Economía

Los recados de Lagarde y Escrivá

La gran jefa del Banco Central Europeo recurre a un poeta para advertir de que «el futuro no es lo que solía ser» y que no hay garantías de tener contralada a la inflación en el en torno del 2%

Christine Lagarde, presidenta del BCE, entre las 100 mujeres más poderosas del mundo del ranking exclusivo de Forbes
Christine Lagarde, presidenta del BCE, entre las 100 mujeres más poderosas del mundo del ranking exclusivo de ForbesRONALD WITTEK EFE/EPA

Paul Valery (1871-1945), francés, poeta y antifilósofo como él se definía, autor de «El cementerio marino», escribió que «el problema de nuestros tiempos es que el futuro no es lo que solía ser».

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europea (BCE), muy aficionada a las referencias literarias para ilustrar sus intervenciones públicas escogió esas palabras para iniciar uno de los mensajes más importantes que ha lanzado en los últimos años. Lo hizo en la 25 Conferencia del BCE, organizada en Frankfurt por el Instituto de Estabilidad Monetaria y Financiera de la Universidad Goethe, también de la misma ciudad.

La gran jefa monetaria europea tituló su conferencia «Una estrategia sólida para una nueva era» y, desde el principio, no se anduvo por las ramas: «En los últimos años, y sobre todo en las últimas semanas, nuestras expectativas se han visto realmente frustradas» sentenció tras citar a Valery.

Lagarde, siempre en busca de equilibrios, no ha dudado en esta ocasión en lanzar un recado contundente a los dirigentes europeos, desde la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, hasta el último jefe de los países del euro –y de su área de influencia–, lo que incluye a ese Pedro Sánchez que no sabe cómo resolver el sudoku de aumentar el gasto en defensa sin hacer recortes, sin subir impuestos y, sobre todo, mantener al mismo tiempo el apoyo de sus variopintos socios parlamentarios.

La presidenta del BCE –hay que releer una y otra vez el texto de su intervención, a disposición de cualquiera en la web de la institución– advierte de que «las certezas establecidas sobre el orden internacional se han visto trastocadas. Algunas alianzas se han tensado, mientras que otras se han estancado. Hemos presenciado decisiones políticas impensables hace tan sólo unos meses».

Donald Trump y Vladimir Putin planean sobre las palabras de la banquera central, aunque no sean mencionados explícitamente. El BCE, según su jefa, cree que, en la práctica, será muy difícil mantener la inflación en el deseado objetivo del 2%. Eso significa, en otras palabras, que los tiempos de las bajadas de tipos de interés podrían haber concluido.

Nadie lo dirá, por ahora, pero parece evidente y los mercados han empezado a tomar nota. «Mantener la estabilidad en una nueva era será una tarea formidable» ha dicho Lagarde tras recordar, con todo el simbolismo que encierra, que Tomas Jefferson (1743-1826), tercer presidente de los Estados Unidos defendía que «la vigilancia eterna es el precio de la libertad». La banquera central no anuncia ninguna catástrofe, pero insiste en la necesidad de estar preparados por si surgen dificultades y, sobre todo, en la importancia de reaccionar con rapidez, contundencia y claridad si hay que hacerlo.

José Luis Escrivá, gobernador del Banco de España, ha tenido suerte. Mientras Lagarde hablaba en Frankfurt, en Madrid, Ángel Gavilán, director general de Economía del Banco de España, presentaba las «Proyecciones macroeconómicas y el informe trimestral de la economía española», que elabora la institución. Es el primer estudio de este tipo atribuible al cien por cien a la etapa del nuevo gobernador, criticado en su momento por acceder al puesto de forma directa desde el Consejo de Ministros.

La fortuna está, de momento de su parte. Los datos son claros y el Banco de España constata que la economía española vive en una especie de oasis, en medio de las turbulencias que asolan Europa, y presenta un crecimiento «robusto» hasta el punto de que las previsiones apuntan que el PIB subirá un 3,7% en 2025, muy por encima del resto de grandes países de la eurozona. Hasta ahí, el Gobierno estará encantado con los vaticinios que emergen del Banco de España y que incluso superan los del ministro de Economía, Carlos Cuerpo, que utiliza una táctica más amarrona.

El gobernador, por otra parte, también es miembro del Consejo del BCE, desde donde se quiere enviar un mensaje coherente y coordinado en todos los países, más allá de los matices. Por eso, el Banco de España, al margen de celebrar los buenos datos económicos, también advierte sobre las incertidumbres y riesgos del futuro más inminente.

Es un recado para gobernantes, pero también para los ciudadanos en general, que conviene atender, para evitar sorpresas. Escrivá, Gavilán y el Banco de España, desde el tradicional lenguaje de los bancos centrales, no lo dicen así pero el mensaje es muy evidente y se podría resumir en que «esto –la economía– va bien, pero el futuro tiene muy mala pinta».

No está claro el efecto de los recados –ahí están- de Lagarde y, en España, de Escrivá, pero hay que recordar que «el futuro no es lo que solía ser», decía Valery.