Finanzas
Terapia monetaria de choque en EE UU
La Reserva Federal inyecta 75.000 millones de dólares diarios para reactivar unos mercados «secos». Solo ocurrió algo así en 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers.
La Reserva Federal inyecta 75.000 millones de dólares diarios para reactivar unos mercados «secos». Solo ocurrió algo así en 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers.
Todo empezó el lunes 16 de septiembre. La historia no se repite, pero a veces se parece. Ahora, muchas cosas recuerdan a lo que ocurrió en los albores de La Gran Depresión, iniciada en 2008. Los agentes monetarios –sobre todo bancos– no se fiaban unos de otros y no se prestaban entre sí. Once años después vuelve a ocurrir, también en otoño. La Reserva Federal (FED), que preside Jerome Powell, el equivalente USA al Banco Central Europeo (BCE), dedica en las últimas semanas entre 75.000 y 100.000 millones de dólares a dotar de liquidez a unos mercados, de repente casi secos. Además, en lo que en el restringido circuito de los expertos ya se llama «mini crisis», la autoridad monetaria americana ya ha anunciado que mantendrá esas facilidades de liquidez hasta mediados de octubre.
Los mercados monetarios no son fáciles de seguir y, para la mayoría de los ciudadanos, constituyen un arcano incomprensible. Sin embargo, son los que permiten el cuasi «milagro» diario de que los bancos abran por la mañana, concedan créditos y custodien –ahora en algunos caso con un coste– el dinero de sus clientes. La inmensa mayoría de la gente no tiene ni la más remota idea de lo que es un «repo», término que procede del inglés «re-purchase» o «recompra». Sin embargo, cuando los «repo» copan las primeras páginas de la prensa y los noticiarios económicos, las noticias no pueden ser buenas. Es lo que ocurre desde ese lunes 16 de septiembre, aunque haya pasado inadvertido, sobre todo en España, absorta en el enredo político de cada día a la espera de las elecciones del 10-N. Los «repo», en pocas y sencillas palabras, son operaciones del mercado monetario en las que los agentes –sobre todo bancos y otras instituciones financieras– que tienen exceso de fondos se los prestan a otros que los necesitan, pero que poseen deuda pública, con aval de los correspondientes Estados, y que la presentan como aval de la operación. Es un pacto entre partes, que tiene un precio –interés– y un plazo, al final del cual se ejerce la recompra, «el repo». Es un mecanismo, clásico y consolidado en los mercados, que hace que fluya el dinero de a quien le sobra en un momento determinado a quien lo necesita. Algo tan viejo como el comercio, sofisticado por las finanzas modernas y, por supuesto, basado en la confianza. Pues bien, ese mercado se paró el lunes 16 de septiembre en Estados Unidos y, desde entonces, solo ha funcionado a trancas y barrancas, y porque la Reserva Federal puso entre 75.000 y 100.000 millones diarios para casar las operaciones. Hasta ese día, bancos y otros agentes, pedían y se prestaban dinero entre sí con operaciones «repo». Desde entonces, es la Reserva Federal la que pone el dinero para que haya mercado y, algunos días, ha habido más demanda que oferta. En la práctica, significa que bancos y agentes monetarios no se fían unos de otros. La prueba es que, por ejemplo, el tipo de interés de esas operaciones, en una época –también en EE UU– de tipos de interés por los suelos, llegó al 10%, frente al 2,5% de máximo establecido por la Reserva Federal. Todo eso, además, con operaciones que tienen como garantía deuda pública. Nadie quiere ser alarmista, pero una situación similar se vivió en 2008, en los días posteriores a la quiebra de Lehman Brothers, como recuerda Juan Ignacio Crespo, uno de los expertos que ha llamado la atención sobre la situación, aunque, a su juicio, no significa que estemos «ante una situación de emergencia como aquella».
Los expertos, que admiten un cierto desconcierto, se dividen entre los que defienden que «estamos ante una situación nueva» y los que se refugian en que «no hay precedentes» para justificar que no estamos ante una repetición de lo ocurrido en 2008. No obstante, también nadie descarta que pudiera ser el anuncio de que ocurre algo grave que aún no está a la vista de todos y que apela al recuerdo de las hipotecas «subprime», que han podido generar variantes en el último decenio. El escenario se completa con la «inversión de la curva de tipos de interés» en EE UU, que ya lleva casi un mes así. Significa que los intereses a corto plazo –tres meses– son más altos –1,89% el viernes 27– que los intereses a largo plazo –diez años–, ahora en el 1,70%. Siempre que ocurrido este fenómeno en el último medio siglo ha sido el preludio de una recesión. La historia no se repite, pero a veces da pistas y ahora son preocupantes. Todo ocurre en el mercado americano, pero si los malos presagios se confirman, afectará a todo el mundo y, por supuesto, a España.
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