Entrevista

«En otros países los beneficios de las empresas son un orgullo. Aquí se estigmatizan»

Alberto Aza, portavoz de la CECA: «El impuesto a la banca choca con los principios constitucionales»

Alberto Aza, portavoz de la CECA.
Alberto Aza, portavoz de la CECA.David JarLa Razón

No duda de que la banca está en continuo cambio, de que la incertidumbre financiera nunca cesa y de que las entidades siguen teniendo su asignatura pendiente en saber comunicar su valor social. Alberto Aza, portavoz de la patronal que agrupa a las antiguas cajas, defiende la empresa privada y sus beneficios, y tiene claro que el «impuestazo» es anticonstitucional, incongruente y distorsionador.

Con las últimas turbulencias financieras, ¿hay miedo a una nueva crisis de la banca como la de 2008?

Los focos de inestabilidad que hemos visto en EE UU y en Credit Suisse no son extrapolables al resto de la banca europea y menos a la banca española por la extraordinaria regulación que se impone desde el BCE. Nuestros bancos son solventes, sin problemas de liquidez, que han aumentado su rentabilidad y que están preparados para afrontar con tranquilidad este tipo de turbulencias.

Es una crisis que en EE UU afecta a pequeñas y medianas entidades, ¿puede provocar una nueva concentración bancaria y que esta banca mediana ya no tenga sitio en el mercado?

El mercado americano nada tiene que ver con el europeo, tanto por la estructura de las entidades como por el modelo de negocio. El europeo es un negocio un equilibrado, diversificado y una estructura de balances muy saneada. No es comparable.

¿Puede contagiarse la crisis de Credit Suisse a la banca española?

No. La banca española está en un estado de solidez financiera envidiable, que supera con creces los mínimos legales de solvencia, algo fundamental para afrontar cual tipo de turbulencias.

¿Queda descartada del todo una crisis como la de 2008?

Son dos contextos completamente diferentes. La de 2008 fue una crisis provocada por el sector inmobiliario, que derrumbó el empleo, provocó miles de cierres de empresas y desembocó todo en una recesión que, en estos momentos, son consecuencias que no se van a producir, en un escenario macroeconómico mucho más resiliente y con mejores perspectivas de las previstas.

Las empresas que tienen grandes beneficios, ¿deben arrimar el hombro como pide el Gobierno en tiempos de crisis?

Yo contestaría al Gobierno con otras preguntas: ¿No creen que es arrimar el hombro que la banca española sea la que más impuestos paga de la banca europea? ¿No creen que arrimamos el hombro cuando la contribución fiscal el año pasado fue del 50%, que de cada 100 euros de beneficio pagamos 50? ¿Saben que las entidades de CECA llevan 200 años acompañando a las familias más vulnerables a través de la Obra Social y que somos el mayor inversor social privado? ¿No creen que arrimamos el hombro durante la pandemia cuando pusimos en marca el mayor plan financiero de la historia bancaria española? ¿O cuando hemos puesto en marcha el primer plan de choque para paliar la brecha digital de los mayores? ¿Y que hayamos puesto en marcha una hoja de ruta para lograr servicios financieros en la mayoría de municipios españoles? Y podría seguir, pero me temo que no tendríamos espacio en esta entrevista.

¿Entonces por qué cree que les señalan con el dedo como si fueran los malos de la película?

Hay una tendencia en el imaginario colectivo de nuestro país a estigmatizar los beneficios de las grandes corporaciones, y especialmente los de la banca, lo que no deja de ser paradójico, porque en otros países es motivo de orgullo y aquí parece todo lo contrario. Los beneficios de la banca no solo son deseables sino necesarios, porque hay una relación directa entre sus resultados y su contribución social.

¿Cree que el Gobierno ha lanzado una campaña de descrédito contra los empresarios bancarios a los que acusa de forrarse a costa de la crisis?

La interlocución con el Gobierno es constante y fluida, pero es verdad que el impuesto a la banca ha causado cierto distanciamiento.

Entonces, ¿el impuesto extraordinario a la banca es un ataque o un error?

Nuestro rechazo a ese impuesto en total porque es un impuesto improcedente, que choca claramente con los principios constitucionales y con el derecho comunitario. Es también un impuesto contraproducente, porque va a provocar una contracción del PIB y una destrucción de empleo, hasta 70.000 puestos de trabajo hemos contabilizado en varios estudios. Y es un impuesto incongruente porque en lugar de gravar beneficios, que es lo que supuestamente pretende, lo que grava son los ingresos, sin tener en cuenta los gastos de explotación, por tanto no es proporcional a la rentabilidad de las entidades. Y, por último, es un impuesto distorsionador, porque no existe en ningún país de nuestro entorno, lo que supone un agravio fiscal y competitivo para las entidades españolas.

¿Una consecuencia directa será la restricción de los flujos de capital y del crédito?

Sí. El impuesto va a provocar un menor crecimiento a través de la contracción del crédito.

Defienden que los bancos pagan impuestos por encima de resto de empresas, y tachan este nuevo impuesto como discriminatorio. Entonces, ¿Por qué ese empeño del Gobierno?

Esa pregunta habría que hacérsela al Gobierno

¿Temen que este impuesto deje de ser extraordinario para ser permanente?

Confiamos en que no sea así.

¿Y si fuera así?

Tenemos que esperar a ver cómo se desarrollan los recursos y cómo fallan los tribunales. Y acataremos lo que proceda, como no puede ser de otra forma.

Y la subida de tipos, ¿también va a reducir el crédito?

