Trabajo
Formación para ser más competitivos y productivos
Los sectores en los que las compañías invierten más en formación son agricultura y construcción.
Multinacionales que ofrecen clases de idiomas a sus empleados. Empresas cuyos trabajadores pueden acceder a cursos de informática, protección de datos o habilidades directivas y liderazgo. Seminarios, «webinars»... cada vez son más las posibilidades y mayor el número de empresarios que deciden ofertar formación en distintas áreas a sus empleados. Una opción que se está asentando también en las compañías de nuestro país y que está demostrando tener múltiples beneficios. «Actualizar las competencias de los trabajadores incide de manera directa en la mejora de la competitividad y productividad de la empresa, máxime en un contexto de profundos cambios como el que vivimos ahora con la transformación digital», explica José Alberto González-Ruiz, secretario general de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa. Un contexto que exige la búsqueda de nuevos productos además de técnicas de producción y gestión innovadoras. Invertir en formación permite a las empresas contar con un personal plenamente adaptado a sus necesidades. «Las empresas no encuentran personal suficientemente cualificado, lo que lastra su crecimiento y, con ello, la creación de empleo de calidad», afirma González-Ruiz. Una problemática que se manifiesta especialmente en el sector tecnológico y en aquellos estrechamente vinculados a la transformación digital.
En la misma línea, Carlos Martínez, CEO de IMF Business School, indica que «cuanto mejor preparados estén los trabajadores y mayores sean sus capacidades, mejor funcionará la maquinaria humana, pilar fundamental de cualquier empresa». De esta manera, la formación afecta directamente al rendimiento y resultados de la compañía. El último Informe Anual de Empleo en las Pymes, elaborado por Cepyme en colaboración con Randstad Research, indica que las pequeñas y medianas empresas demandarán más de 1,6 millones de profesionales cualificados en los próximos 10 años. «Estamos experimentando un valor creciente del factor humano como gran variable de diferenciación entre organizaciones, por lo que vamos a ser testigos de la batalla por captar el mejor talento», apunta Antonio Ramos, representante de desarrollo institucional de la Universidad Oberta de Cataluña y autor del libro «Universidades corporativas, transformación digital2. Sin embargo, advierte que este cambio dependerá de si las empresas saben relacionar la formación de sus empleados con los objetivos de negocio, así como la inversión que se haga en I+D. «Es primordial valorar y medir los resultados de la formación según su impacto en la mejora de indicadores estratégicos», indica Ramos. De esta manera, la compañía halla distintos beneficios, entre los que destacan un aumento de ventas, la reducción de costes, incremento de la productividad y un descenso de los accidentes laborales. Pero la formación no supone solo ventajas para la empresa en sí, sino para los empleados y directivos. «No estar preparado para desempeñar una tarea concreta puede llevar a la persona a un estado de desmotivación, frustración, ansiedad e, incluso, depresión, lo que en el extremo puede provocar una baja laboral», asevera Ramos. En contraposición, desarrollar el trabajo en las mejores condiciones conlleva empleados valorados, reconocidos, satisfechos con sus tareas y con ganas y capacidad de avanzar, además de con un mayor nivel de empleabilidad para su futuro.
Avances tecnológicos
Si bien varían dependiendo de las Comunidades Autónomas, los sectores en los que las compañías invierten más en formación son la agricultura, la construcción, el sector industrial, el comercio y la hostelería. «Los avances tecnológicos afectan a todos los sectores, por lo que las empresas necesitan adaptarse y demandan dicha formación», explica Martínez. Son destacables especializaciones como el Big Data, la ciberseguridad o el blockchain. «Así mismo, las empresas demandan perfiles transversales expertos en prevención de riesgos laborales, recursos humanos y marketing digital», apunta Martínez. Disciplinas que, en definitiva, son aplicables a cualquier tipo de negocio. Por su parte, Ramos indica que hay más ámbitos de formación que aquella puramente orientada a favorecer la competitividad de la empresa. «Se pueden ofertar cursos sobre igualdad, de sostenibilidad ambiental, programas de buenas prácticas para los desplazamiento “in itinere”, acciones de prevención de riesgos laborales», sostiene Ramos. De esta manera, las temáticas y tipologías formativas resultan enormemente variadas y capaces de adaptarse a las necesidades de cada empresa.
Según el último informe del Círculo de Empresarios, en 2016 el 94% de las empresas españolas tenían de media dos empleados. Con estas cifras, generalizar la formación dentro de la empresa podría resultar complicado. «No podemos cuestionar la necesidad de la formación continua, por lo que la única reflexión posible es la forma de afrontarla», explica Ramos. De esta manera, una gran compañía podría afrontarla a través de docentes internos, mientras que en autónomos o pequeñas empresas la solución pasaría por acudir a centros especializados, escuelas de negocios u organizaciones públicas. Para ello, la posibilidad de cursos bonificados y la formación a distancia son herramientas que ayudan a flexibilizar los procesos formativos y fomentar el acceso estos. «El “e-learning” permite amoldar los horarios a las necesidades del alumno, lo que facilita la conciliación entre la vida laboral y familiar, permitiendo adaptar de manera precisa los contenidos a las particularidades del alumno», explica González-Ruiz. Además, se suprimen las barreras geográficas y se introducen nuevas técnicas como la realidad virtual y la gamificación, que facilitan y compatibilizan la formación y el empleo.
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