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Afganistán derriba al Gobierno holandés

La Razón
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Que la guerra en Afganistán es cada vez más impopular entre los europeos es algo conocido desde hace tiempo. Lo que es más novedoso es que el conflicto bélico contra los talibanes acabe con un Gobierno. Eso es lo que ha ocurrido en Holanda, donde las discrepancias sobre la permanencia de su contingente en Afganistán ha hecho saltar por los aires la coalición de Gobierno.

Por cuarta vez cae un Gabinete presidido por el democristiano Jan Peter Balkenende, que hasta no hace mucho soñaba con abandonar La Haya y mudarse a Bruselas como presidente europeo.

Los laboristas, que no encabezan un Gobierno desde la derrota de Wim Kok en 2002, precipitaron la caída del Ejecutivo al negarse a apoyar una prórroga de la misión militar en Afganistán más allá de 2010. Esta decisión no oculta un evidente cálculo electoral. Los laboristas prevén que la población, que en un 66% desea la vuelta de sus soldados a casa, les premie en las elecciones anticipadas del próximo 9 de junio.

Pero el fracaso de Balkenende no sólo beneficia a los loboristas. Las encuestas prevén una fuerte subida de la extrema derecha del antimusulmán Geert Wilders, cuyo partido podría convertirse en el segundo más votado. Todos los partidos mantienen en cuarentena un posible pacto con los ultras, que, sin embargo, saben que un Parlamento muy atomizado les puede convertir en el fiel de la balanza del futuro Gobierno.

Los analistas prevén un Parlamento sin mayorías que obligará a pactar un Gobierno de coalición con cuatro partidos, lo que pude prolongar la parálisis política hasta bien entrado el verano. Por eso, los partidos contemplan las elecciones municipales del próximo miércoles como un verdadero examen electoral de cara a las legislativas. Los laboristas parten como favoritos.

Los ciclos políticos en Holanda parecen moverse a golpe de conflicto internacional. La actuación del Ejército holandés durante la matanza de 8.000 musulmanes en Srebrenica en 1995 precipitó la dimisión del laborista Kok tras ocho años en el poder. Ahora la interminable guerra de Afganistán puede concluir con ocho años de Gobiernos democristioanos. La política exterior es una extensión más de la política nacional.