
Agroalimentación
Galicia, el nuevo Eldorado del vino
El blanco gallego se pone de moda y dispara el precio de la hectárea, que ya alcanza el valor más alto de todo el territorio nacional, con zonas en las que se han superado con creces los 200.000 euros

Galicia es una tierra de grandes escritores y grandes vinos. La literatura gallega, a lo largo de su historia, ha hecho alusión a la cultura vitivinícola de la región en la que durante siglos se situó el «fin del mundo». Ramón María del Valle-Inclán (Villanueva de Arosa, 1866-Santiago de Compostela, 1936), por ejemplo, utilizó el vino en sus obras como parte esencial de la vida cotidiana y como un elemento simbólico de los personajes y situaciones que retrataba.
Una conexión entre las letras y una bebida que incluso mereció su propia divinidad, Baco, que también se refleja en otras obras de autores de la «terra». Ramón Cabanillas (Cambados 1876-1959) dedicó varios de sus poemas al vino, como «Diante dunha cunca de viño espadeiro» («Ante una copa de vino espadeiro»).
Pero quizá fue Álvaro Cunqueiro (Mondoñedo, 1911-Vigo, 1981) quien mejor capturó la esencia de los vinos gallegos y su conexión con la identidad de los hijos del reino de las «meigas». «A los gallegos nos gustan nuestros vinos. Quizás porque tienen más ganas de hablar que nosotros, o porque tienen un sabor fugitivo y, buscándoselo, rememoramos tiempos, lugares, amores, despedidas...», recogió en «A cociña galega». Cunqueiro, además de escritor y periodista, fue un reconocido gastrónomo que describió con la destreza de sus palabras platos y festines, en los que no podía faltar una buena copa de Ribeiro o de Albariño.
Ahora, algunas variedades de uva blanca desconocidas hasta hace unos años para el gran público han experimentado un auténtico «boom». Una verdadera vuelta a los orígenes, sobre todo si se tiene en cuenta que hace miles de años, en las antiguas civilizaciones egipcia, griega o romana, el blanco era el vino hegemónico.
Este nuevo auge va directamente de la mano de un cambio en las preferencias de los consumidores que, cada vez más, demandan vinos frescos, afrutados, fáciles de beber, sin grandes astringencias ni maderas. Una conversión que ha encumbrado a la fama a los rosados, los espumosos y, cómo no, a los blancos, tan populares en Galicia.
Esta transformación se evidencia en datos, como que, en las últimas dos décadas, el consumo de vino blanco se ha incrementado un 10%, mientras que el de tinto ha descendido alrededor de un 15%. A ello han contribuido de forma esencial las mujeres, auténticas «wine lovers» de los blancos.
Oasis climático
Favorecida por su clima atlántico, con temperaturas suaves a lo largo del año, además de lluvias abundantes y habituales y una reducida cantidad de sol, la región noroeste de España se ha convertido en un «oasis» dentro de un contexto de cambio climático en el que los periodos prolongados de sequía están teniendo un efecto devastador sobre las vides.
En Galicia existen cinco denominaciones de origen: Rías Baixas, Ribeiro, Valdeorras, Monterrei y Ribeira Sacra. Todas ellas han experimentado un incremento de sus ventas vinculado no solo a un aumento de la demanda nacional, sino también del mercado internacional, donde los vinos gallegos son cada vez más valorados por su singularidad. Su frescura los distingue de su competencia, especialmente de Francia. El país vecino produce blancos de calidad, pero menos afrutados, con más barrica y, por lo tanto «más difíciles de beber y de entender por el gran público», apunta Enrique Calduch, experto del sector.
Los grandes grupos bodegueros de otras denominaciones de origen y de tradición de tintos no son ajenos a este interés que suscitan últimamente las variedades blancas. Así, buscan viñedo fuera de sus áreas de influencia para ampliar su oferta y producir blancos de prestigio. No obstante, dadas las circunstancias actuales, no siempre resulta una tarea fácil, debido a la escasez de zonas productoras idóneas.
Este interés ha disparado el precio de los terrenos cultivables, convirtiendo a Galicia en un nuevo Eldorado del vino. Según los últimos datos de la Encuesta de Precios de la Tierra, correspondiente a 2023, elaborada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), el valor más alto de la hectárea de viñedo de secano se encontraba, precisamente, en Galicia. Así, el coste medio se situó en 63.783 euros, frente a los 53.787 de 2020, lo que supone una revalorización de casi un 20% en tan solo tres años. Un valor que es más de cuatro veces superior a los 15.147 euros de la media nacional. Una tendencia al alza que contrasta con las otras zonas de larga tradición vitivinícola de tinto, como La Rioja, donde el precio de la hectárea ha descendido casi un 3% en 2023 en relación a 2020. De hecho, La Rioja fue junto a Extremadura la única comunidad autónoma que en 2023 experimentó un descenso del valor de la hectárea.
No obstante, en determinadas zonas de Galicia, como Rías Baixas o Valdeorras, la hectárea puede llegar a alcanzar precios mucho mayores, en el entorno de los 120.000 euros. Valores estos que, incluso, se quedan cortos si se comparan con los más de 200.000 euros por hectárea que llegó a pagar Vega Sicilia en el municipio de Crescente para producir su nueva variedad de blanco con uva Albariño. Bodegas Familiares Matarromera, y su embajador Carlos Moro, o Pago de Carraovejas han crecido en la D.O Ribeiro y, recientemente, la familia José Pariente ha adquirido A Vilerma, recogiendo el testigo del colleiteiro Arsenio Paz. También el «private equity» ha puesto sus ojos en el sector. Por ejemplo, Sherpa Capital adquirió Crego e Monaguillo de la denominación de origen Valdeorras. Por contagio lógico, el aumento de los terrenos también se ha trasladado al precio de la uva, que ronda los dos euros por kilo, lo que supone un incremento de más del 20% en los últimos cinco años.
