BBVA

La UE complica la sucesión de Francisco González en el BBVA

El actual número dos se perfila como favorito para relevarle al frente del banco, pero un dictamen europeo obligaría a designar también a un presidente no ejecutivo

Carlos Torres, actual número dos de BBVA, fue promovido por el propio Francisco González
Carlos Torres, actual número dos de BBVA, fue promovido por el propio Francisco Gonzálezlarazon

El actual número dos se perfila como favorito para relevarle al frente del banco, pero un dictamen europeo obligaría a designar también a un presidente no ejecutivo.

Francisco González (FG), presidente del BBVA, ha anunciado que dejará su puesto en el otoño de 2019 y que su sucesor procederá de dentro de la entidad. Todo apunta que el elegido es Carlos Torres, actual número dos del banco, promovido en su día por el propio FG. Hay otros posibles candidatos, pero Torres les lleva una ventaja casi insuperable. La Justicia Europea, sin embargo, podría modificar los planes sucesorios en el BBVA.

El Banco Central Europeo (BCE), que preside Mario Draghi, defiende que una misma persona no debe ocupar la presidencia de un banco y, al mismo tiempo, ser «directivo efectivo» de la misma entidad, que es la situación actual de FG, pero también la de Ana Botín en el Santander, Josep Oliú (Sabadell) o José Ignacio Goirigolzarri (Bankia). Hace unas semanas, el Tribunal General de la Unión Europea, en un dictamen sobre la sucesión en el Credit Agricole francés, apoyó la tesis del BCE y resolvió que un banco no puede tener un presidente que también sea ejecutivo. La sentencia admite recurso, pero si se confirma como parece probable, puede ser de aplicación a toda la Unión Monetaria a partir de ahora, aunque no con carácter retroactivo. Eso significa que cuando FG se retire del BBVA su sucesor no podrá ser presidente y ejecutivo. El decir, el poder de control sería para el presidente y el poder ejecutivo para el consejero delegado. Esa doctrina, no obstante, no se aplicaría hasta que se produjera un relevo en las entidades –como las mencionadas– en las que ahora hay presidencias ejecutivas.

FG cumple 75 años en el otoño de 2019. Podría apurar su mandato hasta esa fecha o adelantar el relevo a la Junta General del Banco para la primavera del próximo año, aunque los que le conocen aseguran que seguirá hasta el final, con lo que completará 23 años al frente de un gran banco español. Fue nombrado presidente de Argentaria en 1996 y del BBVA en 2000, lo que le convierte en el decano del sector.

La decisión sobre el sucesor compete al Consejo de Administración del banco que, ahora, está controlado por el propio presidente. FG, que acaba de invertir casi 400.000 euros en acciones del banco, posee en total un 0,073% del capital del BBVA, unos 30 millones de euros, cifras insignificantes para entidad con una capitalización bursátil –valor– superior a los 43.800 millones de euros. FG, no obstante, tiene el apoyo del principal accionista, el fondo BlackRock Inc, que controla el 5,939% del capital de la entidad. Sin embargo, los porcentajes no dejan de ser mínimos. El BBVA no tiene otros accionistas especialmente importantes. Sin embargo, según datos de la propia entidad, en el State Street Bank and Trust Co, está depositado un 12,53% del capital del banco; en el Chase Nominees, un 6,48% y en el Bank of New York, otro 3,8%. La identidad de los propietarios se ignora, porque ninguno supera el 3% obligatorio para declararlo. No obstante, como admiten en el propio banco, la mayoría de ese capital está en manos de distintos fondos de inversión internacionales que, de forma más o menos explícita, delegan en el actual presidente, que gobierna la entidad con el respaldo de un 29% del capital. Eso permite concluir que la decisión sobre su sucesión la tomará él, aunque ahora tenga que adaptarse a los criterios del BCE.

Trato con mandatarios

Francisco González, si se ve obligado o si decide seguir la doctrina del BCE, tendría que buscar un presidente no ejecutivo, ya que es poco probable que Carlos Torres dejara de tener los poder efectivos. No accedería a la poltrona presidencial, pero sería un consejero delegado que no tendría que consultar sus decisiones, aunque sí dar cuentas al consejo. En ese horizonte, Jaime Caruana gana enteros como candidato a una presidencia no ejecutiva. Fue gobernador del Banco de España (2000-2006) y director general del Banco Internacional de Pagos de Basilea (BIS por sus siglas en inglés) (2009-2017), en donde trataba regular y directamente con mandatarios como Barack Obama, Angela Merkel y Mario Draghi. Caruana, parece obvio, obtendría inmediatamente el visto bueno del BCE y goza de la confianza de González, para quien, sin duda, la entidad encontraría algún puesto honorífico y le reservaría atenciones, como despacho, coche, etc.

El próximo mes se incorpora, de forma efectiva, al consejo de administración del BBVA, para el que fue elegido a finales del año pasado, aunque ha tenido que esperar seis meses para ocupar su puesto, tras cumplir el periodo de incompatibilidad legal por haber estado al frente del BIS. Queda más de un año, pero todo indica que la larga y compleja sucesión de FG en el BBVA, con el plácet del BCE, parece encarrilada, aunque hasta el otoño del próximo año también en la banca pueden suceder muchas cosas.