Editorial

Menores, partidismo e improvisación

Lo peor es la sospecha, de momento, de que en los pasillos de la propaganda gubernamental se busca la agitación de la xenofobia y la intolerancia para conseguir réditos electorales,

Dos menores migrantes pasean por la calle, a 27 de julio de 2025, en Ceuta (España). Un grupo de 27 menores extranjeros no acompañados ha abandonado Ceuta en la mañana de este lunes 28 de julio para partir hacia Andalucía, donde serán acogidos en virtud del protocolo de cooperación entre autonomías que ha sido activado entre la Ciudad Autónoma y la Junta. 28 JULIO 2025 Antonio Sempere / Europa Press 27/07/2025
Ceuta envía a 27 menores migrantes no acompañados a Andalucía en un traslado puntualAntonio SempereEuropa Press

No parece que sea de justicia acusar de insolidario a un gobierno regional, en este caso el de la Comunidad de Madrid, que ha acogido a más de 10.000 menores extranjeros no acompañados desde 2019, con un notable esfuerzo en las labores de integración y formación de los mismos, con un 80 por ciento de procesos exitosos, y que en estos momentos atiende a casi 2.500 menores en unos centros con sobreocupación del 132 por ciento.

Y, sin embargo, desde distintos sectores gubernamentales están empeñados en convertir la legítima crítica de las autonomías ante la improvisación, el partidismo y la arbitrariedad del Ejecutivo central a la hora de tratar con un problema migratorio que es, en primer lugar, responsabilidad del ministro del Interior, aunque sólo sea porque es el Departamento encargado del control y protección de las fronteras exteriores. Podríamos incluir a la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, y al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, entre los primeros responsables de afrontar una crisis que golpea especialmente a las Islas Canarias, pero no solo, y que no ha hecho más que agudizarse en los dos últimos años, pero, al parecer, el concepto de la acción conjunta y solidaria en el Consejo de Ministros no es el fuerte del actual Gabinete.

En realidad, en lo que sí demuestra el Gobierno de Pedro Sánchez su mejor habilidad es a la hora de descargar las responsabilidades propias sobre las espaldas ajenas. Ocurre, por supuesto, con el problema de la vivienda, «transferido» graciosamente a los ciudadanos propietarios de pisos en alquiler y a las empresas de inversión inmobiliaria, y también con la cuestión migratoria, con el agravante de que a esa inicua descarga de la responsabilidad hay que sumarle el oportunismo político de quien se debe al apoyo parlamentario de los nacionalismos catalán y vasco, a cuyas regiones se ahorra el desgaste popular que supone la proliferación de los centros de acogida de estos menores extranjeros, fundamentalmente si son de origen marroquí.

Y no se trata de caer ni en demagogias ni en buenismos que en nada aportan al análisis sosegado y profundo de un fenómeno tan complejo como el de la inmigración irregular y que, hay que insistir en ello, corresponde abordar en primer lugar a un Gobierno que no sale de la improvisación, que siempre reacciona a los hechos consumados y que, por no ser capaz, ni siquiera llega a cumplir una sentencia del Tribunal Supremo. Con todo, lo peor es la sospecha, de momento, de que en los pasillos de la propaganda gubernamental se busca la agitación de la xenofobia y la intolerancia de los sectores políticos más extremos para conseguir réditos electorales, lo que es un error que no provoca más que miedo e inquietud social. Pero, por lo visto, a la hora de levantar muros, todo cuenta para el sanchismo.