Con los deberes hechos
Esta metamorfosis ha llegado a las bodegas gallegas en un momento en el que tenían los deberes hechos. Es el caso de Rías Baixas. A finales del siglo pasado, inició un plan estratégico para internacionalizar su vino, del que el Albariño es la estrella. Hoy en día, aproximadamente el 30% de la producción de esta denominación de origen viaja fuera de las fronteras españolas. Estados Unidos, que representa el 10% de sus ventas totales, se ha convertido en uno de sus mercados principales. «Los grandes compradores del vino del mundo son actualmente los países anglosajones, donde nosotros estamos bien situados. Hace tres décadas, decidimos salir de nuestra zona de confort y desembarcamos en Estados Unidos. Se trató de una labor complicada, que nos llevó por todo el país, de la costa Este a la Oeste, con el reto de dar a conocer un producto inédito, y que encima contenía la letra «ñ», que ni siquiera aparece en sus teclados. Ese trabajo ha dado sus frutos, ya que el aumento de la demanda de blanco nos ha cogido en una buena posición, con 87 de nuestras bodegas ya introducidas en este mercado», explica Ramón Huidobro, secretario general de la D. O. Rías Baixas.
Ribeiro, la denominación de origen más antigua de Galicia, cuenta con 97 bodegas inscritas y más de 500 vinos referenciados entre todas ellas, de las que el 93% son blancos. Alemania, Países Bajos, Reino Unido y Estados Unidos son sus principales mercados internacionales en este momento. «El incremento de consumo de vino blanco nos beneficia en gran medida. Hemos notado un notable ascenso de las ventas. Con respecto al ejercicio 2023, a pesar de la crisis mundial en el consumo de vino, hemos crecido un 2%. El mejor dato para el Ribeiro del año 2024 es que hemos aumentado en más de un millón de botellas de las variedades preferentes, castes (treixadura, albariño godello o torrontés)», señala Concha Iglesias Pousa, presidenta del C. R. D. O Ribeiro.
La D.O. Valdeorras inició en 1974 un plan de reestructuración de viñedos. Comenzaron entonces a investigar y a apostar por las variedades de uva autóctonas. De esta manera, como apuesta de futuro, se comenzó a plantar Godello y Mencía. Con el paso de los años y las modificaciones en la demanda, se ha pasado de una producción equilibrada al 50% entre tinto y blanco (a principios de siglo, se demandaba principalmente el primero) a otra en la que la blanca es mayoritaria, alcanzando ya prácticamente el 80% de la misma.
«Ha habido un claro cambio en los hábitos de consumo. En el caso de Valdeorras, se ha producido en un momento en el que estábamos apostando decididamente por la uva blanca. Nuestra idea es seguir creciendo en Godello, por lo que esperamos, en los próximos cuatro o cinco años, ampliar su cultivo en 200 hectáreas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que nuestro crecimiento es limitado, ya que la disponibilidad de terrenos aptos para el cultivo de la vid es pequeña, de ahí también la revalorización a la que estamos asistiendo», afirma Jorge Mazaira, director técnico de la D.O. Valdeorras.
Monterrei es otra de las denominaciones de origen gallegas. Su principal variedad es el Godello, aunque también cuentan con Albariño o Treixadura. Aunque su producción es principalmente nacional, exporta aproximadamente un 10% de la misma. Reino Unido y Alemania son sus principales mercados, pero están realizando una importante labor de promoción para dar a conocer sus productos en el mundo.
En los últimos 10 años, sus bodegas han experimentado crecimientos sostenidos, que se han intensificado en los dos últimos. Un aumento de la demanda que les ha llevado a prácticamente duplicar su producción, que ha pasado de 4.700.000 litros en 2015 a 7.700.000 en 2024.
«Nuestros vinos son de gran calidad y quienes los prueban, repiten. Pese a que el 70% de nuestra producción es de blanco, disponemos de tintos muy interesantes, que son totalmente diferentes al resto. Ahora gusta el blanco, pero estoy seguro de que, a medida que nuestros tintos se conozcan, ganarán en cuota de mercado. Los vinos gallegos, ya sean blancos o tintos, son diferentes, con una graduación alcohólica moderada y una acidez muy equilibrada», declara Luis Miguel López, director técnico del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Monterrei.
Por su parte, Ribeira Sacra, una denominación de origen que se ha caracterizado por la elaboración de tintos, tampoco es ajena a este fenómeno de carácter global, por lo que prevé duplicar la producción de blanco, pasando del 16% actual al 30%, tal y como asegura el presidente del C. R de la D.O, Antonio Lombardía.
«A día de hoy, tenemos más demanda que oferta, por lo que necesitamos abastecer a nuestros clientes. Lo que ocurre es que nuestros terrenos no son propicios para el cultivo de variedades blancas, como el Godello. No obstante, podemos crecer en la zona del Valle de Quiroga, limítrofe a Valdeorras, y es lo que estamos haciendo para poder dar respuesta a la demanda», declara.
El vino gallego, sin duda, está de moda, ya sea por su sabor, su olor, su color, sus matices o, simplemente, porque, tal y como dijo Cunqueiro, al beberlo, «rememoramos tiempos, lugares, amores, despedidas...».
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