Salarios

Pacto de salarios: una foto para que Sánchez y Díaz sigan en el poder otra legislatura

El Gobierno soñaba con un acuerdo que le permita acabar la legislatura con normalidad laboral y presumir de que fomenta y está a la cabeza del diálogo social

Baruch Spinoza (1632-1677), el filósofo holandés racionalista de origen sefardí, defendía que «un pacto no puede tener fuerza alguna, sino en razón de su utilidad y que, suprimida esta, se suprime ipso facto el pacto y queda sin valor». Los líderes sindicales Unai Sordo y José María Álvarez y los presidentes de CEOE y Cepyme, Garamendi y Cuerva, se han hecho hoy la foto –para algunos lo de verdad importante– de la firma del acuerdo salarial que han alcanzado para los próximos tres años. Los sindicalistas, el jefe de la CEOE y también el Gobierno necesitaban la foto y ya la tienen. Sordo y Álvarez perseguían un objetivo doble. Por una parte, tenían que salvar la cara ante su cada vez más escasa clientela ante la pérdida de poder adquisitivo de los salarios. Por otra, trabajan para que el Gobierno de Sánchez y Yolanda Díaz resista y siga en el poder otra legislatura y, por eso, quieren paz social, que no dudarán en romper si hay otro Gobierno.

Al tiempo, Jorge Díaz Ramos (1895-1942), secretario general del PCE entre 1932 y 1942 ya decía que «los sindicatos no son oganismo desligados de la política». Garamendi, con contestación interna pero útil, por ahora, para algún gran banco, también suspiraba por un acuerdo que le devolviera protagonismo y una foto más. El Gobierno, por último, aunque haya aceptado no salir en la foto, también soñaba con un acuerdo que le permita acabar la legislatura con normalidad laboral –salvo en los colectivos que no se beneficiarán– y presumir de que fomenta y está a la cabeza del diálogo social. No estará en la foto, pero ya aireará que todo ha sigo posible porque ha creado las condiciones para que se materializara. El pacto, que no es de obligado cumplimiento por las empresas, solo una recomendación, prevé subidas salariales acordes con la inflación prevista, que es lo ortodoxo. Nadie puede garantizar, sin embargo, cual será la inflación, que es el gran problema. Siempre es más beneficioso que la inflación sea moderada, al margen de lo que suban los salarios, porque nunca lo hacen tanto como los precios y si lo hacen, se realimenta el monstruo. Garamendi, feliz con la foto, cree que la paz social está garantizada para tres años con un pacto que quedará sin valor cuando pierda su utilidad, como diría Spinoza.