Desde finales del año pasado estamos observando una reducción del crédito porque la subida de tipos se ha trasladado al euríbor y ha encarecido la contratación crediticia, y los clientes han optado por no contratar.

¿Qué opina de la política monetaria del BCE?

Hemos entrado en una etapa de normalización de la política monetaria. Lo que era atípico excepcional ha sido una década de intereses negativos, que ha tenido un efecto muy perjudicial en la rentabilidad de las entidades y, por tanto, en su cotización, que ha tenido muchos años a las entidades sin recuperar el coste de capital. Ahora, con la nueva política, va a permitir a las entidades recuperar ese margen tan dañado durante la última década en un nivel moderado por debajo de la rentabilidad de las empresas no financieras del Ibex.

Los ciudadanos tienen la sensación de que esta subida solo beneficia a las entidades financieras, que elevan los tipos de las hipotecas pero no remuneran los depósitos. ¿tienen razón?

Aquí hay dos ángulos. Es verdad que beneficia a las entidades por la mejora del margen de intermediación, pero también tiene un mayor coste de financiación para las entidades. Además se reduce la demanda del crédito y puede provocar un repunte de la morosidad, condicionantes que van a perjudicar el negocio bancario. Habrá que esperar al final de año para ver cuál es el balance.

¿Y los depósitos?

Hay que entender de dónde venimos. De una década de una política ultraexpansiva, amplificada durante la pandemia por esas medidas colosales de lucha contra la enfermedad, que hace que ahora en los balances de los bancos haya un exceso de liquidez, por lo que los bancos no necesitan recurrir a los depósitos para financiarse como en el pasado. Pero eso se está revirtiendo, y a medida que se vaya drenando la liquidez, las entidades tendrán que acomodarse y empezar a competir por los depósitos. Por tanto, la actual es una situación transitoria de baja remuneración.

¿Se descarta por tanto una guerra de depósitos?

Estamos en un sector tremendamente competitivo, y la remuneración es una política particular de cada uno. Pero los clientes deben saber que hay distintas opciones de inversión y de sacar rentabilidad a sus depósitos con distintos riesgos y que consulten con sus entidades esa posibilidad que son muchos más atractivas que una remuneración fija.

¿Tienen los bancos un problema de comunicación, de no saber trasladar a la sociedad su labor?

En los últimos años hemos hecho un esfuerzo intenso para trasladar qué es lo que hace banca bien un sector complejo y a veces difícil de entender. Y debemos explicar bien cuáles son sus desafíos y cuál es su trabajo social, que en el caso de CECA es muy importante.

¿El trabajo social de las cajas muchas veces ni se conoce, ni se valora?

Efectivamente. Es uno de nuestros distintivos fundacionales y no deja de ser paradójico que no se conozca bien nuestro compromiso social porque somos el mayor inversor privado de este país, que el año pasado alcanzó los 800 millones de euros.

¿El problema de la vivienda en España se soluciona interviniendo el mercado y los precios como ha hecho el Gobierno?

Hay que preservar a toda costa la estabilidad de los mercados y especialmente el mercado hipotecario español, que es la joya de la corona de nuestro sistema financiero. Y medidas como los topes a las hipotecas o al alquiler pueden ser elementos desestabilizadores preocupantes.

¿Poner en movimiento las viviendas de la Sareb es una solución al problema?

La banca, históricamente, ha contribuido a favorecer el acceso a la vivienda. CECA aporta el 75% de las viviendas del fondo social de vivienda al alcance de los más vulnerables.

¿Se da por finalizado el ajuste de plantilla y sucursales de las entidades bancarias o hay margen para seguir reduciendo volumen?

La eficiencia actual de la banca española lograda a través de los duros ajustes de los últimos años está muy por encima y, por tanto, no parece que vaya a haber más ajustes significativos.

¿Temen que la ralentización de la economía y del empleo disparen la morosidad, que está sorprendentemente controlada ahora mismo?

Estamos en unos niveles de morosidad muy inferiores a los de 2008, cuando estalló la burbuja financiera. Pero prevemos un pequeño repunte de la morosidad a partir del segundo trimestre, en la medida en la que se generalizará la revisión de las hipotecas por los nuevos tipos.

¿Hay algún otro peligro a corto plazo para las cajas?

Claramente, la contracción del crédito, que es un elemento de riesgo. También la inflación, que seguirá muy elevado, repercutirá en la base de costes,

¿Usted tampoco entiende el por qué de la baja cotización de las entidades financieras en los mercados pese a sus grandes resultados?

La cotización ha sufrido mucho durante los últimos años, a pesar de que hemos visto una recuperación. Estamos todavía en un momento de mucha incertidumbre por la situación geopolítica y por la presión inflacionaria que podrían tener efectos de segunda ronda. Cuando el contexto económico es incierto, las bolsas son prudentes.

¿Algún día cajas y bancos obtendrán la cotización que realmente tienen?

Confiamos que así sea. Y las mejoras de las rentabilidades que estamos viendo durante los últimos meses deberán contribuir a ello.

¿Y el coste de capital cuándo se recuperará?

Es cuestión de tiempo y de certezas económicas. La rentabilidad se ha recuperado pero aún es moderada.

¿Se alcanzará al fin la unión bancaria europea?

En estos momentos, los dos pilares de la unión bancaria (el mecanismo europeo de supervisión y el mecanismo de regulación) están plenamente operativos, pero falta por desarrollar el tercer pilar, el Fondo de Garantía Único Europeo, que es un elemento indispensable del marco regulatorio. Sería importante aprovechar la presidencia española de la UE para abrir el debate sobre esta cuestión que quedó descolgada, y superar las reticencias por parte de algunos países.