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Muere Isidoro Álvarez

No debiste marcharte todavía

La Razón
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Querido Isidoro, no se qué decir porque me ha sobrecogido tu muerte de tal manera que no acierto a articular palabra. Después de los acontecimientos de estos días, ya me desborda otra pérdida de alguien al que tanto quiero y al que tan vinculado estaba desde hace muchos años. Igual que ayer, hoy sigo pensando que no es cierto y además no puede ser posible que ya no estés entre nosotros. Tu ejemplo de vida tomó forma y cuerpo y nos prestó alas para volar, sabiendo que tú siempre estabas cerca y que con sólo llamarte a ti o a cualquiera de tu entorno ya estábamos cerca de ti para cualquier evento o circunstancia en las que siempre participábamos la gente de tu confianza.

Vivías más por todos que por ti, estabas pendiente de que a nadie le faltara nada, repartías cuánto tenías y dabas con bondad lo que pudieras haber guardado para ti. El ejemplo del poeta tú lo cumpliste: «Toma, hermano, sin medida/cuanto quieras para ti/pues cuando tenga otra vida/sólo tendré lo que di». Con amigos como tú hemos podido ser algo más en la vida y estar convencidos de que hay que florecer allí donde se nos plante. Hemos aprendido el ejemplo de ser tolerantes, sencillos y leales con lo que nos rodea.

De esa forma también hemos comprobado y aprendido que no hay que esperar grandes apoyos de nadie para después no decepcionarnos de aquellos en los que habíamos depositado nuestra confianza, y que sin querer reconocerlo nos equivocamos cuando pensamos que eran igual que nosotros en todo y no sólo en algunas cosas. Y digo esto porque tú siempre supiste florecer en la tierra que se te plantó y jamás hiciste comentario alguno que perjudicara a nadie, pues gozabas de un corazón tan grande como tu propia vida, y dentro de ti sólo existía espacio para la comprensión y la bondad. Hace pocos días, me despedía de otro gran amigo que ya descansa, igual que tú, en el reino de las tinieblas y encontraba en mi hondo pesar un sentir parecido de dolor y desolación, pero no era por la posición que habéis conquistado, sino por la riqueza humana que atesoráis y que habéis compartido con mucha gente y siempre con la humildad y la costumbre de pasar desapercibidos.

Personas como tú nos ayudaron a modestos luchadores como yo a saber poner la otra mejilla y aprender del silencio y la prudencia a superar las asignaturas de la vida simple y cercana al ser humano. Los que disfrutamos del privilegio de poder tenerte cerca y fuimos considerados en tu entorno casi más por tu amistad que por nuestras virtudes, aún nos llena más de orgullo haber compartido parte de tu vida y tu tiempo y haber disfrutado de tu afecto de hermano cuando hemos tenido que tomar una decisión importante en cualquier situación difícil como bien conoces.

Hoy es un día también muy difícil, principalmente para tantos de los que te queremos y mucho más para María José, Cristina,Marta, Iñaki y Juan Claudio y el resto de la familia. No digamos en la fidelidad, Dimas, Manolo, Florencio, Juan, Carlos, Antonio, Juan Carlos y tantos otros que desde sus lugares de colaboración tanto te quisieron e imitaron y de los que fuiste inconfundible referencia.

Desde mi humildad y silencio no quiero dejar de expresarte lo que fuiste y significaste dentro de mi familia (me emociona recordar hace poco tiempo en una comida donde te acercaste y abrazaste a todos ellos y celebramos juntos la inmensa amistad que nos unía y nos une. Y las ganas de vivir y comernos el mundo y que hoy ha frustrado la dama del alba).

Querido Isidoro, en esa eternidad que ya disfrutas y en ese lugar privilegiado de la buena gente, seguro habrás encontrado el descanso eterno que todos pedimos para ti y que tú ya gozas por méritos propios. En ese lugar donde te volveremos a abrazar cualquier día, no te olvides de conservar mi cariño, lealtad y respeto, que sabes que siempre estarán contigo. En todos los recodos del aire podrás escuchar mi voz desesperada por hacerte llegar los mensajes del alma y de paso decirte que las situaciones de los negocios pueden oscilar, pero el aprecio y el abrazo de un amigo de verdad jamás los borra ni el tiempo ni el olvido. Aunque hoy es un día triste, te buscaré al anochecer en el espacio infinito e imaginaré que la estrella con más destellos, será la que te acompañara permanentemente. Hasta que un día te sorprenda mi presencia, sentado en el camino, y pueda volver a abrazarte y a contarte las muchas cosas que deben pasar después de que despierte el alba. Y la vida y las gentes reiteraremos el sentido más completo de la lealtad, el agradecimiento y el respeto por las gentes como tú, que sólo pensaron en trabajar y en amar al ser humano sobre todas las cosas, dejando su propia vida en el empeño... Dejaste la vida, pero no a las personas que siempre estuvimos cerca. Porque de nuestra vida nunca te irás, pues ya estás para siempre en ella, y en los espacios infinitos del viento escucharemos siempre tu gruesa voz dirigiendo nuestros actos y siempre al alba la primera flor de la primavera te la ofreceremos como símbolo de una vida hermosa que supo ser cabal y cercano sin hacer ruido...

*Socio Fundador de MedinaCuadros Abogados