Proyecto Centauro
¿Cómo va a ser la educación en el futuro?
La inteligencia artificial cambiará el modo de vivir y aprender
Los sistemas educativos nacionales –Facultades de Pedagogía, Ciencias de la Educación, Psicología educativa, escuelas– no están generando el talento suficiente para enfrentarse a los problemas que se nos vienen encima. Los alumnos que ya están en la escuela van a experimentar un profundo cambio en su modo de vivir y de aprender por la introducción de potentes sistemas de inteligencia artificial capaces de hacer tareas que ahora creemos exclusivamente humanas. Gigantescos bancos de datos de acceso rápido van a aumentar el «efecto Google», estudiado por Betty Sparrow: una drástica reducción de la memoria. «Para qué voy a aprender si lo puedo encontrar». Esto, por supuesto, impide la comprensión de la información, lo que no parece ser importante. Como Harari ha denunciado, cunde la idea de que basta conocer los datos, y eso los ordenadores lo hacen mejor que nosotros. Además, cada vez los utilizamos más para tomar decisiones. Cuando solicitamos un préstamo, una beca o el ingreso a una universidad es probable que nuestra solicitud sea procesada por un algoritmo y no por un ser humano. La realidad tecnológicamente expandida necesita una inteligencia expandida también. La biotecnología, nanotecnología, inteligencia artificial y neuropsicología cognitiva proporcionarán esa nueva inteligencia. Este avance es imparable y está siendo impulsado por razones técnicas y económicas. La Educación va a remolque de esas innovaciones, cuando lo ideal sería que fuera delante. Pero para ello necesitaríamos una Superciencia de la Educación, que comprendiese lo que se está haciendo en tecnología o en neurología, en vez de sentirse acomplejada ante ellas, capaz de distinguir lo relevante de lo irrelevante. Las grandes empresas tecnológicas, GAFAM en Occidente (Google, Amazon, Facebook, Apple, Microsoft) y BATX en China (Baidu, Alibaba, Tencent, Xiaomi) aspiran a convertirse en los grandes formadores de la Humanidad, y los sistemas nacionales de educación acabarán adoptando sus tecnologías. Supongamos que una de esas empresas ofrece a un Estado organizar el sistema educativo entero digitalmente, aprovechando los Big Data para diseñar los programas y proveyendo a cada alumno de un «tutor digital» que personalice la enseñanza. Si ese método revela eficiente éxito en PISA–y barato– ¿nos resistiremos a rechazarlo?
Los sistemas educativos han sido siempre serviles. Se han limitado a transmitir lo que la sociedad les decía que tenían que transmitir. Pero en este momento las sociedades están desconcertadas, tensionadas, con poca capacidad reflexiva por la aceleración a que están sometida. Por eso, necesitamos que la Educación cambie de actitud. Somos nosotros los que debemos tener la amplitud de conocimientos y la potencia investigadora para presentar a la sociedad proyectos educadores convincentes. Para ello, debemos responder a dos preguntas transcendentales: ¿A qué tipo de inteligencia o a que clase de persona confiaría mi futuro o el futuro de la humanidad? ¿Por qué?
Con el propósito de ayudar a responder a esas preguntas y de colaborar a la aparición de esa Superciencia de la educación que me parece imprescindible, he trabajado durante varios años en el Proyecto Centauro. El Proyecto Centauro recibe su nombre de un comentario de Garri Kaspárov tras de perder su competición con el programa Deep Blue, de IBM. El ordenador juega ajedrez de manera diferente al humano. Es capaz de calcular a una velocidad increíble, y anticipar muchas mas jugadas. Le preguntaron ¿cómo piensa que puede ser el jugador de ajedrez el siglo XXI? Kaspárov respondió: Será un jugador Centauro, una cabeza humana en colaboración con su ordenador. No con la nube, no con una red, sino con su propio ordenador, diseñado, construido, «adiestrado» por el propio jugador. ¿Qué ocurriría si en vez competir entre sí humano y ordenador colaboraran? Cada uno podría aprovecharse de la capacidad del otro. Llamó a ese juego: ajedrez avanzado.
Teoría dual de la inteligencia
El Proyecto Centauro se mueve en esa onda. Con un modelo de inteligencia que aproveche los fantásticos recursos de la Inteligencia Artificial, reservándose la última evaluación y la decisión. Esto supone una redistribución de los saberes. En la memoria personal deberán estar presentes los conocimientos clave para comprender las informaciones contenidas en el ordenador y también los criterios de evaluación.
La base científica de este nuevo enfoque la proporciona la «teoría dual de la inteligencia», que la divide en dos niveles: la inteligencia generadora, que guarda la información y los procedimientos; y la inteligencia ejecutiva, que elige las metas, y controla hasta donde puede las operaciones de la inteligencia generadora.
Lo importante es que los poderosos sistemas de Inteligencia artificial conecten con la Inteligencia generadora, es decir, amplíen nuestra memoria, pero no invadan el terreno ejecutivo. Tengo la convicción de que la Educación debería seguir este camino, para lo cual necesitaríamos un esfuerzo investigador potente y rápido, y también la tengo de que lo mas probable es que nos desgañitemos y agotemos discutiendo si son galgos o podencos, mientras la liebre se escapa.
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