Pensiones

La Seguridad Social sigue estando enferma

La evolución demográfica de España puede poner en más apuros el sistema de la Seguridad Social
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La Seguridad Social registró en 2017 los mejores datos de afiliación de su historia: 611.146 nuevos trabajadores inscritos en el sistema. Desde que arrancara la recuperación, el número de cotizantes ha aumentado en 2,1 millones de personas: un guarismo ciertamente espectacular que ya debería proporcionarnos una primera idea provisional de cuánto habrán mejorado desde entonces las finanzas de nuestro sistema de pensiones.

Y, en efecto, si descendemos a las cifras de ingresos por cotizaciones sociales comprobaremos que éstos han aumentado desde 117.000 millones de euros en 2013 hasta, previsiblemente, 132.000 millones en 2017: esto es, 15.000 millones de euros más por año que han ayudado a compensar el aumento del gasto en pensiones que hemos experimentado durante la crisis.

La positiva evolución de la afiliación durante los últimos años no debería, sin embargo, hacernos olvidar la crítica situación en la que inevitablemente va a hallarse la Seguridad Social en las próximas décadas. En la actualidad, el sistema cuenta con 2,11 trabajadores por pensionista. Una ratio que mejora por cuarto año consecutivo y la más elevada desde 2011. ¿Seguirá creciendo? Muy posiblemente. Antes de que estallara la crisis en 2007, el sistema llegó a contar con 2,53 trabajadores por pensionista, lo que proporcionaba una muy sólida base para el pago de las pensiones.

Al cabo, cada cotizante destina el 28,3% de su salario a sufragar los pagos a los pensionistas actuales. Si en 2007 contábamos con 2,53 trabajadores por pensionista, no era posible financiar sin déficit unas pensiones equivalentes al 71,5% de los salarios medios de la economía. Este último porcentaje es lo que técnicamente se conoce como «tasa de sustitución» –es decir, la relación entre los salarios medios y las pensiones medias de la economía– y expresa cuán decentemente viven los pensionistas en relación con los trabajadores en activo. Una tasa de sustitución cercana al 70% se ubicaba ya en aquellas fechas entre las más elevadas de Europa y permite que los pensionistas conserven un tren de vida similar al que disfrutaban cuando se encontraban integrados en la fuerza de trabajo.

A lo largo de las próximas décadas, empero, la evolución demográfica de nuestro país nos condenará –en el más optimista de los escenarios– a que a la relación entre trabajadores y pensionistas se reduzca hasta 1,34. De acuerdo con las previsiones que el propio Gobierno de España remite regularmente a la Comisión Europea, en el año 2060, España tendrá 14,1 millones de pensionistas frente a 19 millones de trabajadores. Esa ratio de 1,34 trabajadores por pensionista apenas permitirá hacer frente a una tasa de sustitución del 38%, casi la mitad que la actual (la previsión del propio Ejecutivo es que se ubique entre el 40% y el 50%). En todo caso, muy por debajo de la actual.

Parece claro que una tasa de sustitución tan baja como ésta no permitirá que los pensionistas del futuro mantengan un nivel de vida similar a aquel del que disfrutaban antes de abandonar el mercado laboral. Y su única opción de evitar tan notable descenso en su nivel de vida pasará por complementar las pensiones públicas de mañana con el ahorro personal que acumulen hoy: así sucede, por cierto, en la mayor parte de Europa, donde la tasa de sustitución de las prestaciones públicas es mucho más baja que en España y sus ciudadanos ahorran por su cuenta para disfrutar de ingresos más elevados en el futuro.

Por desgracia, ningún político español parece dispuesto a admitir claramente la auténtica situación financiera de la Seguridad Social: todos prefieren escurrir el bulto y traspasarles el problema a las generaciones futuras. No nos dejemos engañar y empecemos a ahorrar para el futuro. Que los muy buenos datos de afiliaciones al sistema actuales no nos hagan olvidar los problemas estructurales que continúa sufriendo la Seguridad Social.