El Euroblog

La UE pierde la paciencia con Putin

La UE pierde la paciencia con Putin
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Una semana después de que Rusia se hiciera "de facto"con el control de la península de Crimea, Europa ha dado un puñetazo en la mesa. Sin embargo, no tan contundente como las repúblicas bátlicas o Polonia, que comparten frontera con el oso ruso, hubieran preferido.

Reunidos en una cumbre extraordinaria en Bruselas, los líderes de los Veintiocho condenaron la violación de la integridad territorial de Ucrania por parte rusa y quitaron toda legitimidad al referéndum de autodeterminación que ha convocado el Parlamento de Crimea. Para demostrar que el enfado europeo va a en serio, Bruselas ha suspendido "sine die"las negociaciones sobre la liberalización de los visados y el nuevo acuerdo de asociación UE-Rusia. Primeras medidas que anticiparán otras muchas si Moscú no da marcha atrás y se aviene a una salida diplomática a la crisis. Asimismo, la Unión ha congelado los bienes del depuesto presidente Viktor Yanukovich, sus dos hijos y una quince de ex ministros y dirigentes de su corrupta Administración.

Si la UE no ha ido más lejos, se debe a la división interna que siempre suscitan las relaciones con Moscú. Mientras que para los países del Este, Europa debe mostrarse contundente y no pasar ni una a Putin, Francia, Italia, España y, sobre todo Alemania, se decantan por dejar actuar a la diplomacia y recurrir a las sanciones económica sólo como último recurso. La dependencia del gas ruso, aunque menor que hace una década, hace a Europa actuar con pies de plomo.

"Si Rusia adopta medidas para desestabilizar a Ucrania o, simplemente, atenta contra su integridad territorial y, por lo tanto, contra su soberanía, entonces tendremos que adoptar nuevas medidas", advierte el presidente francés, François Hollande. En cambio, la canciller alemana, Angela Merkel, se decanta por una coordinación euroatlántica. "Si se fijan en lo que Estados Unidos ha anunciado este jueves, una orden ejecutiva del presidente, sobre la restricción de visados y una posible congelación de activos. Nosotros trabajamos en coordinación con Estados Unidos en este asunto", dijo la canciller. De hecho, la jefa de Gobierno germano se ha convertido en una interlocutora clave en esta crisis gracias a su relación de confianza con Putin. Así, mientras en Bruselas Merkel afeaba al Kremlin su expansionismo en Crimea, el vicecanciller, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, ha viajado a Moscú para mantener contactos de alto nivel con el Gobierno ruso.

Como fuere, los jefe de Estado y de Gobierno europeos aprovecharon la presencia en Bruselas del primer ministro interino de Ucrania, Arseni Yatsiniuk, para mostrar el espaldarazo de la UE a las nuevas autoridades de Kiev en los duros momentos que afronta el país. Así, sin esperar a las elecciones presidenciales del 25 de mayo, que deberán legitimar en las urnas el cambio de régimen, los Veintiocho han abierto la mano a Kiev. El miércoles, la Comisión Europea anunció un paquete de ayudas financieras de 11.000 millones de euros para el período 2014-2005 que, sin embargo, quedan lejos de los 25.000 millones que Kiev calcula necesitar. Ayer, el presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, ofreció a las nuevas autoridades ucranianas la firma de los puntos esenciales del Tratado de Asociación que rechazó Yanukovch en noviembre provocando la revuelta del Euromaidan.

Sin embargo, a diferencia de las ayuda sin condiciones que esgrimió Rusia entonces para alejar a la ex república soviética de la esfera europea, la UE no da duros a cuatro pesetas. Toda asistencia financiera estará condicionada a la puesta en marcha de duras reformas que, en muchos casos, serán contestadas por la población. Así, según temen expertos como la polaca Katarzyna Stoklosa, no nos debería sorprender ver en el futuro cómo los mismo manifestantes que protestaron contra Yanukovich vuelven a salir a la calle para manifestarse en esta ocasión contra el "diktat"de Bruselas. La UE tiene la obligación moral de ser generosa con una población que ha arriesgado literalmente su vida por formar parte del sueño europeo, pero, nos nos engañemos. Los contribuyentes de los Estados miembros no se sentirán tan altruistas y generosos en medio de las dificultades presupuestarias que padecen ellos mismos.