Telecomunicaciones

El «matildazo» de Sánchez en Telefónica

Los contribuyentes nos convertimos en accionistas indirectos de Telefónica, porque al final pagaremos de una manera o de otra la intervención gubernamental en la «teleco» de referencia española

Exterior de la sede de Telefónica, en el ensanche de Las Tablas, en el distrito de Fuencarral-El Pardo.
Exterior de la sede de TelefónicaEduardo ParraEuropa Press

Me pasé buena parte de la tarde del martes esperando la publicación de la referencia del Consejo de Ministros. Y no había manera. ¡Qué vagancia la de los encargados, pensaba yo! Finalmente apareció el dichoso documento y, quizás, en su contenido estaba la explicación de la tardanza, porque se autorizaba a la SEPI a comprar hasta un 10% de las acciones de Telefónica y, quizás, habían esperado a que cerrase la bolsa española para dar la noticia. En cualquier caso, el «matildazo» –para los más jóvenes, «matilde» era el nombre popular de los títulos de Telefónica varias décadas atrás– estaba servido y, eso sí, venía un poco escondido en la citada referencia. Dicho con otras palabras, que los contribuyentes nos convertimos de hecho en accionistas indirectos de Telefónica, porque al final pagaremos de una manera o de otra la intervención gubernamental en la «teleco» de referencia española, a la par que importante multinacional. La verdad es que tampoco me extrañó mucho la actuación de Pedro Sánchez y su Gobierno, conociendo el afán intervencionista que tienen. De lo que no me cabe duda es de que este será el primer paso en su intervención en Telefónica,si finalmente llega a materializarse la compra de este 10%. A continuación, vendrán otros «mangoneos». Estamos ante una de las tarjetas de despedida de la vicepresidenta Nadia Calviño.

La otra llegó ayer por la tarde, cuando los Veintisiete Estados miembros de la UE llegaron a un acuerdo sobre las nuevas reglas fiscales que, en un análisis a bote pronto, dan más margen a cada uno de ellos para diseñar su senda de consolidación fiscal. Es lo que en la jerga comunitaria se denomina «subsidiariedad». Sin embargo, también queda muy claro que deben cumplirse dos objetivos, que, a su vez, también están muy claros: el déficit no podrá ser superior al 3%y la deuda pública deberá situarse en el 60% del PIB. A falta de un examen más en profundidad, parece una enmienda a la totalidad de lo que viene haciendo hasta ahora el manirroto gobierno de Pedro Sánchez. En resumidas cuentas, que, nos pongamos como nos pongamos, tocará apretarse el cinturón en los ejercicios venideros, comenzando por el año próximo.