de euros (2,1% del total de las exportaciones españolas).
Por contra, las importaciones de productos chinos a España aumentaron un 4,2% interanual el año pasado, totalizando 26.908 millones de euros (8,4% del total de las importaciones). Durante los cinco primeros meses del año, las importaciones crecieron un 14,4%, alcanzando los 11.813 millones de euros (8,7% del total).
Por tanto, el déficit comercial con China alcanzó los 20.632 millones de euros, aumentando en 2018 un 3,8% respecto al año anterior. En lo que va de 2019, el déficit comercial con China ha ascendido a 9.203 millones de euros, aumentando un 18,6% respecto al del mismo periodo del año precedente.
Parecida situación tiene España en su balanza comercial con EE UU, tradicionalmente deficitaria, salvo en 2014, año en el que el aumento de las exportaciones españolas permitió alcanzar una tasa de cobertura del 102%. Aunque las exportaciones continuaron la senda alcista durante los años siguientes, el mayor dinamismo de las importaciones desde EE UU ha originado el descenso de la cobertura.
En 2018, de acuerdo con los datos facilitados por Aduanas de España, las exportaciones españolas a EE UU se situaron en 12.791 millones –un aumento del 2,6% con respecto al año anterior–, mientras que nuestras importaciones alcanzaron los 13.152 millones, con un descenso del 3% respecto a 2017. El saldo comercial arrojó un déficit de 361 millones, un 67% inferior al registrado en 20017, situando la tasa de cobertura en el 97,3%.
Hasta mayo de este año, las exportaciones españolas a EE UU ascendieron a 4.486 millones –un incremento del 10,5% respecto al mismo periodo del año anterior–, mientras que nuestras importaciones se situaron en una cifra algo superior, 4.825,5 millones, con un incremento del 14,3% respecto al mismo periodo de 2018., situándose en el 93% la tasa de cobertura.
Estados Unidos representó el sexto destino de la exportación española en los cinco primeros meses del año, con un 4,7% del total, por detrás de Francia (15,2%), Alemania (11,1%), Italia (8%), Portugal (7,4%) y Reino Unido (7,1%).
Con todas estas cifras, España se juega mucho en esta guerra comercial –19.067 millones de euros en exportaciones a los dos gigantes en el último año–. Y no sólo porque podría aprovecharse la coyuntura para mejorar la balanza comercial con ambas potencias, sino porque un impacto negativo sobre las bolsas –el Ibex 35 está sufriendo y marca mínimos del año– alimentaría el fantasma de la recesión tanto en Europa como en nuestro país, sobre todo si la contracción de la economía alemana y el Brexit debilitan aún más los datos macroeconómicos.
Además, España debe preservar también las inversiones extranjeras: los flujos de la inversión bruta de EE UU en España en 2018 ascendieron a 8.057 millones de euros, mientras que China ha aumentado notablemente desde 2008 hasta alcanzar 1.159 millones el año pasado.
Ante este panorama, patronales de todos los sectores y sindicatos pidieron esta semana al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, los retos del «complejo escenario internacional», para evitar en la medida de lo posible la onda expansiva del conflicto comercial.
Un sistema multilateral de relación comercial
España ha apostado por un sistema multilateral de relación comercial con ambas potencias. El objetivo es conseguir un crecimiento mucho más sostenido en el tiempo, aunque es preciso modernizar nuestras estructuras para evitar el proteccionismo y el aislacionismo comercial.
LAS CLAVES
- China debe buscar nuevos mercados si las relaciones comerciales con Estados Unidos terminan por romperse. España tiene capacidad para convertirse en uno de sus proveedores de referencia, pero habrá que empezar a preparar un plan.
- La depreciación del yuan beneficiará a nuestras importaciones, pero complicará nuestras exportaciones. Nuestras empresas podrán comprar productos chinos más baratos, pero deberán ajustar sus precios para competir.
- Los sectores agropecuarios españoles pueden aprovechar la oportunidad para colocarse como proveedores preferentes del gigante asiático. Los productores agrarios y el sector porcino (al alza) pueden mejorar su ya buena posición.
- El mal dato del PIB del segundo trimestre de 2019 confirma que nuestra economía se frena y la guerra comercial puede estrangular a industrias nacionales exportadoras, sobre todo en los sectores del metal, textil y farmacéutico.
- Siempre hay dos caras en una moneda. El Ibex 35 sufrió un duro batacazo con las turbulencias bursátiles y marca mínimos anuales. Sin embargo, los inversores pueden «cazar» buenas oportunidades para su dinero.
- El impacto del turismo chino en España es todavía residual, pero su potencial de crecimiento es enorme. Una apreciación del euro en plena guerra de divisas puede contraer la llegada de turistas internacionales con otras monedas.
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