Entrevista

Francisco de la Torre: «No podemos aspirar a que las empresas paguen las abultadas facturas»

"No hay soluciones mágicas, se sale de la crisis, pero no en cinco minutos y sin esfuerzos, porque hay que pagarla entre todos"

Francisco de la Torre: «No podemos aspirar a que las empresas paguen las abultadas facturas»
Francisco de la Torre: «No podemos aspirar a que las empresas paguen las abultadas facturas»Jesús G. FeriaJesús G. Feria

El inspector de Hacienda y exdiputado de Ciudadanos Franciso de la Torre hace un recorrido a lo largo de su libro «Y esto, ¿quién lo paga?» (Debate) por la pandemia, el populismo tras la pandemia, la crisis inflacionaria y energética, el dolor y los impuestos. «Al igual que las soluciones mágicas no curan el cáncer, ni tampoco evitan el contagio de las diversas variantes de la COVID-19, los arreglos populistas tampoco solucionan los problemas económicos y generan frustración», dice de la Torre en su libro. Frente al populismo económico, energético, fiscal y medioambiental de izquierdas o de derechas el autor nos propone un libro de "economía para adultos".

Comenta en su libro que «todo tiene un precio»...

No hay soluciones mágicas, se sale de la crisis, pero no en cinco minutos y sin esfuerzos, porque hay que pagarla entre todos. No podemos aspirar a que la clase media se quede completamente al margen, porque es imposible. Decía Adam Smith hace ya más de doscientos años en «La Riqueza de las Naciones», que el trabajo de sus habitantes es la principal riqueza de las naciones. Cuando hemos sufrido un golpe o una sucesión de golpes muy importantes que afecta a nuestra prosperidad económica, es evidente que tendremos que salir de ella trabajando más y siendo más productivos, con crecimiento económico.

¿Qué precio hay que pagar por reducir la inflación?

En principio, cualquier política antiinflacionista pasa por aumentar la oferta de bienes y servicios o por reducir la demanda. El origen de esta crisis inflacionista está probablemente en la energía. Sin embargo, como buena parte de la energía consumida en Europa, sobre todo gas y petróleo, es importada, no hay mucho que se pueda hacer para aumentar la oferta. La otra alternativa es reducir la demanda, es decir, el consumo, la inversión y el gasto público. Por eso, las políticas antiinflacionistas, sobre todo ante un shock de oferta externo, provocan empobrecimiento y dolor. Lo más relevante, aunque no lo único, es reducir la cantidad de dinero en circulación o bien aumentar los tipos de interés.

¿Cómo cree que lo ha hecho el Banco Central Europeo (BCE) en este sentido?

Creo que tardó de más de lo esperado en reaccionar a la subida de la inflación. Acertó con su política de facilitar al máximo la financiación de los Estados durante la pandemia y del resto de agentes económicos. Luego se equivocó de forma importante cuando pensó que la inflación sería puramente coyuntural y cuando Christine Lagarde dijo que «la inflación venía de ninguna parte». Bueno, pues sí tiene un origen y es el exceso de liquidez y en segundo lugar la subida del precio de la energía. Siguió equivocándose hasta julio del año pasado. A partir de ahí al BCE no le quedó más remedio que subir tipos de interés.

¿Hasta cuándo subirá los tipos de interés?

Todavía nos queda un trecho largo hasta que la inflación quede bajo control. Uno de los mensajes fundamentales que se debe transmitir es que la inflación por encima de un determinado nivel es nociva para todo el sistema económico, todas las operaciones se acaban depreciando y uno tiene mucha menos certeza en los cálculos económicos. Es decir lo acaba complicando todo. Para que nos hagamos una idea, por ejemplo, la hiperinflación de la República de Weimar en Alemania fue el origen del nazismo. Es decir, estamos hablando de temas muy importantes. Argentina, que ha tenido sistemáticamente inflaciones elevadas, ha perjudicado de forma gravísima su crecimiento económico. Por eso hay que ser conscientes de que hay que hacer el máximo esfuerzo para intentar reducirla.

¿La crisis se arregla con más impuestos?

El instrumento para afrontar los retos existenciales y financiar el Estado son los impuestos, que deberían formar un sistema fiscal racional, no un conjunto deslavazado. No es fácil, y padecemos diversas propuestas populistas de izquierdas y de derechas. Podemos creer que aumentar los impuestos no afectará a la actividad económica y que la subida solo la pagarán los ricos y las grandes empresas, pero nos acabaríamos dando de bruces con la realidad.

Se muestra muy crítico con el impuesto de Sociedades...

Si hace una encuesta sobre quién debería pagar más impuestos, lo más probable es que le digan que las empresas, y en particular las grandes. Sin embargo, desde la crisis de 2008, el impuesto de sociedades recauda cada vez menos y es más complejo. Hay que saber de dónde partimos. No podemos aspirar a que las abultadas facturas que tendremos en los próximos años las paguen las empresas por vía fiscal. Sí que deberíamos aspirar a mejorar un impuesto de sociedades para que fuese menos complejo y oscuro, capaz de captar un porcentaje mayor del beneficio que declaran las empresas.

Después de la caída de Silicon Valley Bank y de Credit Suisse, ¿podemos estar ante una crisis financiera?

Es un indicativo de varias cosas. Uno, que la crisis financiera que creíamos que había quedado atrás, pues probablemente no sea así, y que el riesgo de contagio sigue estando ahí.