Editoriales
La inflación crece con el populismo fiscal
Hasta ahora, era una convención aceptada en España que quien dispone del BOE es quien tiene el poder efectivo, de ahí que no se entiendan bien las quejas del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que se declara bajo la presión de unos «poderes económicos», que dispondrían de unas terminales «políticas y mediáticas» que no cita, pero que, en cualquier caso, no le van a quebrar, de lo que no podemos menos que alegrarnos.
Ahora bien, no parece que haya que buscar en supuestas conspiraciones las causas de los reiterados batacazos electorales socialistas, sino en el deterioro que padecen familias y empresas, atrapadas en una espiral inflacionaria y de escasez de materias primas, que las medidas paliativas que anunció el jefe del Ejecutivo tras el Consejo de Ministros extraordinario apenas corregirán. Porque como señalaron ayer tanto el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, como la patronal catalana Foment del Treball, el problema radica en el exceso de presión fiscal que, combinado con los altos costes que padecen las empresas, pueden afectar gravemente, a poco que se endurezcan las políticas monetarias, a un tejido productivo cada vez con menos margen de ganancias y, por ende, al mercado laboral.
Sean bienvenidas las ayudas a las familias más desfavorecidas, el incremento de las pensiones no contributivas y los descuentos en el transporte público, pero siendo perfectamente conscientes del coste fiscal extra que tienen para las arcas del Estado, que ya sufren un fuerte desequilibrio, y, lo que es más importante, de los escasos efectos que tendrán sobre la inflación. Porque, en buena parte, es de ese populismo, abonado a la barra libre del gasto público, de lo que se nutren los procesos inflacionarios, como el que estamos viviendo. Así, si las medidas se limitan a ayudas puntuales y subvenciones de la demanda, se establecerá ese círculo vicioso de más gasto más impuestos que, a la postre, no se resuelve nunca.
Se nos dirá que parte de esas medidas ya constaban en el plan anticrisis que presentó el PP para su estudio, acuerdo e implementación, pero, con ser cierto, también lo es que se quedan a mitad de camino. Hay que operar sobre los márgenes del IRPF de las clases medias, sobre las cargas de las empresas y sobre los impuestos especiales a los medios de producción, como son los hidrocarburos, que es el programa de Feijóo, como estrategia para impulsar el crecimiento económico y recuperar la competitividad perdida. Pero, sobre todo, no debería el Gobierno, presionado por unos socios comunistas que están sufriendo en mayor medida la caída del apoyo popular, equivocarse en el diagnóstico. Pocos ejecutivos como el actual han dispuesto, por la vía, casi obsesiva, del decreto ley, de tanto poder en el BOE. Otra cuestión es que se hayan venido equivocando sistemáticamente.
✕
Accede a tu cuenta para comentar