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Una amenaza para el crecimiento global

Una amenaza para el crecimiento global
Una amenaza para el crecimiento globallarazon

Todas las miradas siguen puestas en el devenir de Grecia, pero los inversores no deberían obviar otra amenaza que se cierne sobre los mercados financieros y que, de no corregirse, podría tener un impacto en el medio plazo: la burbuja bursátil en China.

El tema de China, en caso de ir a más, ¿es más grave o peligroso que todo lo que acontece con Grecia? La respuesta es sí. China representa el 12% del PIB mundial y es la segunda economía, sólo por detrás de Estados Unidos.

Y no es para tomárselo a la ligera. El índice Shánghai Composite, que marcó máximos el pasado 12 de junio, se ha girado bruscamente y cayó desde entonces un 30%. Caídas que no se veían desde 2008. Un tobogán que subió un 100% en medio año y acto seguido sufrió una caída del 30% en un mes.

Estados Unidos está preocupado por el futuro de los acontecimientos. No es tema baladí, ya que en realidad supone un auténtico riesgo para el crecimiento global. Hay que pensar en la incidencia que tendría en el mercado de materias primas y en las economías de Australia, Nueva Zelanda y los países latinoamericanos.

Se esgrime la desaceleración de la economía del gigante asiático como causa del problema, pero realmente es otro motivo: el estallido de la burbuja bursátil.

El mercado inmobiliario se estaba desinflando y el Gobierno de China pretendía que fuesen las subidas bursátiles las que diesen fuerza a la economía. Para ello, puso su maquinaria a trabajar y, desde los medios de comunicación, realizó una campaña para animar a los ciudadanos a invertir en renta variable. Bajaron los tipos de interés (favoreciendo a la Bolsa), permitieron que millones de chinos pudiesen acceder a la compra de acciones a crédito y ofrecieron a los inversores internacionales «facilidades» para invertir.

Todo estaba muy bien pensado, teniendo en cuenta que en la Bolsa de China el 80% de las negociaciones son entre inversores particulares, a diferencia de Estados Unidos o Europa, donde los fondos de inversión realizan la mayoría de las transacciones. Así, el Gobierno pudo «manipular» el mercado, incentivar y animar de manera indiscriminada a su pueblo para que entrase en Bolsa. Los ciudadanos estaban convencidos de que era una oportunidad única y entraron al juego. ¿El resultado? Fuertes subidas en las cotizaciones de las acciones.

Pero todo lo que sube con fuerza tiende a caer con la misma virulencia. Es el efecto acción-reacción. Las consecuencias no se hicieron esperar. 90 millones de pequeños inversores arruinados, muchos de ellos novatos, animados por el efecto llamada, en busca del pelotazo, de dinero fácil, de aquello que no existe, de una mera utopía. Además, la policía china encontró pruebas que demuestran las supuestas manipulaciones de precios llevadas a cabo por ciertas firmas en el mercado de futuros.

El Gobierno tuvo que tomar cartas en el asunto para intentar frenar la masiva ola de ventas, una presión vendedora sin precedentes. Incrementó el límite de compra para los inversores extranjeros, suspendió emisiones de renta variable, prohibió durante seis meses la venta de acciones por parte de los accionistas y ejecutivos que tengan más de 5% del capital de una compañía, inyectó 80.000 millones de dólares en el interbancario, aumentó los márgenes para intentar acabar con la especulación bursátil y logró un acuerdo entre gestores de fondos de inversión para comprar acciones.

Durante los dos días siguientes a la puesta en marcha de las medidas, la Bolsa frenó las caídas, aunque la sensación es que es un parche de corto plazo. La parte positiva es que se estima que entre un 50 y un 55% del dinero de las familias se encuentra en depósitos, mientras que un 25% lo estaría en Bolsa.

Australia es el principal socio comercial de China y, si le van bien las cosas, podría traducirse en una mayor demanda de materias primas procedentes de los exportadores australianos. El país asiático es el primer importador y Australia el primer destino de inversión de las empresas chinas.

El hierro y el cobre son considerados como indicadores o barómetros de la economía de China, que al mismo tiempo es el principal consumidor de ambos metales. En el caso del hierro, recordemos que es el componente principal del acero (material indispensable en el sector industrial). De hecho, el consumo chino de acero subió por las nubes en la última década.