Elecciones andaluzas
Sánchez y Díaz se despachan en una hora, tras cuatro meses sin verse
El líder del PSOE lanza el dardo: tú en San Telmo y yo en La Moncloa
Apurando al máximo los tiempos. Así llegó el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, al mitin con la presidenta de la Junta, Susana Díaz, en Vícar. El avión del líder socialista aterrizó en Almería apenas una hora antes del inicio de la cita preelectoral y Sánchez abandonó en coche la ciudad minutos después de cerrar el mitin. Ni tres horas pasó el secretario general en el feudo con más militantes socialistas.
A pesar de no tener programados en su agenda actos durante la jornada que le impidieran llegar antes, Sánchez no acompañó a la presidenta de la Junta en las visitas a Roquetas de Mar y El Ejido que realizó por la mañana. Mientras la lideresa visitaba una cooperativa, el líder del PSOE escribía desde Madrid en su cuenta de Twitter: «Deseando estar en Andalucía con Susana Díaz». Un deseo truncado debido a las malas relaciones existentes entre ellos, que han reducido a la mínima expresión su presencia en la campaña.
La expectación que rodeaba su primer mitin conjunto era máxima, no sólo por ser la primera incursión de Sánchez en la campaña andaluza sino porque se trata, además, de su primer acto juntos tras cuatro meses de desencuentros. Una cita que no por esperada fue menos provechosa, se despacharon en apenas una hora y media. No hubo tiempo para sentarse a hablar cuando se apagaron los focos.
El encuentro, que se produjo casi a pie de escenario al filo de las 20:00 horas, duró lo que la «actuación electoral». Si bien, en el entarimado pergeñaron un discurso común para los leales, más de 3.000, entre una galería gestual de cercanía. Arrancó Sánchez dando las gracias a los socialistas de Almería, «la tierra donde sus hijas aprendieron a amar el Mediterráneo». Tras gritos de «presidente», defendió que «el mejor presente y futuro de Andalucía tiene nombre de mujer», el de Susana.
Y pasó a la acción. «España no soporta la división de aquéllos que buscan pescar en el río revuelto de la desesperanza», aseveró en alusión a los partidos de nueva hornada. Criticó que el Parlamento Europeo condenara ayer la persecución política en Venezuela con el voto en contra de Podemos e IU. Y añadió que confía en que «el dinero que han cobrado los dirigentes de Podemos de Venezuela» no sea una «hipoteca» a la hora de «defender la libertad y la democracia» para lo que «no hay excusas».
Luego le tocó el turno al PP. «El tiempo de Rajoy acabó», sentenció, antes de pedir al presidente que «desautorice públicamente» al ministro de Defensa, Pedro Morenés, por el caso de la comandante Zaida Cantera.
Invitó a Díaz a «forjar una alianza socialista» entre los ejecutivos central y autonómico porque «Andalucía se merece un aliado en el Gobierno de España». Es decir, «tú en San Telmo y yo en Moncloa», vino a decir. «Haremos posible –sostuvo– la España de las oportunidades» para los «olvidados», entre los que incluyó a los mayores de 45 años, los jóvenes y las mujeres. Tras una ristra de reproches a las políticas de Rajoy, afirmó que cuando sea presidente habrá dinero para rescatar a las familias, como lo hubo para los bancos, no se producirán más desahucios y derogará la reforma laboral. «¿De qué presume Rajoy?», se preguntó, para apostillar que «no hay que elegir entre recuperación y derechos de la ciudadanía». Una «trampa neoliberal» que no está dispuesto a aceptar. Defendió, vía cue, una economía de la gente frente a la de «los amiguitos del alma» y una «política limpia, decente, que sirve de manera eficaz a la mayoría de los andaluces, democrática, que escuche» a los ciudadanos «como hace Susana».
Sánchez contrapuso también las cuentas publicadas de los socialistas del PSOE-A a las del PP. E ironizó en torno a las últimas: «Si queréis conocerlas, ya sabéis lo que tenéis que hacer, consultar a Bárcenas». Tras sacar pecho por los logros de los ex presidentes socialistas Felipe González –quien había aseverado que Díaz se quedará en Andalucía– y Zapatero, pidió a los suyos unidad para «salir a ganar».
Le siguió la aspirante socialista y desplegó sus dotes mitineras, mermadas por la afonía. Insistió en su mensaje de que la derecha «tiene miedo a que hablen los andaluces» y auguró que responderá a sus críticas el día 22 «en las urnas».
Lanzó un mensaje al portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, quien había expresado su deseo de que la socialista no se «pusiera enferma» y asistiera al debate entre candidatos previsto el lunes en TVE. Le espetó que «está embarazada y no enferma». Una condición que menciona habitualmente y que «es lo más grande que le ha pasado en la vida, junto al cariño de los andaluces».
En consonancia con lo manifestado por Sánchez, defendió que «la democracia ha cumplido»; el que no lo ha hecho es «el capital». Reiteró que su prioridad será el empleo, sí como su compromiso con la Sanidad o la Educación públicas y universales, con guiño incluido a los enfermos de hepatitis C. Pondrá medios para sostener la Ley de la Dependencia y para combatir la violencia de género.
«Sé lo que quiero y sé lo que quieren lo andaluces, por eso voy a ganar y bien», remarcó, antes de repetir que no pactará con el PP ni con Podemos. «No llevo imputados, sabéis quién soy y haré lo que haga falta para recuperar la dignidad de los socialistas y de los andaluces». Y concluyó su intervención sin una sola referencia a la posibilidad de que su secretario general, al que sólo nombró una vez, alcance la presidencia del Gobierno. La de ayer será la única visita de Sánchez a Andalucía hasta el cierre, que tendrá lugar el día 20 en la capital sevillana.
Los desencuentros
- Reconoce «diferencias» Fue una sorpresa en el PSOE. Las declaraciones de Susana Díaz reconociendo, a un medio de comunicación, sus «diferencias» de criterio con Pedro Sánchez golpearon a Ferraz y marcaron el inicio de los desencuentros entre ambos líderes.
- Vieja guardia, ERE y PSM Las divergencias iniciales se vieron agravadas por el anuncio de Sánchez de que derogará el artículo 135 y actuar con contundencia contra los ex presidentes de la Junta por el «caso de los ERE». La detonación del PSM profundizó la brecha.
- «Injerencias» en los pactos El último desencuentro entre Ferraz y San Telmo vino a cuento de los pactos postelectorales. Díaz advirtió que no quiere «injerencias» de Sánchez y Ferraz avisó que será el Comité Federal quien marque la estrategia de alianzas del partido.
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